Saturday, December 29, 2007

EXCLUSIVA MUNDIAL DE !HOLA! Michelle Bachelet y George Clooney, juntos y enamorados nos reciben en Lago Como


Siguiendo el sendero ya marcado por el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, y la modelo Carla Bruni, que han sorprendido al mundo con su relación sentimental, ahora ha llegado el turno de la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y el actor estadounidense George Clooney, que entregan en exclusiva para “!Hola!” detalles de su romance.
Reunidos durante unos días en la casa del actor en Lago Como, la pareja luce relajada y feliz, como siempre sucede en las primeras etapas del amor, y se muestran confiados en un futuro compartido.
Durante la entrevista, ella luce pantalones de lino blanco y una camisa de hombre con las iniciales “GC” bordadas sobre el bolsillo derecho. El, también en camisa y pantalones de lino blanco, no abandona la mano de Michelle en ningún momento de nuestra conversación.

-¿Cómo os habéis conocido?
George: Yo ya me preparaba para comenzar la temporada de premios en Hollywood cuando, por mi rol en Darfur, me han llamado para asistir a una cumbre económica en Nueva York. Es ahí donde nos hemos conocido e iniciado esta relación.
Michelle: Creo que ni George ni yo esperábamos que esta sería la cumbre mas importante de nuestras vidas.

-¿Lo vuestro ha sido entonces un flechazo? ¿Un amor instantáneo?
Michelle: Para mí sí lo ha sido, sin duda. Y en cierto modo he amado a George antes de conocerlo, porque siempre he sido una gran admiradora de su trabajo como actor y de su labor humanitaria.

-¿Y para usted, George?
George: Como dice el poeta: cuando encuentras el pozo, se acaba la sed.

-¿Ha pesado en su decisión de iniciar una vida juntos las carreras de uno y otro?
George: Ambos hemos tenido cierto éxito en nuestros respectivos campos, y por lo tanto nos debemos yo al público y ella a sus ciudadanos. Pero ese compromiso termina en la puerta de nuestra intimidad, que viviremos por el momento entre Santiago y Los Ángeles.
Michelle: Fíjate que estoy de acuerdo con lo que dice George, pero yo agregaría un punto bastante importante, que es el respeto que tenemos por la individualidad de cada uno. Yo, Michelle, respeto a George. Y George me respeta a mi. ¿Me entiendes?

-Le entiendo… ¿Ha sido vuestra pasión por Darfur y otras tragedias humanitarias lo que los ha unido?
Michelle: Nuestros corazones laten en comunión, y no solo por Darfur, sino también por victimas en Irak, en el Congo y, por qué no decirlo, en mi propia ciudad con el Transantiago.
George: (apretando la mano de Michelle) Amor, no te agites…

-¿Cómo han reaccionado familiares y amigos frente a vuestra relación?
Michelle: Mi familia está feliz, dicen que me he sacado la lotería…
George: Hemos cenado con Brad y Angelina la otra noche, y ambos han quedado encantados con Michelle. Han visto lo que he visto yo: una mujer extraordinaria que se entrega con pasión no solo a las grandes causas, sino también a aquellos que, como yo, tenemos la suerte de compartir su vida.

-¿Qué os guarda el futuro?
Michelle: Por el momento debo regresar a Santiago a terminar mi período Presidencial, es una responsabilidad que no puedo abandonar por muy enamorada que esté (sonríe delicadamente a Clooney).
George: Después de eso ya veremos. He alquilado un piso en Santiago para estar mas cerca de ella, y viajaremos constantemente entre Chile y Estados Unidos. Por lo pronto, estaremos juntos en los Golden Globes en Enero y en la entrega de los premios Oscar en Febrero.

-Madame Bachellet, ¿Se siente viviendo un sueño?
Michelle: Pues si, un sueño de hadas…Cuando fui elegida Presidenta, pensé que había vivido el momento mas feliz de mi vida. Pero me equivoqué: el momento mas feliz es aquel en que he conocido a George.

-¿Y usted, George?
George: Desde el día que conocí a Michelle, despierto todas las mañanas con una sonrisa.

-¿Ha sido la diferencia de edad entre ambos un motivo de preocupación?
Michelle: Aquí me permito citar a Joan Collins, que comentando la diferencia de edad con su marido, mucho menor que ella, dijo : si se muere, se muere.
George: (estallando en carcajadas) ¿No es maravillosa?

-¿Habéis ya hablado de matrimonio?
Michelle: Quizás sea muy pronto para hacerlo. El amor naciente es como un pajarito que debe crecer antes lanzarse a volar. Hay que cuidarlo, protegerlo…
George: Darle de comer, entregarle cariño…
Michelle: Así es. Solo entonces, cuando el pajarito ya tenga sus alas bien formadas, podrá echarse a volar.

-Veo que además os une la pasión por la poesía.
George: Michelle es una fanática de la poesía, como lo soy yo. Hemos aprovechado estos días en Lago Como para leer juntos a Neruda y Whitman.

-¿Queréis dar un último mensaje a través de las páginas de “Hola!”?
George: Pues nada, que estamos muy felices, pasándola muy bien.
Michelle: Y yo pediría respeto hacia nuestra privacidad. Estoy sintiendo por primera vez el sabor de la fama en Hollywood, y no me gusta. No es lo mío. No soy mas que una chica frente a un chico, diciéndole que lo ama.
George: Esa frase me suena conocida…
Michelle: La he tomado de “Un Lugar Llamado Notting Hill”. Tendré que decirle a Julia que me he apropiado de su guión.
George: Ve y dile, que aquí la llamo…. ¿Julia? Aquí os paso a Michelle…

Friday, December 28, 2007

The Black Carpet



Por alguna razón, la idea de abrir mi botella de champagne y comer Doritos frente a mi MacBook la noche del próximo 19 de Enero no suena tan apasionante como hacerlo frente a mi precioso televisor de alta definición y pantalla plana de 32 pulgadas.

Oh, well.

Quizás no tendré alternativa cuando llegue el día de la entrega de los Golden Globes, si lo que sugiere The New York Times en su edición de hoy resulta ser cierto y la ceremonia- o el comienzo de mi propia cuaresma religiosa, que terminará el 24 de Febrero con la entrega de los Oscar- se ve reducida a su mas mínima expresión por la huelga en que se encuentra el sindicato de guionistas y escritores.

Si Julia, J.Lo o Nicole envueltas en Dior, Chanel y Balenciaga aparecen en la Red Carpet este año, han amenazado los escritores, serán recibidas tanto cariño como Hugo Chávez en la Casa Blanca o Anna Wintour en alguna convención de PETa.

Por eso lo organizadores están pensando transmitir el evento no por televisión, sino a través de Internet, o, peor aun, convertirlo en una fiesta “privada” sin cámaras.

Oh, well.

La huelga en cuestión, que ya lleva ocho semanas, me tiene confundido.

Mi reacción natural es defender a los escritores, que buscan recibir ingresos por re-runs de películas y series, su transmision en Internet y la venta de DVD.s.

Suena justo, ¿No?

Eso pensé hasta hace unos días, cuando, en una comida, terminé sentado junto a una productora de un segmento de Saturday Night Live que esa misma tarde había sido despedida junto a otros 400 empleados del programa, de tramoyistas a maquilladores, porque la huelga en cuestión literalmente acabó con el programa.

“Esta es una pelea entre millonarios”, dijo mientras comía una ensalada, que, supongo, era lo único que podía costear a partir de entonces, “La mayoría de los escritores en huelga ya ganan una fortuna, y están enfrentados a productores y ejecutivos avaros que también ganan millones”.

Nota: según The New York Times, el salario promedio de un escritor en Hollywood es $200,000 al año.

Hmmm…Debería escribir guiones. ¿Qué tan difícil puede ser escribir otra comedia con Matthew McConaughey y Kate Hudson o cualquiera de las últimas películas de Nicolas Cage?

Según dicen, si la huelga continúa toda la nueva temporada televisiva se verá afectada, y usted y yo quedaríamos condenados a un limbo de realities y talk shows.

Oprah, Tyra, Tila Tequila, American Idol y Dancing with the Stars…forever.

