Tuesday, September 25, 2007

I Love New York


Mi nombre es Michelle Bachelet y soy la Presidenta de Chile.

Después de una visita de 48 horas a Nueva York, voy rumbo a JFK para abordar el avión presidencial de regreso a Santiago. La ronda de discursos, reuniones, desayunos, almuerzos y comidas me dejó agotada, somnolienta y algo triste, y el insistente ronroneo del aire acondicionado del auto y la monótona letanía de agendas y protocolos que me dicta el burócrata sentado a mi lado, solo hacen que me sienta, de pronto, como en una acolchada jaula de asientos de cuero y vidrios polarizados.

¡La ciudad se ve tan viva a través de la ventana!. Son las nueve de la noche y las calles están repletas; el tráfico es infernal, y frente a nosotros, hasta el infinito, se extiende una serpiente de luces rojas y taxis amarillos.

48 horas en Nueva York y no puse un pie en la calle.

El auto avanza lento por la Segunda Avenida hacia el sur, y en cada cuadra veo restaurantes llenos, ancianas paseando sus perros, y parejas abrazadas disfrutando la tibia noche de Septiembre.
Tanta tranquilidad y alegría me llenan de nostalgia,

Si no fuera la Presidenta, pediría asilo político en Nueva York.

Me imagino abriendo la puerta del auto en la mitad de la calle, despidiéndome apurada y entre bocinazos del chofer, el burócrata, los escoltas, y corriendo hasta desaparecer en la oscuridad de Central Park.

Adiós a la comitiva, a los senadores ambiciosos, a los embajadores sumisos, a la prensa, y a todos aquellos que quieren algo de mi –un ministerio, una embajada, un contrato- Y adiós, también, a cualquiera que desee mi puesto. ¡Ahí está! Disponible. Que otros se hagan cargo de tanta huelga y reclamo, del transantiago, de la pobreza, de la interminable lista de problemas. Ya hice lo mío, pienso por un instante, y ahora es mi turno de tomar una bicicleta y, con mi IPod colgando de mis oídos, perderme por las bellísimas calles del West Village o Cobble Hill.

Quiero tomar un café, leer The New York Times, y olvidarme de esta tortura que ha resultado ser el “servicio publico”. Mientras cruzamos el puente de Brooklyn hacia el aeropuerto, recuerdo el éxtasis de la noche en que fui elegida, los aplausos, las banderas, la Moneda iluminada, y me pregunto que pasó con la alegría que sentí por esos días.

Sentada en el primer asiento del avión, escucho a medias la conversación anodina y aburrida de aquellos que buscan mi atención. Todavía hay tiempo, murmuro en silencio mientras la manga comienza a retraerse y el capitán testea las turbinas. Todavía hay tiempo para escapar de esta condena de cuatro años que tanto busqué. Soy la persona mas poderosa del país, ¿Por qué no podría, como tantos otros, dejar todo atrás y buscar una nueva vida en Nueva York?

Mientras nos elevamos, observo con tristeza las luces de la ciudad, los puentes que parecen fabricados en perlas, el Empire State, el Chrysler, los mil rascacielos y el océano negro que me anuncia que otra oportunidad ha sido perdida.

I love New York.

Mañana, cuando me encuentre nuevamente sentada en esa enorme y fría oficina flanqueada de banderas, escudos y medallas, cuando uno a uno mis ministros golpeen la puerta con una nueva tragedia, cuando mi pequeño ejercito de asistentes me indique cada tarea del día, pensaré en esta ciudad y en la romántica idea de que tanta pompa y circunstancia no se comparan a la felicidad de admirar las flores frescas en el mercado de Union Square, leer un libro a medias en un café del Lower East Side o esperar la llegada de la noche junto al Hudson.

Ya sé que no debería quejarme y que yo misma hice la incómoda cama donde me toca dormir.

Pero, como dice la canción, una puede soñar. ¿No?

Friday, September 14, 2007

Pinochet 2.0 (The HBO Edition)



Hace un millón de años conocí a Augusto Pinochet.
Fue en un “almuerzo para la prensa” organizado en una casona campestre a las afueras de Santiago. Ahí estuve, junto a los jerarcas de El Mercurio, La Segunda, Ercilla y Canal 13- entre otros medios- tomando pisco sours, escuchando a Ginette Acevedo cantar “la Torcacita” a capella, y observando al general, que ese día llevaba puesto un uniforme blanco (colección de verano) repleto de condecoraciones.

Alguien me susurró al oído que el general y la cantante eran amantes, pero nunca supe si el rumor era cierto.

El general lanzó unos chistes predecibles, dijo unas palabras que resultaron inteligibles en esa modorra añeja y metálica que era su discurso, y luego se concentró en su plato sin dar mayor atención a sus invitados.

