Thursday, June 28, 2007

Money, Money, Money


Nunca fui bueno para las matemáticas, una tragedia que mantuvo mi promedio en el colegio a las mediocres alturas del 5.5, que me impidió estudiar diseño en la Universidad- como era mi intención- y que con los años se ha trasladado a mi cuenta bancaria, mis tarjetas de crédito y a mi absoluta incomprensión de las misteriosas reglas que rigen el mundo financiero.

Si tuviera dinero para comprar una acción, no sabría por donde empezar.

Así, sobrevivir en Estados Unidos no ha sido fácil. Aquí hay dinero de sobra, es ofrecido con mas facilidad que el pan, y los americanos parecen genéticamente predispuestos a balbucear palabras como “portafolio” o “interés” desde que abandonan los pañales. He estado en comidas donde la conversación incluye mas números y porcentajes que palabras, sintiéndome como uno de esos enanos en “Tierra de Gigantes”, completamente inadecuado y en constante peligro de ser aplastado.

Mi primer trabajo de verano fue a los catorce años, cuando fui contratado en una boutique de niños en la calle Guardia Vieja para limpiar pisos, ordenar mercadería y hacer los mandados. Para cuando terminó el verano, tuve que trabajar una semana gratis para pagar los adelantos que me había dado mi flamante patrona y que ya había gastado, desde el primer día, en poleras de rugby de “Palta” y la banda sonora original de “Jesucristo Superestrella”.

Antes de que cayera la primera hoja del otoño, estaba nuevamente sin un peso.

Quizás eso- y la monumental deuda en tarjetas de crédito que acumulé en Estados Unidos- me enseñaron la primera regla económica: uno no debe gastar lo que no tiene.

Pero, ¿Cómo resistir esa camisa en “sale” en Paul Smith?

Igual como esos gordos que aseguran que lo suyo es hormonal, mi gasto compulsivo esta enraizado en mi ADN. No importa si voy al tercer piso en Bergdorf Goodman o a la ferretería de mi barrio, siempre encuentro algo que quiero comprar. Después de todo, ¿Cómo puede sobrevivir uno sin un taladro eléctrico?

Los índices económicos son un jeroglífico imposible. Según la edición de hoy de “The New York Times”, el S&P 500 bajó a 1,492.89, el Nasdaq composite a 2,574.16 y el 10 Year Treasury Yield está a un 5.08%.

¿Qué significa todo eso? ¿Van a subir los cigarros?

Mis propios índices no son auspiciosos. Redondeando- que es como saco siempre mis cálculos- tengo dinero suficiente para pagar mi arriendo de Julio, salir a comer dos veces por semana y asaltar el “sale” de J. Crew.

Ya veremos como viene Agosto.

En lo que se refiere a economía, soy un conservador recalcitrante. Jamás invertiría en la bolsa, donde, por lo que he escuchado, un día uno es rico y al otro pobre, sin saber como pasó de una a otra categoría en cuestión de horas. Solo Dios sabe cuando viene un “lunes negro” y todos los ahorros terminan convertidos en papel.

No, lo adecuado es invertir en bienes raíces. Y eso seria lo haría si tuviera dinero: un loft en el Soho, un pied- a- terre en Paris, una casa de playa en Zapallar para aprovechar las temporadas opuestas con el hemisferio sur.

Por el momento, y hasta que reúna dinero suficiente para el loft, el residuo de 25 años de trabajo permanece bien guardado en un cajón del closet, billetes frescos cuidadosamente doblados en un sobre de cuero rojo de Valentino que me regalaron en alguna fiesta en esa boutique.
Si todo sale bien, la suma aumentará el próximo mes.

Para mi sorpresa- y la de todos los que me conocen bien- he logrado no solo costear mi vida hasta ahora, sino también evitar la cárcel.

Solo los ciegos que cruzan la Alameda sin terminar atropellados han tenido mas suerte.

Mrs. President


Aunque parezca increíble, en Estados Unidos no son pocos los que se preguntan si el país está preparado para una presidenta mujer.

Dos siglos de Democracia; treinta años de liberación femenina; mujeres en el espacio, en Wall Street, Harvard y Hollywood, y el país todavía haciéndose una pregunta que no solo es anacrónica, sino también injusta. ¿Podría una mujer cometer mas errores que el puñado de hombres blancos que controla los laberintos del poder en Washington?

Difícil.

Hillary Clinton ha resultado ser una pionera en esta aguas- otra notable excepción es Nancy Pelosi, la “speaker of the house”-, y por lo mismo su carrera presidencial ha estado plagada de contradicciones. Después de mostrarse fuerte en sus convicciones y dura en su mandato, como se supone que hacen los hombres, tuvo que bajar el tono enfrentada a encuestas que la acusaban de fría, ambiciosa y oportunista, todas características que pueden ser muy apreciadas en un político tradicional, pero que son consideradas definitivamente “poco femeninas”.

Buscando revertir el daño, Hillary lanzó su candidatura oficial en su sitio de Internet- como se hace por estos días- rodeada de jarrones de flores, cojines bordados y fotografías familiares, hablando con el tono coloquial, entre dulce y severo, de una abuela cuenta-cuentos. Siguiendo las indicaciones de sus asesores, suavizó el corte de pelo, bajó el tono de voz y se colgó un collar de perlas. Y en su mas reciente táctica publicitaria, además, recreó en un video la escena final del último capitulo de “The Sopranos”, sentada en un Diner junto a Bill, esperando la llegada de Chelsea. Una imagen familiar, inspirada por la mafia.

Como dice una amiga mía, “hoy en día todo es show bussiness”.