Que Dios nos pille confesados. The Red Carpet goes Black.

Thursday, December 27, 2007

The End of Hope 1953-2007


Benazir Butto fue asesinada hace poco mas de una hora por un terrorista suicida que, aparentemente, le disparó antes de detonarse a sí mismo llevándose al menos una docena de vidas en su grito de odio y venganza.
Arde Pakistán, arde el Medio Oriente y, en la hoguera, no quedan huellas de esperanza.

Wednesday, December 26, 2007

Simon & Chris


Si fuera budista y creyera en la Samsara- ese eterno ciclo de nacimiento y renacimiento- en mi próxima vida me gustaría aparecer re encarnado como una neurona en el cerebro de Simon Doonan.

El Director Creativo de Barneys, columnista, fashionista y escritor es un genio como pocos, y cuando él habla, yo escucho con la misma devoción de una monja instalada en la Basílica de San Pedro el día de Navidad.

Simon nació en Reading, una ciudad británica que algún día fue descrita por Oscar Wilde como “un cementario con luces”, y fue ahí, rodeado de parientes lunáticos, donde seguramente adquirió ese humor perverso y esa curiosa comprensión de la humanidad, con todas sus bondades y crueldades, que tanto le sirvieron después para subir a garras- como el mismo define su ascenso- los difíciles peldaños del “Fashion World”.

Si usted no ha leído sus columnas en el New York Observer, deje de inmediato lo que esta haciendo y teclée www.observer.com.

Ahí se encontrará esta semana con la entrevista que Simon le hizo a Chris Crocker, una de las máximas CeWebrities de la actualidad, una rubia, ambigua y hermosa criatura que se hizo célebre cuando apareció en You Tube extendiendo los infinitos limites del término “drama queen” mientras, en medio de llantos y con la cámara bien instalada en sus ojos cubiertos de rimmel, gritaba “Leave Britney Alone!!”.

Esta no fue una entrevista. Fue una cita cumbre.

“ ¿Qué piensas comer este año?”, preguntó Simon con una curiosidad periodística hasta ahora solo vista en la Fallaci, “ ¿Cuál es tu peso ideal? ¿Cómo piensas alcanzarlo?

“Comeré menos” contesto Crocker, que posó “topless” para el periódico, con un calzón negro, medias red y zapatos con plataforma, “Quiero llegar al mismo peso que tenia al nacer, poco mas de tres kilos.”.

Y así continuaron las cosas…

-¿Qué edad tenias cuando ocurrió el 9/11? ¿Dónde estabas?
-Tenia 12, así que por supuesto estuve consciente de todo. Pero como dije en ese video de You Tube que llevó a la gente a boicotearme, estaba mas preocupado de Britney, igual como estaba mas preocupado de Britney este aniversario del 9/11.
Cuando ocurre un nuevo aniversario de un complot planeado por el gobierno, mi mundo no deja de girar.

-Amo a Britney porque es poco pretenciosa. ¿Por qué la amas tu?
-Britney es un rayo de luz. Ella vive y vivirá siempre en su propio mundo, donde nada la toca. Escucha lo que se dice y continúa adelante. Mi predicción es que Britney regresará en excelente forma a finales del 2008.

-¿Te enamorarás el próximo año?
-Soy un amante en serie. Veo a todo el mundo como un potencial amante.

-¿Tienes algún deseo de año nuevo para todos matones del colegio?
-Dejé el colegio en octavo básico, así que a veces olvido todo lo que tuve que vivir. La triste verdad es que los matones del colegio viven mas allá de la graduación y a veces acarrean su odio al mundo real. De ahí nuestro Presidente. Mi deseo para todos los matones es que encuentren un hobby que no sea molestar a los otros.

-¿Cuando estás solo en tu habitación, eres un chico o una chica?
-Bueno, no creo en SOLO chico o SOLO chica, pero ahora estoy solo en mi habitación y llevo puestos shorts de franela y zapatillas de Bart Simpson. Tu dime.

-Eres la reina de las CeWebrities con miles de millones de fans. Eres tan famoso como Madge (Madonna) ¿Cómo se siente?
-Se siente estupendo. Quiero seguir el mismo sendero que Madonna. De hecho, pienso cambiar mi nombre como ella, que se puso Esther. En un principio pensé en ‘Sharooka’, pero probablemente me tomaré a mi mismo mas en serio y decidiré llamarme ‘Cristine’.

Thursday, December 20, 2007

She'd Rather Go Naked...



13:35. Muro en NoLiTa.

4 grados bajo cero en Nueva York y los habitantes de la ciudad se enfrentan la nueva campaña de PETA, la organización de protección de los animales, que muestra a Eva Mendes desnuda, con su delicado trasero dirigido a la cámara.

Seguro que eso entibiará mas de un corazón.

Ella dice que preferiría estar desnuda antes que usar pieles (I’d Rather go Naked!).

Medio En Silencio sospecha que también preferiría estar desnuda antes que pasar inadvertida.

Monday, December 17, 2007

Atonement


Después de ver “Atonement”- la película protagonizada por Keira Knightly y James McAvoy que arrasó con las nominaciones de los Golden Globes - sentí, como ocurre cada vez que veo películas ambientadas en alguna mansion en la elegante campiña inglesa de los años treinta, una profunda nostalgia por mi niñez.

No, no crecí en alguna zona rural británica con un nombre terminado en “sford” o “shire”, sino en el santiaguino barrio de La Reina, que para efectos dramáticos y con absoluta libertad literaria llamaremos de aquí en adelante The Queen.

Mi familia y yo vivíamos en la calle Carlos Dickens, a pocos pasos de Príncipe de Gales, y esas coordenadas sin duda ayudaron a que siempre sintiera una profunda y genuina sintonía con todo lo “british”.

Igual que la familia de Keira en la película, la mía celebraba el “tea time”. Las suyas con scones y sandwiches de pepino. Las nuestras con leche con plátano, nescafe y marraquetas tostadas con palta.

De vez en cuando mi madre, como la de Keira, se encerraba en el baño, se ponía su mejor vestido, armaba su pelo en un nido de laca tratando de imitar el estilo de Saby Kamalich en “Simplemente Maria”, y bajaba las escaleras para recibir a sus invitados en el “living”.

Su maquillaje era definitivamente “Swinging London”. Twiggy via Pamela Grant.

Si Keira tuvo su Segunda Guerra Mundial, yo tuve mi Golpe de Estado, y ese día, mientras los aviones sobrevolaban el barrio rumbo a La Moneda o la casa de Allende en la calle Tomas Moro, corrí en pantalones cortos por la calle buscando refugio igual que cualquier inglesito durante el bombardeo de Londres.

Billy Elliott in a hurry.



En mi casa, lamentablemente, no existió la tensión sexual del “upstairs downstairs” que abunda en las películas inglesas de época.
El servicio era reducido, y nuestra “nanny”- como llaman ahora a las empleadas de entonces- tenia el atractivo de un camión de mudanzas. Ni bajo pena de muerte habría tocado la puerta de su pieza junto al garaje.

Si hubiera habido un “gardener in-house”, quizás las cosas habrían sido distintas.

Eso no significa que en Carlos Dickens no hubiera secretos. Mi madre tenia los suyos. Mi hermana también. Y los míos comenzaban y terminaban con Miguel Bose cantando “Amante Bandido’.

Eso hizo que todos termináramos excomulgados. Excomulgados pero felices.

Hmmm, ¿En que estábamos?....

Ahh, si...Keira muere en la película sin consumar su romance, algo que, hasta donde sé, nunca ocurrió en nuestra casa de The Queen. En mi familia todos hemos tenido, a mucha honra, suficiente amor para cubrir ciento treinta horas de celuloide de Bertolucci.

O Almodóvar, en mi caso.

Pero aunque en nuestro hogar no abundaran las sabanas limpias, siempre mantuvimos esa distinguida tradición inglesa de lavarlas y plancharlas en casa, como si nada hubiera sucedido.

