Thursday, January 31, 2008

14th Street 10:04 PM


Un amigo mío me cuenta que en Chile no hay un solo lugar donde comprar revistas extranjeras. Y las pocas que aparecen tiene un precio similar al de una comida para dos, con aperitivo, bajativo, postre y café en un buen restaurant.

Cientos de Hummers por la Kennedy, departamentos de un millón de dólares en La Dehesa, refugios en Valle Nevado, tres nombres chilenos en la lista de Forbes y un televisor plasma de 32 pulgadas hasta en la casa mas modesta… ¿Y ni un Vogue o Vanity Fair a la vista?

La foto que acompaña este post fue tomada anoche en “Universal News”, un gigantesco kiosko en el centro de Manhattan. Como ese hay cientos- igual que sucede en Ciudad de México, Buenos Aires o Río.

¿Por qué no en Santiago?

Usted pensará que a estas alturas, cuando uno puede ver y leer lo que quiera On Line, este es un asunto sin importancia.
Pero está equivocado.

Ni el mejor sitio web se compara a la sensación de tener una revista en las manos. Es como ver “Lo que el Viento se Llevó” en el cine o en su I-Pod.

I love magazines.

En los años ochenta, cuando las publicaciones extranjeras eran tanto o mas escasas que ahora, usaba las mías como mesas y sofás en el living. Si alguien me visitaba, terminaba sentado en un alto de “Interviews” o “French Vogue”, comiendo sobre las portadas de “Harpers Bazaar”.

Cuando me fui, me deshice de todo- televisor, refrigerador, camas y sillas-; todo, menos de mis revistas, que quedaron guardadas en una bodega para ser revisadas nuevamente, décadas mas adelante, cuando esté viejo y enfermo y se conviertan en la fuente de toda mi inspiración y felicidad, hasta mi ultimo suspiro.

Mis revistas preferidas son aquellas que poco y nada tienen que ver con el mundo real. Tome cualquier acontecimiento, déjelo en manos de un buen escritor y un mejor director de arte, y verá como se transforma en una realidad alternativa, mas bonita, mas romántica, mas glamorosa y infinitamente mas atractiva que esa nube opaca a la que llamamos realidad.

Las revistas son un derecho humano. Exíjalas en su kiosko.

Wednesday, January 30, 2008

El Beso de la Mujer Araña


Nadie podría culpar a Judith Nathan- a.k.a Mrs. Rudy Giuliani- de haber provocado el descalabro político y profesional en que ha caído “el alcalde de América”.

Pero ella, sin duda, algo tiene de responsable.

Cuando los potenciales electores se enteraron que Judy, que hasta que conoció a Giuliani se ganaba la vida como enfermera y vendedora de alfombras, ahora exigía una asistente personal, dos guardaespaldas y un asiento en primera clase para instalar en el avión su cartera Louis Vuitton, comenzaron a sospechar que, quizás, el héroe del Once de Septiembre no era el mejor candidato.

Si Judy llamaba en medio de un discurso, Rudy contestaba el teléfono.
Si Judy quería estar presente en las reuniones de la campaña, su asiento estaba asegurado.
Y si Judy- que conoció al ex alcalde deslizándole su número de teléfono una noche en el “bar Macanudo” cuando ambos estaban aun casados con terceros- decidía contraer matrimonio por tercera vez vestida de Cenicienta, con vestido de satín y coronita incluidas, ¿Quién era Rudy para venir a arruinarle sus sueños?.

En una entrevista con Barbara Walters, el candidato sugirió que su flamante tercera mujer, con sus conocimientos de “medicina” y “biologia”, seria una fuente de información importante en asuntos de salud y bio- terrorismo para su Casa Blanca.

Please.

Ahora la carrera política de Giuliani ha caído en la fosa común de los candidatos sin destino.

Después de sus desastrosa performance el martes pasado en Florida- donde había hecho todas sus apuestas- no tuvo mas opción que retirarse y ofrecer su apoyo a su ex contrincante, John McCain.