Pinochet, a mi modo de ver, nunca fue un dictador original. Mientras Idi Amin, “Baby Doc” Duvalier o Stroessner arrancaban epítetos en la prensa con sus demenciales crueldades, sus excéntricos gastos y hasta su canibalismo, el pequeño reyecito chileno se comportaba con la actitud de un inspector de colegio gruñón, el cascarrabias de clase media, el viejo que alega porque alguien está hablando en el asiento de atrás en el cine.

Eleve eso a la potencia de una dictadura, y se encontrará con 3,000 desaparecidos y cientos de exiliados.

Igual como ese vecino mal genio que pone veneno en un trozo de carne para silenciar al perro que lo despierta a medianoche, Pinochet tomó medidas drásticas para terminar con sus problemas. Y después, sin pensar dos veces en lo que había hecho, se metió a la cama y se puso a soñar con que algún día la historia le daría la razón y seria él, no el perro, la victima en todo el asunto.

A su mujer, la señora Lucia, la conocí en otro almuerzo. Esta vez en La Moneda, donde reunió a un grupo de periodistas para promocionar las selectivas caridades de su CEMA Chile.
Como su marido, la Primera Dama era una mujer de poca paciencia y tono mandón, acostumbrada a tratar a todo el mundo como si fuera su escolta.
No recuerdo detalles, pero nunca olvidaré la mirada que le dio a una periodista que le hizo una pregunta que, a diferencia de todas las demás, no acarreaba un halago.

Gracias a Dios no había un palo a la mano.

Cuando Pinochet fue arrestado en Londres, COSAS me envió a cubrir la noticia. Y aunque no hablé con el general ni su mujer, entrevisté a su hija, Lucia, que me dijo, sin una pizca de sarcasmo, que nunca, nunca, había visto una crueldad como la que habían hecho con su padre.

La ceguera es, aparentemente, congénita en la familia.

En esos días de locura vi a Maria Angélica Cristi, la senadora, llorar a mares por la suerte del general, y Alberto Espina, de Renovacion Nacional, me dijo que todo el embrollo se solucionaba fácilmente, “enviando algunos barcos de la armada” para rescatarlo.
Los "socialites" nacionales, desesperados y olvidando todo decoro, se paseaban por las calles de Londres arriba de un camion, con megafonos, rogando que soltaran a su salvador.

El Chile de esa época era definitivamente mas Macondo que MacCondo.

El general debe estar sonriendo en su tumba ahora que la BBC y HBO produjeron una película, “Pinochet’s Last Stand”, sobre sus 300 y tantos días como recluso en Inglaterra, con Derek Jacobi como protagonista.

Jacobi, que se hizo mundialmente famoso en el rol principal de la estupenda miniserie británica “Yo Claudio”- donde encarnaba a un tartamudo y bonachón emperador romano- es el Pinochet que Pinochet nunca fue.

Con su pelo y el bigote blanco, la cara enojada y envuelto en un chal en su silla de ruedas, el actor tiene un increíble parecido con el general. Pero habla mejor, se mueve mejor, y tiene una dignidad y una elegancia que La Moneda no ha visto jamás.
En medio de todo el escándalo, y sin perdonar sus pecados, HBO le dio cierta humanidad.

Si Derek Jacobi hubiera ido a plebiscito, quizás el resultado había sido distinto.

La señora Lucia también sale ganando en HBO.
Si, es cierto que es retratada como una Lady Macbeth latinoamericana, desde sus cómodos zapatos hasta su impenetrable peinado cubierto de laca, pero su maldad, ignorancia y despotismo tienen cierto encanto en las manos de la actriz Phyllida Law, que retrata a la ex Primera Dama como una Alexis Carrington con menos presupuesto y cero libido.

La película termina con imágenes reales de Pinochet llegando a ese refugio de prófugos que resultó ser el aeropuerto de Santiago.

En cierto modo, esa secuencia es una desilusión.

El Pinochet real se ve considerablemente disminuido en comparación a su versión cinematográfica, y todos esos militares en perfecta formación, los burócratas de palacio corriendo para acomodar al general y la docena de mujeres sonrientes en trajes sastre color pastel, son un triste recordatorio de que no todas las películas tienen un final feliz.

Wednesday, September 12, 2007

Fashion Week: Tommy Hilfiger

Rosario Dawson, Emmy Rossum, Agyness Deyn & American Chic








Fotos@Manuel Santelices

Tuesday, September 11, 2007

Fashion Week: Sexy, Crazy, American Heatherette

Para ti, J.








Fotos@ Manuel Santelices

Fashion Week: Custo Barcelona





Fotos@Manuel Santelices

Fashion Week: Chez Carolina Herrera...

En este dia de tantas tragedias, algo para levantar el espiritu...