Keira y James tienen su primer- y único- encuentro amoroso en la biblioteca, con la melodía de pianos y violines.
No recuerdo donde fue el mío- seguro que no en una biblioteca- pero si recuerdo los acordes de “How Deep is Your Love” de los Bee Gees y, de ahí en adelante, mas hits que los publicados en Billboard.

Al final de “Atonement”- y sin ánimo de arruinar la película para potenciales espectadores- Vanesa Redgrave se lamenta de lo que pudo suceder y no sucedió.
Ese es un lamento que nunca conocí.
Todo lo que quise, todo lo que soñé, todo lo que pensé que nunca sucedería, sucedió.

The Next Time...


So the next time you wake up feeling bad about yourself, the next time you see yourself in the mirror and think “I look like shit” and you don’t care because your boss treats you badly, your lover didn’t kiss you good bye or your hair is just soooo out of proportion with your bone structure, just open the New York Times and read about that poor little young Liberian/American boy from Staten Island who, at 13, was sent by his mother back to whatever the capital of Liberia is so he would stay away from drugs, drug dealers and gangs, and spent four years there, in the middle of a ghastly war where he saw a bunch of child soldiers rape and dismember a pregnant woman in the streets, until he finally came back home to Staten Island talking about how life is a struggle and how Jesus will save us, and then made his mom so happy because he got a job at Old Navy carrying boxes but then lost the job when he was always late because the bus system in Staten Island sucks and he could not be on time, so it was all back to drugs and gangs for him and now his mom is really, really sad.

Just think of that.

Friday, December 14, 2007

What I've Learned


La vida siempre tiene algo de dulce y de amargo, y mi año profesional tuvo algunos dulces- conocí a Julian Schnabel en Los Angeles, cubrí la Fashion Week en Nueva York y Art Basel en Miami- y un duro amargo que todavía me tiene la garganta atravesada.

Sin embargo, la mejor noticia llegó a último minuto, cuando la revista Esquire, que acaba de abrir en España, dedicó ocho páginas y la portada de su edición de Diciembre a un perfil que escribí de Javier Bardem.

Estoy feliz.

La versión americana de Esquire es una de mis revistas favoritas, la prueba perfecta de que una revista masculina puede atraer lectores sin necesidad de apuntar siempre mas abajo del cinturón.

El ejemplar de Enero, que acabo de recibir, lleva a Johnny Depp en la portada y celebra el décimo aniversario de su sección “What I’ve Learned”, una entrevista en primera persona donde algún personaje- unos mas célebres que otros- habla de las conclusiones que ha sacado en su propia existencia.

Aquí van algunas memorables;

“Los hombres que traicionan a las mujeres, también traicionan a otros hombres. Las mujeres no deberían sentirse tan especiales”
Garry Shandling.

“No esperes halagos sin envidia…Hasta que estés muerto”.
Joan Rivers

“Pasar por tiempos difíciles es algo maravilloso. Todo el mundo debería vivirlos. Una vez”.
Donald Trump

“La peor trampa en que uno puede caer es comenzar a imitarse a si mismo”.
Robert Altman

“El impulso hacia la perfección es mas importante que la perfección”.
“”La época en que era una gran estrella fue muy desconcertante. Estaba bien cuidada y protegida, pero era totalmente dependiente. No sabía donde estaba el cereal. No sabía como encender la maquina de lavar. Cuando una no sabe como funciona su propia vida, está desconectada”.
Faye Dunaway

“Solo aquellos que pueden darte lo mejor, pueden darte lo peor”.
Rod Steiger

“Uno no tiene que escribir para ser poeta. Algunos trabajan en una gasolinera y son poetas”.
Bob Dylan

“La fama puede tomar hombres interesantes y llenarlos de mediocridad”.
David Bowie

“Uno sabe que es feo cuando va a al proctólogo y pone su dedo en tu boca”.
Rodney Dangerfield.

“El rencor es como tomar veneno y esperar que sea la otra persona la que muera”.
Carrie Fisher

“Una no quiere que el padre de su hijo se case con la hermana de su hijo. No es bueno para los valores familiares”.
Mia Farrow

“Nos estábamos riendo y de pronto ¡Boom!”.
Bryan Anderson, veterano de la guerra de Irak.

“El silencio es dorado cuando no puedes pensar en una buena respuesta”.
Muhammed Ali


Aunque nunca he sido un buen alumno, algo he aprendido en mis propios 46 años de vida:

-El resto está tan asustado como usted.

-La gente corre mas riesgos por aburrimiento que por valentía.

-Cualquiera puede decir que habla en nombre de Dios. Dios no lo va a contradecir.

-Usted puede pensar que tiene un millón de amigos. pero en realidad no tiene mas de cinco.

-El sexo con desconocidos no es tan malo como le dijeron.

-Aquellos que maltratan a los animales nunca paran ahí.

-Cuide sus palabras. Siempre hay alguien escuchando.

-Si ama una película, no la vea ocho veces seguidas. No podrá verla nunca mas.

-No hay mejor remedio para las culpas que publicarlas.

¿Qué ha aprendido usted?

Thursday, December 6, 2007

Una Pausa y Ya Volvemos

Medio en Silencio esta de viaje.....

Sunday, November 25, 2007

A Rose is a Rose



Nadie entiende bien por que he mantenido una amistad de años con mi amiga Rose.

Probablemente si usted la conociera se estaría preguntando lo mismo.

Rose es el tipo de mujer que nunca acepta la primera mesa que le dan en un restaurant. Ni la segunda tampoco. El aire acondicionado está muy frío o la calefacción muy caliente. La mesa está muy lejos o muy cerca del baño. La pata está coja, la luz del sol le llega a la cara o, peor aun, la pareja del lado tuvo la pésima ocurrencia de traer a su guagua. No importa la excusa, el cambio de mesa es inevitable.

Si algo no le gusta, no lo dice. Lo grita.

Rose no hace colas en el buffet, no espera su turno en el bar y jamás paga la cuenta. Si usted la invita a comer en un restaurant, pedirá la langosta. Si usted la invita a comer a su casa, traerá como regalo un recorte de periódico con algún dato práctico, como un hotel barato en Buenos Aires o la lista de “sales” de la semana.

A Rose no le gustan las multitudes, lo que no deja de ser un inconveniente cuando uno vive en Nueva York. Camine con ella por la calle, y de pronto escuchará sus gritos: “Coooming, coooming!!”. Es ella, abriéndose paso entre la horda de turistas que por estos días repletan su barrio- el West Village-, o entre los taxis y transeúntes que encuentra a su paso en una frenéticas carreras en bicicleta.

En verano, su uniforme de día son shorts de ciclista en lycra y una vieja polera. De noche, una túnica de seda hindú y sandalias.

En invierno el guardarropa es el mismo, pero cubierto con un enorme sweater de cashmere que ha visto mejores días y un abrigo de piel falso.

Rose es coqueta y tiene debilidad por los extranjeros, a los que asalta a la primera oportunidad y sin ninguna provocación.Le gustan bohemios. Le gustan atractivos. Y le gustan alarmantemente jóvenes..

Este año Rose cumplió 70.

A estas alturas, y después de este retrato, usted pensará que la vida social de esta mujer es limitada. Y, en parte al menos, estará en lo correcto.
Su teléfono generalmente permanece silencioso los fines de semana, como una escultura instalada en su living. Y si no fuera porque ella llama a todo el mundo, es poco probable que el mundo recordaría su existencia.

Rose no tiene hijos ni familia, y vive en el mismo departamento de un dormitorio en el 88 de Charles Street- frente a Sarah Jessica Parker- desde el día que asesinaron a Kennedy.

¿Por qué es mi amiga? Porque es leal, tiene un increíble, oscuro y sarcástico sentido del humor y una mente tan rápida y certera como un revólver calibre 45.

Pero eso no es todo.

Todos los jueves por la noche, Rose y yo vamos a las inauguraciones en las galerías de Chelsea, e igual como ocurre cada vez que ponemos un pie en la calle, se encuentra con artistas, actores, socialites, modelos y celebridades. Y sobre cada uno tiene una historia.

Si usted, como yo, ama Nueva York y la cultura popular, Rose es su enciclopedia.

