Tuesday, September 21, 2010

THE QUEEN


Cecilia Bolocco decidió rendir un homenaje al Bicentenario con una sentida columna de opinión en El Mercurio.

Cecilia, por si no lo sabe, es la reina de Chile.

Ex Miss Universo, ex lectora de noticias, ex actriz, ex animadora de televisión, ex esposa de extranjeros (en dos ocasiones), ex celebrity topless, ex cuasi Primera Dama Argentina, ex cónyuge solidaria bajo arresto domiciliario, y actual madre, divorciada (en dos ocasiones), diseñadora de modas, rostro de multi-tienda y posible animadora del Festival de Viña, a esta mujer le ha pasado de todo, y todo lo que le ha pasado ha terminado tarde o temprano en la portada de alguna revista donde Cecilia, que siempre ha mostrado una alarmante tendencia a la introspección, anuncia en letras de ESTE PORTE que todo ha cambiado, que comienza una nueva etapa, que ha dejado de auto exigirse tanto, que ya no es su peor critica, que ha aprendido, finalmente, a hacerse cariñito a si misma.

Que alivio, ¿no?

A los 45 años, dice que la corona de Miss Universo que recibió en 1987 ya no tiene ninguna importancia para ella. Ninguna. Y lo repite una y otra vez, y otra, otra y otra, cada vez que abre la boca.

Busque cualquier entrevista reciente- la de “El Mercurio” el Sábado pasado, por ejemplo- y ahí está ella, explicando que “era difícil ser mujer ancla de la CNN y a la vez ser Miss Universo" a principios de los noventa, y que “hace ya mucho tiempo que me saqué el peso de ser un icono de belleza”.

Mujer de mil y un talentos- entrevistó a Anthony Quinn, bailó en el Paseo Ahumada, se paró en una escalera junto a George Clooney- la literatura siempre ha formado parte importante de su enorme abanico de intereses.

Como si su intima amistad con Paulo Coelho no fuera prueba suficiente, aquí está ahora su columna en El Mercurio, periódico que le ha dado un espacio para que levante su voz y recuerde a todos los chilenos que en nuestro país “lo poco probable es siempre factible”.

La Bolocco puede escribir prosa, pero sus sentimientos son pura poesía.

“Me sobrecoge el desierto con su colorido y magia, el cual a pesar de ser el más árido del mundo florece todos los años”, escribe. “El centro con su constante florecer no sólo nos entrega el sustento sino además nos otorga el privilegio de contar con un gran vino”.

¿Y el sur, Cecilia?

“El sur, con su verdor enmarcado por aquellas araucarias centenarias que espero ahí continúen, y sus lagos de prístino azul, siempre me evoca un cuento de hadas”.

En lo personal, de todas sus frases esta me parece la más memorable.

“Hasta la belleza más sublime a veces ruge”.

Una vez escuché a la reina rugir.

Fue en Washington, durante las fiestas de inauguración del primer periodo de George W. Bush, donde llegó acompañada de su entonces novio Carlos Menem y de una decena de maletas repletas de diseños de Rubén Campos.

Envuelta en pieles para combatir el frío de Enero- falda de tigre, sombrero cosaco, zorro al cuello- Cecilia asomó los colmillos cuando de pronto recordó que mi revista había sido la culpable de destapar la fea olla de su primer y misterioso divorcio, un asunto que esta reina, que habla de todo y frente a todos, había preferido hasta entonces ocultar.

Si, hasta la belleza mas sublime a veces ruge.