Aunque su campaña fue descrita anoche, con justa razón, como “la peor en la historia moderna de América’, las razones de su escandalosa derrota son mas profundas.

Mientras mas lo conoce la gente, menos les gusta.

En Nueva York esa no es ninguna novedad.
Aunque la “tolerancia cero” de su gestión convirtió a la ciudad en la mas segura y próspera de Estados Unidos, también creó enormes controversias entre los neoyorkinos que, en cantidades abismantes, consideraban al alcalde un hombre arrogante, egoísta, beligerante, vanidoso, ambicioso, infiel y de mal gusto.

¿Piensa que estamos exagerando? El “New York Times” lo trató en términos similares en un comentado editorial. Y en su última edición, la revista “GQ” publicó un largo articulo sobre él que comienza con la siguiente presentación: “Antes de decidir que el 11 de Septiembre era su maquina personal de auto promoción, Rudy Giuliani molestó a mucha gente y de muchas formas. Aquí, un vistazo a las maniobras siniestras, oscuras, vengativas y descriteriadas de ‘el alcalde de América’”.

A reglón seguido, una docena de personalidades, incluyendo al reverendo Al Sharpton, el ex alcalde de Nueva York, Ed Koch, el escritor Dan Collins, el periodista del Village Voice, Wayne Barrett, y el ex capitán de la policía de Nueva York, Eric Adams, se lanzan a contar historias que van desde abusos de poder a brutalidad policíaca, desde irregularidades en la construcción de viviendas sociales al soberbio conservatismo que llevó a Rudy a cancelar fondos para el Museo de Brooklyn solo porque se sintió ofendido por una de la sobras expuestas.

New York Magazine, la Biblia de los habitantes de la ciudad, lo puso en su portada en Diciembre pasado bajo un titulo corto y certero: “Rudy Vs. New York”.

No, Giuliani no es gusto de todos. Y aunque hasta ahora, protegido por el paraguas de su supuesto heroísmo, había conseguido avanzar sin problemas en la arena política, su frustrada carrera presidencial revelo todos sus talones de Aquiles, incluyendo el “factor Judy”.

La votación de Florida dejo la carrera política de Giuliani al borde de la sepultura. Lamentablemente para él, como rosas lanzadas sobre su ataúd político, también caerán los suculentos contratos como conferencista que en los últimos años lo han convertido en un multimillonario, y cualquier oportunidad de ganar aun mas dinero con nuevos libros sobre heroísmo y seguridad, sus temas favoritos.

Nadie, ya sabemos, tiene interés en un perdedor.

Lipstick or Cashmere?


Si un grupo de mujeres bordeando los cuarenta en Balenciaga y Louboutin, hablando de hombres y ropa, bebiendo con mas entusiasmo que un cura irlandés y salpicando sus frases cada tres palabras con un muy sentido “fuck” son su idea de “televisión de calidad”, esta temporada está de suerte.

El 7 de febrero se estrena en las pantallas de Estados Unidos “Lipstick Jungle”, una serie producida por NBC y basada en la novela del mismo nombre de Candace Bushnell.

Quizás usted vive en una cueva en la frontera entre Pakistán y Afganistán sin acceso a un televisor o periódicos –uno nunca sabe quién está leyendo “Medio en Silencio”-, por lo que me permito recordarle que la Bushnell es también la autora de (aplausos y suspiros) “Sex & The City”.

Las tres heroínas de “Lipstick Jungle”, lideradas por Brooke Shields en un “oh-la-la return” a la TV, son el tipo de mujeres que no se suben a un avión si no es un jet privado, gastan 4,000 dólares en una cartera y 5 dólares en un Latte, tienen una vida sexual “complicada”- es decir abundante- y se ganan el pan (macrobiótico de doce granos) editando revistas de lujo, diseñando colecciones de moda o produciendo superproducciones en Hollywood.

En el universo de la Bushnell nadie, nadie trabajaría jamás en una compañía de seguros o como recepcionista en una oficina de contabilidad.