Durante cuatro décadas trabajó como “reportera gráfica” para una de las agencias mas importantes de Estados Unidos. No se atreva a decirle “paparazzi” porque recibirá una bofetada en la cara, pero digamos en cambio que Rose estuvo backstage con Naomi, Linda, Christy y Kate a principios de los noventa, con Elsa Peretti y Halston en alguna fiesta en “Tiffany’s”, Con Julian Schnabel y Diane von Furstemberg comiendo en los ochentas, y con Bianca Jagger montada en un caballo blanco- su fotografía mas famosa- celebrando su cumpleaños en el Studio 54.

Uno pensaría que después de haberlo visto todo, esta mujer ya estaría un poco ciega. Que otra celebridad, otro opening u otra fiesta ya no tendrían ningún interés para ella. Pero no señor, mientras yo estoy en cama a las diez de la noche viendo “re-runs” de ‘Friends’ y ‘Will & Grace’, ella está con Jessica Simpson, Jeff Koons o Zac Posen bebiendo champagne en el lanzamiento de un libro/ perfume/CD/ DVD/ o haciendo campaña para salvar los chimpancés de África en otro cóctel en los salones del Waldorf Astoria o la boutique de Hermès.

Su energía es inagotable y su curiosidad infinita. Todas las mañanas recibo un llamado que parte siempre de la misma manera: “ ¿Adivina donde estuve anoche…?”. Y antes de que siquiera pueda contestar, la respuesta llega acompañada de anécdotas divertidas, geniales ocurrencias y salpicada de nombres celebres.

Aunque Rose se queja todo el día, nunca practica ese detestable deporte que es la autocompasión. Las únicas veces que la he visto llorar, ha sido porque piensa que tiene una enfermedad incurable y que la vida se le está escapando de las manos. Pero incluso entonces se limpia los ojos, da un suspiro y dice “ ¿Leíste Page Six hoy en la mañana? Penélope Cruz esta saliendo con Javier Bardem. Now, THAT”S a smart woman!”.

Hoy en la noche vamos a comer en el “Waverly Inn”, un restaurant en el West Village cuyo propietario es el editor en jefe de “Vanity Fair” y que, por lo tanto, está siempre repleto de famosos.
Vamos a celebrar una reciente exhibición de sus fotos en una galería de Long Island City.

Yo habia propuesto un “restaurant simpático” en Brooklyn, pero ella no estuvo de acuerdo. “Cuando cumpla noventa podemos ir a un lugar ‘simpático’”, me dijo, “Ahora quiero ir al ‘Waverly Inn’ y ver a Sharon Stone”.

Thursday, November 8, 2007

La Fabulosa Navidad de Chi- Chi LaCroix


Hasta que cumplió 16 años y decidió envolver su cabeza en un turbante adornado con una pluma de avestruz, comenzar a fumar con una larga pipeta y lanzar “bon-mots” con el acento dramático, extraño y arrastrado que aprendió imitando a Gloria Swanson en sus viejas películas por la televisión, Chi-Chi LaCroix tenia otro nombre.
Un nombre que nunca mas volvió a usar.
“Ese nombre es parte del pasado”, escribió por entonces en su rosado diario de vida, lanzada sobre su cama en la pequeña casa que compartía con sus padres en Baton Rouge, Louisiana, “Es un nombre que no conozco, de una persona que nunca quise y que no quiero recordar”.
‘”Mi nombre, mi verdadero nombre, es Chi- Chi LaCroix”.

Puso un punto final a la frase y antes de cerrar el diario con un pequeño candado, besó la página dejando estampadas las huellas rojas de su lápiz labial.

Su padre no recibió bien la llegada de Chi- Chi. Pero ya sabemos como son a veces los hombres del clero, tan tristes, cascarrabias y temerosos de Dios. Para él, Chi-Chi era una prueba puesta en su camino, una mala jugada del destino, un desafío que debía enfrentar con fortaleza, convicción y mano dura.

Y así lo hizo.

Durante semanas la encerró en su habitación e hizo oídos sordos a sus gritos, llantos y ruegos.
Encendiendo una gigantesca hoguera en el jardín, quemó todos sus vestidos, perlas falsas, pelucas, batas de plumas y copias de “Vogue”. Las novelitas de Jacqueline Susan y Harold Robbins fueron enterradas a pocos pasos del gallinero, igual que los discos de Connie Francis y Sandra Dee.

Chi- Chi fue obligada a ir al colegio con el mismo atuendo del resto de los estudiantes, en jeans, suspensores y camisas de cuadrillé. Pero si el pastor pensó que eso aumentaría su popularidad entre sus compañeros, se equivocó.
Ese simple guardarropa tenia el efecto de una mordaza inservible en el cuerpo de Chi-Chi, haciéndola parecer aun mas exótica, extragavante y extraordinaria, como un pavo real que, con sus plumas bien atadas, trata de pasar por gallina de corral.

Así paso el tiempo, con Chi- Chi y el pastor condenados al rol de inesperados enemigos. “No hay dolor mas grande que el odio del que amas”, escribió ella por entonces en su diario.

Observó la frase, y pensó que algún día la usaría sobre un escenario.

Algún día.

El 26 de Abril de 1978, Chi- Chi cumplió finalmente 18 años. Esa mañana despertó temprano, se encerró en el baño y comenzó un ritual que había planeado cuidadosamente durante largo tiempo.

Primero limpio su piel con agua y jabón, la humectó con cremas, y la cubrió con polvos de arroz, el mismo que usaban las grandes estrellas del Baton Rouge Music Hall. Luego dibujó sus cejas- en esta ocasión con un arco inspirado en Joan Crawford-; pintó sus labios de un rojo tan profundo que parecía negro, y para efecto dramático, puso un lunar junto a la comisura de sus labios.
Sus parpados desaparecieron bajo una sombra verde esmeralda enmarcada por espesas pestañas postizas.

Su vestido también era verde, como una joya, con amplios hombros, un pequeño escote en “V”, bien ceñido en la cintura con un lazo de cuero, y una pollera que se ajustaba a su silueta hasta desaparecer un centímetro por debajo de sus rodillas.
Sus zapatos eran altos, altísimos, y rojos, como el sombrero, y combinados con el verde del vestido creaban una ilusión que Chi- Chi, sin poder contener la emoción de re-encontrarse en el espejo, consideró curiosamente patriótica, como un grito de libertad e independencia.

Abrió la puerta del baño, entró por ultima vez a ese lamentable cubo gris y que había sido su habitación en el último tiempo, tomó la maleta que había decorado con un “collage” de fotos de animales y estrellas de cine, y bajó lentamente los crujientes peldaños de la escalera.

Ahí, junto a la puerta de entrada, estaban sus padres.

“Bye, Mama”, se despidió de su madre dándole un beso en la mejilla, “No se preocupe, que voy a estar bien”.
La madre se quebró en un sollozo silencioso y sin decir una palabra le entregó un rosario que Chi- Chi escondió en las profundidades de su escote.

“Bye, Papa”, dijo entonces, pero el pastor no contestó.

Donde antes estaba su mirada dura, ahora se encontraban dos profundos pozos de tristeza. Solo ahí Chi- Chi se dio cuenta de que por todo el dolor que ella había sentido, su padre había sentido el doble.

Al menos ella tenia la promesa del futuro.

El, en cambio, no veía nada hacia adelante que no fuera pena, soledad, silencio y rencor.
Se sentía engañado.

La llegada de Chi- Chi a Nueva York no pudo haber sido mas afortunada. Personajes como ella eran mas que bienvenidos en el Manhattan de los 70’s, que sin contar la ola de crímenes y la bancarrota económica que lo azotaban, parecía por esos días un paraíso en lentejuelas y brillos, exceso y glamour, agitándose 24 horas al día al ritmo de “Love to Love You Baby” y “The Freak”.

Todavía no había bajado su maleta del bus en la estación de la calle 42, cuando un hombre alto, negro, vestido de blanco desde sus zapatos de charol a su fedora, se acercó y le dijo “No me digas nada…Eres actriz”.

“Bueno…no tengo experiencia. Pero si, me considero una actriz”, dijo Chi- Chi humedeciendo sus labios y agitando las pestañas postizas, como hacia cada vez que olía una buena oportunidad.

