Durante años he mantenido un “crush” silencioso y a la distancia con Christopher Hitchens, el periodista inglés radicado en Washington que, a pesar de vivir envuelto en una nube de tabaco y alcohol, posee una de las mentes mas claras y brillantes que conozca. Su libro sobre la Madre Teresa de Calcuta, “The Missionary Position”, es, partiendo por su titulo, una daga punzante, irreverente y divertida al corazón de esa mujer con aspiraciones de Santa que, según Chris, usó la pobreza de sus fieles y su bien publicitada caridad como peldaños para alcanzar su propia fama y poder. (La posición misionaria, para quienes no estén enterados, es una conocida posición sexual). Mientras mantuvo silencio frente a los piedrazos que cientos de mujeres enfrentan en India cada día por pecados como la infidelidad o el sexo sin matrimonio- la mayoría dados por sus propios familiares-, la Madre Teresa no tuvo problemas en aparecer frente a las cámaras para defender a su amiga, la Princesa Diana de Gales, en circunstancias similares...Pero eso es otra historia.
El último libro de Chris- ¿Puedo llamarte Chris?- es “God is not Great” (Dios no es Grande), y lleva un certero y adecuado epígrafe que dice: “La religión lo envenena todo’.
Como cualquiera que haya enfrentado fanatismos religiosos de Belfast a Karachi sabe, este es un veneno que no tiene antídotos fáciles.
¿Cómo puede uno, después de todo, razonar con un mártir dispuesto a envolverse en dinamita y detonarse en medio del metro a cambio de un paraíso repleto de vírgenes? ¿Cómo discutir las ventajas de los anticonceptivos con un miembro del Opus Dei convencido que el sexo no tiene otro objetivo que la concepción? ¿Cómo convencer de los derechos gay a un pastor que siente que Dios le ha dicho, de primera mano y en secreto, que la homosexualidad es inhumana y aberrante?
Hasta ahora, mi párrafo favorito en “God is not Great” (aun no he terminado el libro) esta en la página 23. Es ahí donde Chris hace un análisis comparado de todas las vírgenes, un personaje misógino que parece repetirse en cada religión.
La católica Virgen Maria quedó embarazada del Espíritu Santo que, para efectos prácticos y artísticos, es frecuentemente encarnado por una paloma blanca.
El semidiós griego Perseo nació cuando el Dios Júpiter bañó a la virgen Danaë con una ducha de oro.
Budha nació de la costilla de su madre.
Caclitus, la hechicera azteca, atrapó una bola de plumas del cielo, la escondió en su escote, y concibió al Dios Huitzilopochtli.
La virgen Nana comió la fruta de un árbol regado con la sangre de Agdestris, la puso en su escote (un útero popular cuando se trata de religión), y dio a luz al dios Attis.
La hija virgen de un rey Mongol despertó una noche envuelta en una brillante luz, lo que la llevó a concebir a Genghis Khan.
Khrisna nació de la virgen Devaka, Horus de la virgen Asís, Mercurio de la virgen Maia, y Rómulo de la virgen Rhea Sylvia.
Who believes in this stuff?
Como fanático de leyendas y cuentos de hadas, no dejo de apreciar la imaginación de estas historias. Pero el asunto es menos divertido cuando en algún lugar del mundo algún Papa, Rabino, Pastor, Mullah, Jihadista, Ayatollah o Gurú decide que, siguiendo los designios de Dios, cualquiera que no cumpla sus leyes está condenado a las penas del infierno. Y no hay mayor infierno que la furia de un santón.
Como dice Chris, “Dios no creó al hombre. El hombre creó a Dios”.
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