Fotos@Manuel Santelices

Monday, September 10, 2007

Fashion Week: Backstage with the Hiltons



Si usted no ha visitado nunca el backstage de un desfile de modas durante la fashion Week de Nueva York, prepárese a encontrar a treinta modelos colgadas de sus celulares y blackberries, dos docenas de fotógrafos, un ejercito de estilististas y peluqueros, cuatro productoras al borde del ataque de nervios, un chihuahua, dos Yorkies, cinco cajas de Veuve Clicquot, un maquillador inglés que responde al nombre de “Kabuki” y una “porn star”.

Ese fue al menos el ambiente en el backstage de “Nicholai”, la nueva línea diseñada por Nicky Hilton – sí, la hermana menor de Paris- que se presentó anoche durante la semana de la moda en Bryant Park. Gracias a una invitacion de M.A.C Cosmetics, Medio en Silencio estuvo ahi.

Mientras Isabeli Fontana, con su hijo en los brazos y la reputación de ser una de las mas apetecidas modelos de “Victoria’s Secret”sobre sus hombros, revisaba sus mensajes en su celular al mismo tiempo que un maquillador y dos peluqueros jugaban con ella como si fuera una Barbie viviente, los padres de la diseñadora, Rick y Kathy Hilton, se abrían paso por la muchedumbre.

Alguien les preguntó cuál era el consejo que le habían dado a su hija en esta noche tan especial. Kathy, que es la que habla en esta pareja- Rick solo sonríe, sin importar las circunstancias-, aseguró entonces que su consejo era el mismo para todos sus hijos: “Trabajen duro y trabajen bien’.

Paris, aparentemente, ha seguido esta lección al pie de la letra, convirtiendo su mala conducta, sus mil y un romances, y hasta sus infracciones de tránsito, en una fructífera carrera que la tiene siempre ocupada y en las primeras paginas de la prensa.

Nicky, a su lado, parece la seria. Y aparte de un fugaz matrimonio en las Vegas hace unos años, su conducta ha sido siempre ejemplar.

Para una Hilton, al menos.

La severa ética laboral del clan y los desesperados esfuerzos de Kathy por salvar los últimos retazos de ese estropajo que es la dignidad familiar, quedaron por el piso cuando, de pronto, Jenna Jameson hizo su aparición para saludar a su amiga Nicky.

Jenna Jameson, en caso que no esté enterado, es la estrella porno mas famosa del mundo, la protagonista de filmes como “Up and Cummers” o “Like a Geyser”, y la autora de “Como Hacer el Amor Como una Porn Star”, su autobiografía que ocupó durante largos meses los primeros lugares en la lista de Best Sellers de The New York Times.

Mírela por la espalda, y verá un tatuaje que parte a las alturas de sus nalgas y termina en su nuca. Mírela de frente, y se encontrará un escote se abre como una “V” desde su ombligo.

En cuanto la vio, y en la forma mas diplomática posible, Kathy tomó a su marido de la mano y ambos desaparecieron rápidamente.

Es imposible no imaginarse a esta matriarca despertando en algún momento en la noche preguntandose, ¿Por qué yo?.

Jenna llegó acompañada de Brandon Davis, el nieto del magnate de Hollywood Marvin Davis, que saltó a la fama internacional llamando “firecrotch”- un término que un sitio familiar como Medio en Silencio se niega a traducir- a Linsay Lohan después de una noche de juerga en Los Angeles.

La colección de Nicky- minúsculos shorts, perfectos tops (si uno trabaja como hostess en algún hotel de Las Vegas)- pasaron a segundo lugar en medio de esta explosión de tabloide.

¿Dónde esta Paris?, ¿Dónde esta Paris?, preguntaron todos durante la noche.

Paris estaba en los MTV Video Music Awards, en Las Vegas. Quizás para no opacar a su hermana, prefirió mantenerse lejos y observar, en cambio, a ese piano lanzado de un sexto piso que fue Britney Spears y su show.

Just another day with the Hiltons.








All photos @ Manuel Santelices

Thursday, September 6, 2007

It's Fashion Week!!



Como dice Candace Bushnell en los primeros párrafos de “Lipstick Jungle”, la excitación se siente en el aire en los primeros días de Septiembre en Nueva York, cuando un centenar de editores, modelos, fotógrafos y diseñadores se reúne en las carpas blancas de Bryant Park para celebrar una nueva Fashion Week.



La semana comenzó con los desfiles de Nautica, BCBG, Erin Fetherson, la fiesta que Tommy Hilfiger ofreció en el MoMa para lanzar su nuevo libro “Iconic America”, la que Diana Von Furstemberg organizó para Nina- Project Runway- García, y la conferencia de prensa de Calvin Klein como celebración de 25 años de sus “underwear models’. La legendaria campaña tiene esta temporada a Djimon Hounsou en “undies” por todo Manhattan.

Photos @ Getty