“No eres actriz, Baby. ¡Eres una estrella!”.

Esa misma noche, Chi- Chi se encontró en un bar del West Village sentada sobre un piano blanco junto a Mimi La Rue- una cubana recién llegada de North Miami vía los buses Greyhound-, las dos vestidas en lentejuelas rojas, pelucas rubias y morenas, escotadas hasta la cintura por delante y hasta el fin de la espalda por atrás, cubiertas de strass y maquillaje, imitando a Marilyn Monroe y Jane Russell en “Los Caballeros las Prefieren Rubias”.

De ahí al “Studio 54” hubo solo un paso, y en cuestión de semanas Chi-Chi se convirtió en figura infaltable en la “Factory” de Warhol, en las páginas de “Interview”, en las fiestas de Halston en su loft de la Olympic Tower y donde fuera que Liza decidiera hacer su aparición.

Vogue la llamó, con cierta ironía y creando una ola de reclamos entre las lectoras mas tradicionales, la “it Girl” del downtown neoyorkino en 1979.
Fue retratada por Jean Michel Basquiat, fotografiada por Robert Maplethorpe y Richard Avedon, y tuvo un pequeño rol en “Chelsea Girls” y “Saturday Night Fever”.

Nadie que la hubiera visto una noche cualquiera aparecer en las puertas del “54”, besando en ambas mejillas a Steve Rubell, bailando en la pista con Sterling St. Jacques y John Travolta- esa foto ocupo una página completa en “Life”-, o bebiendo champagne con Jackie Kennedy Onassis y Bianca Jagger, podría haber adivinado el triste pasado de Chi- Chi.

Todas las semanas, sentada en el escritorio de su pequeño y atiborrado departamento en el 550 de la Quinta Avenida, Chi- Chi escribía una carta a sus padres. Ahí les contaba de la gente que había conocido- “Gloria Swanson admiró mi vestido! ¡Alexander Godunov, Jackie Bisset y yo compartimos un taxi!”-, daba detalles de su rutina en Nueva York, y les enviaba copias de recortes sobre ella en la prensa.
Cada carta iba perfumada con “L’Air du Temps” y siempre firmada de la misma manera: “Que Dios los bendiga. Su hija que los adora, Chi- Chi LaCroix”.

Nunca tuvo respuesta.

Y así pasaron los años, hasta que un día, en Noviembre de 1988, recibió un llamado de su madre anunciándole que el pastor, anciano, senil y semi-demente, había sido internado en el Hospital del Glorioso Socorro a las afueras de Baton Rouge. “Ya se que las cosas entre ustedes no están bien”, dijo la voz quebrada a través del teléfono, una voz que Chi- Chi en un principio no reconoció, “Pero es tu padre. Y a su manera, te quiere”.

Chi- Chi tomó el primer vuelo de Pan- Am de JFK a Baton Rouge.

Su llegada al hospital creo una pequeña conmoción, porque ni los médicos, las enfermeras o las monjas habían visto nunca antes a una criatura semejante. Vestida de blanco de pies a cabeza, con un velo sobre su maquillado rostro, zapatos de tacón y un sombrero de zorro albino, Chi- Chi corrió por los tristes pasillos hasta encontrar la habitación 666 donde se encontraba su padre.

Ahí estaba el pastor, pálido, frágil, enjuto; una sombra del hombre fuerte y decidido que había sido algún día.

“Papa”, dijo Chi- Chi, “Soy yo, Chi- Chi”.

El viejo entre abrió sus ojos azules, la miró por un segundo con curiosidad y luego volvió cerrar los parpados diciendo, “Señorita, ¿Me puede dar un vaso de agua?”.

A partir de entonces, Chi- Chi visitó a su padre todos los días y él nunca la reconoció. Al menos no totalmente. “Su voz me parece conocida”, dijo una vez. Pero eso fue todo.

En cuestión de semanas, Chi- Chi se convirtió en la estrella del hospital. Tocando puerta tras puerta, visitaba a los enfermos y moribundos y los alegraba leyéndoles trozos del libro sagrado, alguna revista de cine o modas, o simplemente interpretándoles su propia versión de “The Man that Got Away’, su canción favorita.

Los enfermos la adoraban. Incluso su padre, que esperaba todas las tardes la visita de esta extraña mujer que, a diferencia de las enfermeras o las monjas, jamás le preguntaba como se sentía. “!Lo veo mejor que ayer!”, decía simplemente, y se sentaba a su lado con un pote de crema a suavizarle las manos.

La Navidad en Louisiana no tiene nada del encanto nórdico de Nueva York o Boston. Tampoco es exótica, como en Sudamérica. Aunque las casas de Baton Rouge se llenan de campanas, pinos falsos y pesebres, todo se ve forzado e irreal. Como si los llamados al viejo pascuero se perdieran en medio de la neblina de los pantanos.

Chi- Chi, que verdaderos amigos no tenia en la ciudad, se ofreció para acompañar a su padre y al resto de los enfermos en la nochebuena. “ ¿Estás segura Chi- Chi?”, le peguntó su madre, que pasaría la velada junto a sus amigas en la misa de medianoche. “Segura Mama, vaya tranquila”.

Si usted no ha pasado la Navidad en un hospital de Louisiana, debemos advertirle que es una triste experiencia. Aparte de un par de estornudos y algunos quejidos, no hay nada que quiebre el silencio de esta antesala a la muerte.

Chi- Chi estaba leyendo el último número de “Harpers Bazaar” en el sillón junto a la ventana, cuando sintió la voz de su padre.

-“Señorita”, le dijo, “Me duele la espalda’.

Chi- Chi se acercó, puso su mano sobre la frente del enfermo para ver si tenia fiebre, y después de asegurarse que todo estaba bien le arregló las almohadas para que se sintiera mas cómodo.

Fue entonces cuando su padre la agarró de la muñeca.

-“Gracias”, le dijo con cierta urgencia en su voz.

-“¿Gracias por qué?”- dijo Chi- Chi.

-“Por estar conmigo esta noche, por cuidarme, por darme agua y arreglar mis almohadas”, dijo el anciano entonces, “Si yo tuviera una hija, me gustaría que fuera como usted. Tan buena, tan bonita, tan alegre. Un ángel caído del cielo”.

Los ojos de Chi- Chi se llenaron de lágrimas.

Le dio un beso en la mejilla a su padre, buscó su cajetilla de Lucky Strikes en la cartera y salió a la terraza.

Después de observar por un segundo los relámpagos a la distancia, encendió un cigarrillo y miró al cielo.

“Que rara es la vida”, pensó, justo cuando las campanas de la iglesia anunciaban que era la medianoche.

Friday, November 2, 2007

I Would Die in Dubai


Mientras las cosas sigan como están, no voy a Dubai.

Bye, bye, Dubai.

No importa lo altos que sean sus edificios, cuántas canchas de ski tengan sus malls, cuántas boutiques de lujo abran sus puertas o cuántos restaurantes submarinos ofrezcan sus tártaros de atún servidos junto a la magnifica vista de un cardúmen de tiburones, este es un sitio podrido en el oscurantismo y la barbaridad.

Si tiene dudas, pregúntele a Alexandre Robert, cuya horrorosa historia ocupó la primera página del “New York Times” esta semana.

Alexandre es un niño francés de 15 años que hace unos meses fue violado por tres hombres árabes en el desierto, a la sombra de los condominios, rascacielos y centros comerciales que han hecho a Dubai tan famoso.

El gobierno de Dubai- con su cruel mezcla de tradición y fanatismo religioso- no reconoce la violación masculina, solo la femenina. En cambio llama a estos asaltos “homosexualidad forzada”.

Y forzada fue, a punta de cuchillo, en el caso de Alexandre.

El gobierno de Dubai no recibió de buena gana las demandas del menor y su familia- es mala publicidad, justo cuando hay tanto negocio por cerrar- y, quizás por lo mismo, amenazó con castigar a Alexandre con al menos un año de cárcel por “prácticas homosexuales”, ilegales en los Emiratos Arabes.

Su madre, con toda razón, lo sacó del país.