And that’s fine with us.

¿El show le suena conocido? Por supuesto. Porque a solo dos canales de distancia, en ABC, otras mujeres igualmente glamorosas y ambiciosas suben el cierre de sus botas Prada y bajan el de cualquier pantalón masculino a la vista en “Cashmere Mafia”.

¿Quién inventa estos títulos?

Aquí, Lucy Liu- en una bienvenida diversidad étnica que jamás existió en “Sex & The City”- es la editora, y sus mejores amigas son super magnates de cosméticos, publicistas “to the stars’ o asuntos de esa naturaleza que, con mas tiempo y paciencia, investigare algún día.

Es un detalle intrascendente.

En “Cashmere Mafia”, el trabajo es solo una excusa para lucir el guardarropa y hablar, casualmente, de miles de millones de dólares.

Las dos series partieron, como debe ser, con un “catfight”, una pelea de gatas entre Candace Bushnell y su (ex) mejor amigo, el productor Darren Star.
Ambos habían colaborado en “Sex & The City” – y compartido casas en los Hamptons y vacaciones en la Toscana- , pero la relación comenzó a deteriorarse cuando Star perdió frente a NBC la oportunidad de producir “Lipstick Jungle”.

Sin decirle nada a Candace, creó ese clon que es “Cashmere Mafia” y lo lanzó, con moderado éxito, meses antes que “Lipstick Jungle” apareciera en las pantallas.

Ahora no se dirigen la palabra.

Meewowww!

Tuesday, January 22, 2008

Not all Jokes are Funny


Aquí, imágenes de la ultima película que filmó Heath Ledger, "Batman: Dark Knight", con Christian Bale, Michael Cane y Jake Gyllenhaal.

Ledger es el “Joker”-, el Guasón- y el slogan de la película dice “Not all Jokes are Funny”
Not funny, indeed.

Heath Ledger, 421 Broome Street


Esa es la direccion donde murio, hace una hora, Heath Ledger. El departamento, segun dicen, pertenece a Mary- Kate Olsen.
Aparentemente se habia sometido a un masaje. Aparentemnte habia pastillas. Aparentemente nadie sabe que sucedio.

Monday, January 21, 2008

The Coolest City in America



Desde que vi “Cuatro Bodas y un Funeral” y decidí que la vida no tenia mayor sentido si uno no tenía un “british affaire” en Londres, no había sentido la necesidad urgente de cambiar mi existencia como este fin de semana pasado cuando visité, por primera vez, Portland, en Oregon.

Es, lejos, la ciudad mas “cool” de Estados Unidos.

Partamos por el desayuno, que aquí es servido por una mujer alta, pálida, de cabello oscuro y ojos claros, que fácilmente podría estar adornando la portada de una revista alternativa inglesa y que, con una sonrisa que hace olvidar todas las tragedias de este mundo, ofrece treinta variedades de café, muele el grano elegido, hierve la leche, y sirve su poción mágica acompañada de un “raspberry scone”.

El asunto toma fácilmente 30 minutos, pero en Portland – otra razón para adorar la ciudad- nadie parece tener apuro.

Si va a cruzar la calle, los autos se detienen y le dan el paso. Si va a comprar verduras en el Farmer’s Market, el verdulero- que tiene el look de Harrison Ford en sus mejores años- le dará una lección de 40 minutos sobre las cooperativas campesinas y la cosecha orgánica. Y usted escuchará atento, porque, claro, el tipo tiene el look de Harrison Ford en sus mejores años.

El mejor hotel de la ciudad, el ACE hotel, es un nido de “hipsters” y ofrece, entre otras cosas, bicicletas antiguas, tornamesas y viniles en cada habitación, wi-fi gratis y precios que no van mas allá de los $200 por noche. (Take THAT Four Seasons!)

Portland tiene además una librería en cada esquina, desde la gigantesca “Powell Books”- que es tan grande que requiere un mapa-, hasta otras mas pequeñas dedicadas exclusivamente a Comics o Erótica, con títulos “pulp” tan sugerentes como “He Kissed Her There” o “Daddy’s Little Boyfriend”.