El gobierno de Dubai, además, olvidó durante largo tiempo informar a la familia Robert que uno de los asaltantes, que ya había estado en la cárcel por crímenes similares, estaba contagiado con el virus del SIDA

Alexandre no sabrá cual es su estado de salud hasta enero próximo, seis meses después de la violación.

Yo no tengo que esperar.

Ya se que a Dubai no voy, porque no importa la cantidad de maquillaje que ese lugar se ponga, su cara horrible, ciega y torpe sigue ahí, deformada por la ignorancia y la violencia.

La madre de Alexandre creo un web site, www.boycottdubai.com. Vaya y firme.

Monday, October 29, 2007

You are such a Snob!


“Todo el mundo es snob respecto a algo”, dijo unavez Julian Fellowes, un escritor, guionista y actor inglés que hace poco mas de dos años publico una genial novela llamada, precisamente, “Snobs”.

En Londres, sugiere el libro, la tensión entre estos dos grupos es visible y constante. Desde las carreras de Ascot a las noches en “Annabel’s” o las mesas del “Ivy”, no hay un solo lugar en la ciudad que no pueda ser considerado una escalera social con interminables peldaños y con la Reina en el tope. Después de todo, ¿Qué mayor sueño puede tener un snob que una comida en Buckigham Palace?.
Como revela el autor, en Gran Bretaña todo- desde el colegio privado hasta el tamaño de las fotos en las páginas de vida social de “Tatler” o “Harpers & Queen”- revelan ese delicado balance social donde nadie parece satisfecho con el lugar que le corresponde.

Los que están arriba sueñan con la libertad y el anonimato. Los que están mas abajo, con la fama, el dinero y el poder.

En Estados Unidos, donde las cosas supuestamente son más democráticas, existe un mapa similar.
Henry James se hizo célebre relatando en libros como “Portrait of a Lady” y “The American” las desventuras de multimillonarias herederas en busca de un titulo nobiliario, y Edith Wharton literalmente desmenuzó cada capa social de Nueva York del siglo 19 en “The Age of Inocence” y “The House of Mirth”.

Esas son cosas del pasado, podrá pensar mas de alguno, hasta que se encuentra en alguna revista con mujeres como Daisy Olarte Kanavos, Melania Trump o Marie Chantal Miller- actual princesa de Grecia y heredera del imperio de los duty free creados por su padre-, cada una buscando el guardarropa, la causa benéfica y hasta el colorista adecuado que les permita sentirse seguras y felices en el nuevo estrato social en que se encuentran.

La tarea, como sabe cualquier snob, no es fácil. Basta quedar sentada en la mesa incorrecta del “Four Seasons” para quedar con el sello de “wanna be” marcado en la frente por una eternidad.

Desde que el legendario Steve Rubell decidió elegir personalmente- y a dedo- a quienes ingresaban cada noche al mítico Studio 54, la entrada al club, bar o lounge de moda se ha convertido en la prueba de fuego para miles de snobs alrededor del mundo.
El segundo piso de Casa Tùa, en Miami, está reservado solo para socios, lo mismo que Soho House en Manhattan, Londres y, próximamente, Miami Beach. Algo similar sucede en las fiestas del Roossevelt Hotel o los bungalows del Chateau Marmont en West Hollywood, y los clubes más exclusivos de Las Vegas.

En su intento de cruzar estas puertas, el snob está dispuesto a cualquier cosa- desde ruegos a soborno- y su ansiedad frente a la “velvet rope” es simplemente conmovedora. Instalados ahí, hablando constantemente a través de su celular última generación con algún amigo que prometió dejar su nombre en “la lista”, luciendo sus Rolex, sus coloridas camisas de Etro o Versace y alguna rubia platinada escotada hasta la cintura, ven con desesperación como un ejército de adolescentes con el pelo desordenado, zapatillas Converse y gastadas T-shirts entran sin problemas saludando con un familiar “hey, man” al portero, que devuelve el saludo con un abrazo y dos golpes en su pecho. Y aunque la situación es un poco humillante, el snob sigue ahí, de pie, con su voluntad invencible, hasta que cerca de las tres de la madrugada, cuando ya todos están abandonando el lugar, finalmente es aceptado, conducido a una mesa y obligado a pagar $500 por una botella de Grey Goose.

Una snob sabe bien que, como dice el refrán, el hábito hace al monje. Por lo mismo, pasa horas y horas devorado revistas de moda para estar al tanto de cual es la cartera de la temporada, el zapato que no debe faltar en su closet o el restaurant donde debe ser vista. Con la paciencia de un monje budista, practica la pronunciación de nombres como Nicolas Ghesquiere o Ann Demeulemeester, diseñadores europeos que luego menciona, con un aire estudiadamente casual, durante el almuerzo con sus amigas en “Swifty’s” o “La Goulue”.
Si practica yoga, quiere hacerlo junto a Madonna o Cristy Turlington.
Si toma clases de cocina, es en el taller de Jean Georges.
Si asiste a misa, quiere hacerlo en San Ignacio de Loyola en Park Avenue, donde Caroline Kennedy pide perdón por sus pecados.
Si adquiere joyas en Sotheby’s, lo hace en persona porque ¿De qué sirve adquirir una tiara que perteneció a la princesa Margarita de Inglaterra si nadie se entera que gasto 250 mil dólares en ella?

Convencida de que las apariencias no engañan, esta es una mujer que no sale al supermercado si no es envuelta en Carolina Herrera o Narciso Rodríguez, y que no soñaría en escribir una nota- aunque sea para la mucama de su hotel indicándole que cambie las flores de la habitación- si no fuera en perfecta caligrafía en tarjetas de Mrs. John L. Strong.

La educación es de vital importancia para una snob, que considera el ingreso de sus niños a Calhoun, Chapin o Spence, algunos de los colegios privados más exclusivos de Manhattan, un paso inevitable en su ascenso social. Cada reunión de padres es tratada como un cocktail en un country club, la oportunidad perfecta para crear “relaciones” duraderas que luego se trasladarán a Yale, Harvard o Stanford y, años mas tarde, a Washington, Hollywood o Wall Street.

De todos los snobs, quizas el mas insufrible es el snob intelectual. Con una arrogancia que solo crece a la sombra de la ignorancia, estos trepadores intelectuales se las arreglan para mencionar a Proust, Aristoteles, Schopenhauer y Robert Wilson aunque el tema de conversación sea la final de American Idol.

La vida de un snob es agotadora, porque no importa lo lejos que llegue, siempre soñará con estar un paso mas allá.

Tuesday, October 16, 2007

Chez Marc, en Paris


Acabo de recibir la edición de Noviembre de
W”, su increíble “Art Issue”.
¿Lo mas interesante? Un vistazo al departamento de Marc Jacobs en Paris, cubierto con obras de Ed Ruscha, Richard Prince, John Currin, Damien Hirst y Sean Landers.
La ultima colección de Louis Vuitton estuvo inspirada en la obra de Prince- que por estos días tiene una retrospectiva en el Guggenheim de Nueva York (Don’t miss it!)- y terminó con una serie de enfermeras/ modelos tipo “pulp fiction”.




Marc y su novio en el SoHo, Octubre 16

La Muerte de los Otros



Nada pone mas perspectiva sobre la propia vida que el obituario de los otros.

Mis favoritos están en las páginas del “Telegraph” de Londres, que aparte de los personajes esperados- el magnánimo millonario, el político que torció las ruedas de la historia, la estrella de cine que comenzó su carrera con un Oscar y la terminó sumergida en el sopor del Opio- publica verdaderas mini-novelas sobre la existencias de lunáticos y excéntricos.

Aquí están aquellos que pasaron décadas persiguiendo mariposas en el amazonas, se hicieron famosos por su habilidad para beber dos veces su propio peso en cerveza, o podían recitar los sonetos de Shakespeare de atrás para adelante.

Si usted practicó el canibalismo en su luna de miel, pasó años planchando las sábanas reales en Buckigham Palace o dedicó su vida al contacto con extraterrestres montando una antena de titanio en su techo, lo mas probable es que, al momento de muerte, su historia terminará en el “Telegraph”.

Revisando la edición de hoy, me encuentro nuevamente con la triste noticia de que hemos perdido a un puñado de personajes ejemplares.
Bob Denard fue un mercenario francés que orquestó una serie de frustrados golpes de estado.
David Buffet defendió las colonias inglesas enfrentando flechas envenenadas, una bruja y un caníbal.
Fritz Fryer fue guitarrista con “The Four Pennies”, un grupo que tuvo solo un éxito, “Juliet”, en 1964.
Cynthia Pitman fue gran dama y cazadora; tenia ochenta años y todavía aparecía a caballo, obsesionada con la caza de la zorra.

Pienso en mi vida y me pregunto que diría el “Telegraph” mientras mis restos se hunden en la tierra.

Mi favorito esta semana es el profesor Michael Frede, un profesor de filosofía de Oxford que, según el “Telegraph”, “amplió el conocimiento sobre los Estoicos, los Helenistas- post Aristotélicos y los primeros Platonistas Cristianos”.

Mi interés, seguro, se debe a que no tengo idea de qué estamos hablando.

En la foto que acompaña su obituario, el profesor Frede se ve como uno de esos ilustres académicos que hacen burbujear el libido sin mas herramientas que una mirada intensa y una mente brillante sin límites. El párrafo que se refiere a sus dos matrimonios, sus dos divorcios y la tristeza provocó su desaparición en su actual novia- otra profesora de filosofía Helenista que lleva el enigmático nombre de Katerina Ierodiakonou- hace que la imaginación corra de inmediato hacia algún affaire en la Biblioteca.

El profesor Frede murió a los 67 años, la plenitud de la vida si uno es, como fue él, “profesor de Historia de la filosofía en Oxford University y uno de los mas importantes y aventureros académicos de filosofía Antigua en los tiempos modernos”.

Según el obituario, aunque Frede era obviamente parte del “establishment” universitario en Inglaterra y Estados Unidos, nunca perdió su espíritu revolucionario. Algo que, a mis ojos al menos, hace aun mas lamentable su partida.

Mi corazón se llena de tristeza pensando en los desayunos que perdí junto a este seductor de cerebros. ¿Cómo no tuve la suerte de sentarme junto a él una manana en su departamento a las afueras de Londres, con un plato de huevos, salchichas y tomates, a leer el diario y esperar sus comentarios?

“El sofismo”, dijo en una oportunidad, “es tratar de dar vueltas a un argumento que se sabe que es falso y que, examinado en profundidad, sigue siendo falso. Los sofistas en mi clase no tienen ninguna posibilidad de éxito”.

¿Por qué este hombre no estuvo nunca en la televisión analizando los discursos de George W. Bush?

Debería cancelar mi suscripción al cable.

Después de pasar por Princeton, Harvard y Berkeley y publicar su primer libro “Prädikation und Existenzaussage”, el profesor llegó a Oxford en 1976 donde se hizo rápidamente conocido por su talento para desafiar intelectualmente a sus pupilos- y al resto de los profesores- con una agilidad y frialdad que habría provocado el orgullo del propio Sócrates pero que le trajo pocos amigos.

Todo eso, sin embargo, quedaba olvidado en el Pub local, donde su agudo sentido del humor subía al mismo tiempo que la espuma en la cerveza.

Si uno muere como uno vive, lo mas probable es que yo muera frente al televisor, viendo viejos re-runs de “The Golden Girls”, con un Marlboro Light colgando de mi boca, mis gatos acurrucados junto a mi, mil revistas repartidas junto a mi cama y con Karen Carpenter entonando “We’ve Only Just Begun” en el I-Pod.

El profesor Frede murió el 11 de Agosto pasado durante el coloquio de filosofía Helenística en Delphi.

Esa mañana se sumergió las aguas cercanas a la cueva de Itea, en el Golfo de Corintios, y nunca mas volvió a la superficie.

Thursday, October 4, 2007

ART lovers



Tobias Meyer es el director del departamento de Arte Contemporáneo de Sotheby’s, nació en Viena, se educó en Londres, vive junto a su pareja, el “consultor de arte” Mark Fletcher, y sus dos labradores- Virgil y Beatrice- en un fabuloso departamento en el piso 66 de las Time Warner Towers en Nueva York.

Tobias es, al menos a mis ojos, es el mejor ejemplo de un tipo de Dandy que pocas veces pone sus perfectamente lustrados John Lobbs fuera de una galería, un museo, la mansión de un coleccionista o un avión privado.

Simon de Pury, presidente de la casa de remate Phillips & de Pury, y cualquiera que haya aparecido alguna vez en una acuarela de Elizabeth Peyton son otros pavos reales que vale la pena mencionar en este corral.

El look es descuidadamente chic, desde el pelo- suficientemente corto para no ser confundidos con los artistas que representan, y suficientemente largo para que nadie piense, horror de horrores, que trabajan en Wall Street-. Sus trajes son inevitablemente ingleses, “bespoke” de Savile Row, y se ajustan perfectamente a cuerpos largos y delgados que son mantenidos sin dietas ni ejercicio.

Pura lotería genética.

Que el traje en cuestión haya costado lo mismo que un vuelo trasatlántico en primera clase es un problema que se soluciona fácilmente. El pantalón va siempre sin cinturón- el cinturón es visto en ciertos círculos como signo evidente de burguesía- y, aun así, cae perfecto en los visibles huesos de sus estrechas caderas.

Cuando uno de estos hombres menciona a Kandinsky, la “K” sale profunda, a la altura del corazón, y el “insky” delata la “ese” arrastrada de un buen colegio europeo.

Y tendría que ser Proust para explicar como se escucha el nombre de Picasso en sus delicados labios.

Siento una profunda y genuina envidia por estos ART Lovers

Ahí están, enfrentados día a día a las obras de arte mas importantes, hermosas y trascendentes de nuestro tiempo, visitando artistas de Buenos Aires a Shanghai, compartiendo cenas con potenciales coleccionistas y volando trece horas en un jet privado solo para decidir si una calavera de diamantes de Damian Hirst merece la portada de un catálogo y un precio estimado de 50 millones de dólares.

Y todo eso, sin siquiera desanudar su corbata Hermès.

Pero la verdadera raíz de mi envidia, si lo pienso bien, es su talento para crear un mundo propio, con sus propias reglas y códigos.

Como el mas anarquista de los poetas, Tobias, Simon y los demás han encontrado un agujero en ese grueso muro gris que es el día a día, la rutina, la lata, la insoportable agenda cotidiana, y han plantado ahí una flor exótica, extraña y única que para el resto es un simple recordatorio de que la vida sin belleza no merece ser vivida.

Si eso no es arte, no se qué es.

Wednesday, October 3, 2007

Carrie gets Married (In Zac Posen)


No tengo nada que decir...Habra que esperar la pelicula.

Tuesday, September 25, 2007

I Love New York


Mi nombre es Michelle Bachelet y soy la Presidenta de Chile.

Después de una visita de 48 horas a Nueva York, voy rumbo a JFK para abordar el avión presidencial de regreso a Santiago. La ronda de discursos, reuniones, desayunos, almuerzos y comidas me dejó agotada, somnolienta y algo triste, y el insistente ronroneo del aire acondicionado del auto y la monótona letanía de agendas y protocolos que me dicta el burócrata sentado a mi lado, solo hacen que me sienta, de pronto, como en una acolchada jaula de asientos de cuero y vidrios polarizados.

¡La ciudad se ve tan viva a través de la ventana!. Son las nueve de la noche y las calles están repletas; el tráfico es infernal, y frente a nosotros, hasta el infinito, se extiende una serpiente de luces rojas y taxis amarillos.

48 horas en Nueva York y no puse un pie en la calle.

El auto avanza lento por la Segunda Avenida hacia el sur, y en cada cuadra veo restaurantes llenos, ancianas paseando sus perros, y parejas abrazadas disfrutando la tibia noche de Septiembre.
Tanta tranquilidad y alegría me llenan de nostalgia,

Si no fuera la Presidenta, pediría asilo político en Nueva York.