“The Pearl”, la ex zona industrial en el centro de la ciudad, está repleta de galerías, y los gigantescos galpones junto al Columbia river han sido convertidos en talleres para artistas, diseñadores y fotógrafos.

Gus Van Sant vive en Portland, igual que los Dandy Warhols y Pink Martini.

En cuatro días, no vi a nadie en traje y corbata.
Ninguna mujer arrastra enormes carteras de Marc Jacobs ni camina montada en Christian Louboutins.
No hay un Hummer a la vista, y si lo hubiera, lo mas probable es que seria apedreado por la multitud que ha decidido que no hay mejor medio de transporte que una bicicleta cubierta de stickers que llaman a defender el planeta.

Aquí lo “verde” está lejos de ser un slogan.

No, Portland no es una ciudad a la moda. Pero es definitivamente una ciudad con estilo.

Thursday, January 17, 2008

ARGENTINDIA



Alexander McQuenn había decidido crear para el próximo invierno una colección inspirada en la pampa Argentina, pero a último minuto viajó a India y cambio de opinión.
Sin tiempo para empezar todo de nuevo, tomó lo que tenía, le agregó toques hindúes y creó un país llamado Argentindia que presentó esta semana en Milán.







The Prada Man



Hmmm, sé que en alguna parte del closet tengo un tutú…

Si decide seguir los consejos de Miuccia Prada para el otoño 08-09, busque el suyo, combínelo con un “alter top”- o lo que su hermana solía llamar “blusa sin espalda” en los años 80-, dígale a su sastre que modifique la pierna de sus pantalones para darles un ligero aire de “jodhpur”, sométase a una dieta de agua, limón y laxante y ¡Voilá!, terminará convertido en un Prada Man.


Estas imágenes son del desfile presentado esta semana en Milán.





Thursday, January 10, 2008

You Are Just like Carrie Bradshaw!




Enfrentadas a la noticia de que no tenia ahorros ni jubilación, dos amigas mías estallaron al unísono “You are just like Carrie Bradshaw!”
Si, claro, soy igual a Carrie Bradshaw, la heroína de “Sex & The City”, aunque, como mis padres, mi contador y mi analista me recuerdan con alarmante insistencia, entre nosotros hay algunas diferencias:

A) Carrie es un personaje de ficción. Yo soy un hombre real.

B) Carrie terminó junto a Mr. Big, un mega-magnate de Nueva York que puede costear sin problemas su fetiche con sandalias de Jimmy Choo.
Yo estoy con David, que, Dios lo bendiga, trabaja duro y paga sus cuentas, pero que está lejos de enviarme al Place Athénée en Paris cada vez que me siento deprimido.

C) Cuando Carrie se siente vieja, bebe en exceso y tiene sexo con algún bisexual una década menor.
Cuando yo me siento viejo, bebo en exceso. Punto.

D) Carrie cerró su vida cuando le pareció oportuno- aunque prepara su regreso en el cine- envuelta en vestido de plumas de Oscar de la Renta, lanzada en una suite de 1,500 dólares la noche, y con un abultado cheque de HBO en su bolsillo.
Yo no tengo mas opción que seguir adelante con la mía.

No, I’m not like Carrie Bradshaw.

Aunque la idea de que dos mujeres que bordean la treintena puedan haber pensado que mi irresponsabilidad algo tenia de glamorosa me entibio el corazón, la realidad se siente, por alguna extraña razón, distinta.

Es el miedo.

Miedo a ser viejo y no tener plata.
Miedo a estar enfermo y no tener quien me cuide.
Miedo a terminar convertido en ese señor medio enloquecido, con aroma a trago barato y tabaco, que estaba comprando una pequeña botella de gin cuando yo compraba una de Merlot para reunirme con mis amigas.
Miedo a que algún día alguien me va a pasar la cuenta de todo lo vivido.
Miedo al resto de la vida.