Me imagino abriendo la puerta del auto en la mitad de la calle, despidiéndome apurada y entre bocinazos del chofer, el burócrata, los escoltas, y corriendo hasta desaparecer en la oscuridad de Central Park.

Adiós a la comitiva, a los senadores ambiciosos, a los embajadores sumisos, a la prensa, y a todos aquellos que quieren algo de mi –un ministerio, una embajada, un contrato- Y adiós, también, a cualquiera que desee mi puesto. ¡Ahí está! Disponible. Que otros se hagan cargo de tanta huelga y reclamo, del transantiago, de la pobreza, de la interminable lista de problemas. Ya hice lo mío, pienso por un instante, y ahora es mi turno de tomar una bicicleta y, con mi IPod colgando de mis oídos, perderme por las bellísimas calles del West Village o Cobble Hill.

Quiero tomar un café, leer The New York Times, y olvidarme de esta tortura que ha resultado ser el “servicio publico”. Mientras cruzamos el puente de Brooklyn hacia el aeropuerto, recuerdo el éxtasis de la noche en que fui elegida, los aplausos, las banderas, la Moneda iluminada, y me pregunto que pasó con la alegría que sentí por esos días.

Sentada en el primer asiento del avión, escucho a medias la conversación anodina y aburrida de aquellos que buscan mi atención. Todavía hay tiempo, murmuro en silencio mientras la manga comienza a retraerse y el capitán testea las turbinas. Todavía hay tiempo para escapar de esta condena de cuatro años que tanto busqué. Soy la persona mas poderosa del país, ¿Por qué no podría, como tantos otros, dejar todo atrás y buscar una nueva vida en Nueva York?

Mientras nos elevamos, observo con tristeza las luces de la ciudad, los puentes que parecen fabricados en perlas, el Empire State, el Chrysler, los mil rascacielos y el océano negro que me anuncia que otra oportunidad ha sido perdida.

I love New York.

Mañana, cuando me encuentre nuevamente sentada en esa enorme y fría oficina flanqueada de banderas, escudos y medallas, cuando uno a uno mis ministros golpeen la puerta con una nueva tragedia, cuando mi pequeño ejercito de asistentes me indique cada tarea del día, pensaré en esta ciudad y en la romántica idea de que tanta pompa y circunstancia no se comparan a la felicidad de admirar las flores frescas en el mercado de Union Square, leer un libro a medias en un café del Lower East Side o esperar la llegada de la noche junto al Hudson.

Ya sé que no debería quejarme y que yo misma hice la incómoda cama donde me toca dormir.

Pero, como dice la canción, una puede soñar. ¿No?

Friday, September 14, 2007

Pinochet 2.0 (The HBO Edition)



Hace un millón de años conocí a Augusto Pinochet.
Fue en un “almuerzo para la prensa” organizado en una casona campestre a las afueras de Santiago. Ahí estuve, junto a los jerarcas de El Mercurio, La Segunda, Ercilla y Canal 13- entre otros medios- tomando pisco sours, escuchando a Ginette Acevedo cantar “la Torcacita” a capella, y observando al general, que ese día llevaba puesto un uniforme blanco (colección de verano) repleto de condecoraciones.

Alguien me susurró al oído que el general y la cantante eran amantes, pero nunca supe si el rumor era cierto.

El general lanzó unos chistes predecibles, dijo unas palabras que resultaron inteligibles en esa modorra añeja y metálica que era su discurso, y luego se concentró en su plato sin dar mayor atención a sus invitados.

Pinochet, a mi modo de ver, nunca fue un dictador original. Mientras Idi Amin, “Baby Doc” Duvalier o Stroessner arrancaban epítetos en la prensa con sus demenciales crueldades, sus excéntricos gastos y hasta su canibalismo, el pequeño reyecito chileno se comportaba con la actitud de un inspector de colegio gruñón, el cascarrabias de clase media, el viejo que alega porque alguien está hablando en el asiento de atrás en el cine.

Eleve eso a la potencia de una dictadura, y se encontrará con 3,000 desaparecidos y cientos de exiliados.

Igual como ese vecino mal genio que pone veneno en un trozo de carne para silenciar al perro que lo despierta a medianoche, Pinochet tomó medidas drásticas para terminar con sus problemas. Y después, sin pensar dos veces en lo que había hecho, se metió a la cama y se puso a soñar con que algún día la historia le daría la razón y seria él, no el perro, la victima en todo el asunto.

A su mujer, la señora Lucia, la conocí en otro almuerzo. Esta vez en La Moneda, donde reunió a un grupo de periodistas para promocionar las selectivas caridades de su CEMA Chile.
Como su marido, la Primera Dama era una mujer de poca paciencia y tono mandón, acostumbrada a tratar a todo el mundo como si fuera su escolta.
No recuerdo detalles, pero nunca olvidaré la mirada que le dio a una periodista que le hizo una pregunta que, a diferencia de todas las demás, no acarreaba un halago.

Gracias a Dios no había un palo a la mano.

Cuando Pinochet fue arrestado en Londres, COSAS me envió a cubrir la noticia. Y aunque no hablé con el general ni su mujer, entrevisté a su hija, Lucia, que me dijo, sin una pizca de sarcasmo, que nunca, nunca, había visto una crueldad como la que habían hecho con su padre.

La ceguera es, aparentemente, congénita en la familia.

En esos días de locura vi a Maria Angélica Cristi, la senadora, llorar a mares por la suerte del general, y Alberto Espina, de Renovacion Nacional, me dijo que todo el embrollo se solucionaba fácilmente, “enviando algunos barcos de la armada” para rescatarlo.
Los "socialites" nacionales, desesperados y olvidando todo decoro, se paseaban por las calles de Londres arriba de un camion, con megafonos, rogando que soltaran a su salvador.

El Chile de esa época era definitivamente mas Macondo que MacCondo.

El general debe estar sonriendo en su tumba ahora que la BBC y HBO produjeron una película, “Pinochet’s Last Stand”, sobre sus 300 y tantos días como recluso en Inglaterra, con Derek Jacobi como protagonista.

Jacobi, que se hizo mundialmente famoso en el rol principal de la estupenda miniserie británica “Yo Claudio”- donde encarnaba a un tartamudo y bonachón emperador romano- es el Pinochet que Pinochet nunca fue.

Con su pelo y el bigote blanco, la cara enojada y envuelto en un chal en su silla de ruedas, el actor tiene un increíble parecido con el general. Pero habla mejor, se mueve mejor, y tiene una dignidad y una elegancia que La Moneda no ha visto jamás.
En medio de todo el escándalo, y sin perdonar sus pecados, HBO le dio cierta humanidad.

Si Derek Jacobi hubiera ido a plebiscito, quizás el resultado había sido distinto.

La señora Lucia también sale ganando en HBO.
Si, es cierto que es retratada como una Lady Macbeth latinoamericana, desde sus cómodos zapatos hasta su impenetrable peinado cubierto de laca, pero su maldad, ignorancia y despotismo tienen cierto encanto en las manos de la actriz Phyllida Law, que retrata a la ex Primera Dama como una Alexis Carrington con menos presupuesto y cero libido.

La película termina con imágenes reales de Pinochet llegando a ese refugio de prófugos que resultó ser el aeropuerto de Santiago.

En cierto modo, esa secuencia es una desilusión.

El Pinochet real se ve considerablemente disminuido en comparación a su versión cinematográfica, y todos esos militares en perfecta formación, los burócratas de palacio corriendo para acomodar al general y la docena de mujeres sonrientes en trajes sastre color pastel, son un triste recordatorio de que no todas las películas tienen un final feliz.

Wednesday, September 12, 2007

Fashion Week: Tommy Hilfiger

Rosario Dawson, Emmy Rossum, Agyness Deyn & American Chic








Fotos@Manuel Santelices

Tuesday, September 11, 2007

Fashion Week: Sexy, Crazy, American Heatherette

Para ti, J.








Fotos@ Manuel Santelices

Fashion Week: Custo Barcelona





Fotos@Manuel Santelices

Fashion Week: Chez Carolina Herrera...

En este dia de tantas tragedias, algo para levantar el espiritu...







Fotos@Manuel Santelices