Como podría sucederle a Carrie, escribo estas líneas desde un departamento en Miami que parece sacado de Wallpaper, gentileza de un amigo querido y generoso.

Siento el aire tibio entrar por la ventana; veo yates blancos instalados en la marina, veo el mar, el cielo infinito y no puedo dejar de pensar… ¿Qué haría Carrie Bradshaw?

Sunday, January 6, 2008

It's a New Day



Durante al menos siete años, de 1983 a 1990, me gané la vida haciendo entrevistas políticas para la revista COSAS.

De Francisco Bulnes a Patricio Aylwin, de Francisco Javier Cuadra a Andrés Allamand, de Ambrosio Rodríguez a Gabriel Valdés, resistí consigna tras consigna, cliché tras cliché, ego tras ego, convencido de que algún día, si Dios existía y era justo, abandonaría ese limbo de frases repetidas y partiría a Nueva York a cubrir asuntos menos frívolos que la política, como la fashion week o alguna entrega de premios en Hollywood.

Durante esos siete años no todo fueron bostezos.
Un memorable día hable con Gladys Marín de hombres y feminismo, y Sergio Onofre Jarpa me dio un paseo por Buenos Aires- incluyendo una visita a la Casa Rosada con Alfonsín- que todavía guardo como uno de los momentos mas fascinantes de mi vida.

Pero esas fueron las excepciones.

Ese intrincado laberinto de bla- bla- bla, esa lluvia de promesas que jamás serán cumplidas y ese muro de falsa honestidad construida a punta de lo que digan las encuestas, se repitió, una vez mas, en New Hampshire anoche, cuando los candidatos presidenciales norteamericanos se reunieron para un nuevo debate televisivo.

Hillary Clinton, que vivió durante ocho años en la Casa Blanca y pertenece a una dinastía política solo comparable a los Bush, prometió ser la candidata del “cambio’. Lo mismo hizo John McCain, que lleva mas de veinte años sentado en un sillón del Congreso. Y Mitt Romney, cuyo padre era gobernador y que lleva décadas nadando en las aguas del poder, también dijo, cómo no, que nadie estaba mas preparado que él para hacer las reformas que todos esperan en Washington.

Rudy Giuliani levantó una vez mas la nube de terror del 9/11, su tanque de batalla.

Mi voto, si lo tuviera, seria para Barak Obama.

Pregúntele a los mastodontes del Capitolio, y le dirán que el joven senador no tiene experiencia en las lides políticas; que no ha aprendido que una cosa son los sueños y otra la realidad; que no ha descubierto que para subir hasta el Salón Oval un político debe, inevitablemente, cambiar sus zapatos en cada peldaño, acomodando, negociando y, en ocasiones, traicionando sus propias ideas a cambio de otro trozo de la torta del poder.

Obama, le dirán, es un advenedizo, un renegado, un idealista que no ha vivido lo suficiente. Cuando el tiempo pase- le advertirán-, cuando una docena de campañas en el cuerpo le enseñen que la política no es un arte, sino una ciencia matemática de dinero, encuestas y negociaciones y cualquier brillo de transparencia haya desaparecido de su discurso, solo entonces estará listo para competir,

Quizás estoy pecando de ingenuo, pero soy de los que cree que este candidato joven, afro-americano y sin experiencia puede cambiar el mundo.

Creo en lo que dice, y después de ocho años escuchando discursos de un Presidente incapaz de hilar una frase con cierto sentido, las palabras razonables, inspiradoras y hasta poéticas de Obama hacen que, con o sin razón, se encienda una chispa de optimismo en estos dias tan oscuros.

"La esperanza no es optimismo ciego”, dijo el candidato en New Hampshire hace unos dias, “La esperanza no es sentarse en un costado o evitar la batalla. La esperanza es algo que llevamos dentro de nosotros y que insiste, a pesar de todas las evidencias que indican lo contrario, que hay algo grandioso en cada uno”.