Si el país estuvo preparado para elegir- o nombrar, seria la palabra acertada- en dos oportunidades a un Presidente que tiene dos dedos de frente solo si habla de meñiques, ¿Por qué no lo estaría para Hillary?

La nueva feminidad de la Clinton ha encontrado un bravo rival en Barak Obama, que, como si fuera una ex Miss postulando a un puesto ejecutivo, está haciendo grandes esfuerzos para demostrar que su belleza y elegancia natural no son sus únicos atributos. La tarea no es fácil, especialmente después de haber ocupado las portadas de “GQ” y “Vogue” en perfectas camisas rayadas e impecables pantalones grises sujetos con suspensores “preppy”.
Barak se ve tan cómodo frente a las cámaras, que resulta imposible no adivinar las profundidades de su vanidad.

Con estos dos candidatos la lucha por el Salón Oval se ha convertido en la batalla del sexo ambiguo, un sitio donde los roles tradicionales no corren y donde todo está por verse.

La elección de Hillary- si ocurre- le acarreará un nuevo set de dificultades y prejuicios. Como ha sucedido como Michelle Bachelet en Chile, deberá integrarse a un club de hombres y soportar, como si fuera una aeromoza o secretaria, abrazos y sobadas de espalda que, disfrazadas de caballerosidad, no son mas que condescendencia de parte de otros mandatarios.

Igual que a Michelle, se le exigirá que actúe como hombre sin dejar de ser mujer; que ponga al país por delante, pero sin abandonar sus deberes familiares; que sea dulce, pero fuerte; que esté presente, pero que no estorbe; que se vea bien, pero que no muestre ninguna preocupación por su apariencia. Y cualquiera de sus errores- y de esos habrá, inevitablemente- será culpado a su condición de mujer, no de político.

Si su gobierno resulta mediocre, como dicen que ha sido el de Bachelet en Chile, Hillary cerrará la puerta no solo a su carrera política, sino a las posibilidades de cualquier mujer que venga detrás de ella.

“Las mujeres no sirven para gobernar”, dirán engominados políticos en Washington o Santiago, satisfechos con el fracaso, “Ya probamos, y no resultó”.

Y dicho eso, volverán a montarse en el caballo del poder y correrán a todo galope.

Tuesday, June 19, 2007

A Chorus Line


Si alguien me pregunta que sucedió en Chile entre 1976 y 1978, no tengo idea.

La mayor parte de esos años- exceptuando mis horas de clases y un recreo de media hora los martes para ver “Los Angeles de Charlie”- los pasé encerrado en mi pieza, dibujando, leyendo revistas y con mis oídos cubiertos con dos gigantescos audífonos por donde estallaban los acordes de la banda original de “A Chorus Line”.

Nunca fui mas feliz.

Mirando por la ventana podía adivinar los peligros que había allá afuera. Mi padre había muerto unos años antes, la calle era un hervidero de violencia política, el colegio me parecía una cárcel y mi cuerpo, a los trece o catorce años, empezaba a cocinarse en un incómodo caldo de hormonas que, por ese entonces, me parecía el presagio de una vida triste y a solas. Pero, como me advertían los parlantes de mi stereo Panasonic…

“Everything was beautiful at the ballet…”.

Para ser honesto, solo entendía un par de palabras en todo el cassette (si, el cassette), pero eran suficientes para darme cuenta de que el musical estaba hablando, obviamente, de mi.

“He said, ‘Maggie, you wanna dance?’, and I said ‘Daddy, I would love to dance…”

“If Troy Dunahue could be a movie star, then I could be a movie star”.

“Suddenly I'm seventeen and,
Suddenly there's a lot I am not certain of,
Goodbye twelve, goodbye thirteen, hello loooove…”


En las mañanas corría al baño con mi radio-cassette, apretaba ‘play’, abría la ducha y pasaba quince minutos bajo el agua cantando el himno de mi vida, “One”, la canción principal y mas célebre del musical.

“One singular sensation, every little step she takes 
One thrilling combination, every move that she makes 
One smile and suddenly nobody else will do 
You know you'll never be lonely with you-know-who..”

Los gritos de mi mamá escaleras abajo rogando que apagara la radio quedaban sepultados bajo el Ta-Ta-Ta-Tán del número final, conmigo mojado y envuelto en una toalla frente al espejo, abriendo los brazos hacia el público y saludando en éxtasis a todo Broadway que continuaba aplaudiendo mientras bajaba el telón.

Y de ahí a un nuevo día, tan gris como el anterior.

Tuesday, June 12, 2007

Medio en Silencio, en exclusiva, con Mr. Oscar Wilde

-¿Es usted un creyente, Mr. Wilde?

-Creer es muy aburrido. Dudar es increíblemente enriquecedor. Estar alerta es estar vivo; ser seducido a la seguridad es morir.

-¿No atenta eso contra el sentido común?

-El sentido común es el enemigo del romance. Cualquiera puede tener sentido común, siempre y cuando no tenga imaginación. Actualmente la gente muere con un terrible sentido común, y descubre, cuando es demasiado tarde, que lo único de lo que uno nunca se arrepiente es de sus errores.

-Pero los errores pueden ser peligrosos…

-Una idea que no es peligrosa no debería ser llamada idea. Todo es peligroso…Si no fuera así, la vida no merecería ser vivida.

-¿Es un anarquista, entonces, Mr. Wilde?

-El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre o una nación. La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído historia, es la virtud original del hombre. Es a través de la desobediencia que se ha alcanzado el progreso. Desobediencia y rebelión. En arte, como en la política, hay solo un origen para todas las revoluciones: el deseo del hombre por una forma de vida mas noble.

-¡Cuantos soñadores han perdido su vida en esas conquistas, Mr. Wilde….!

-El primer deber de un caballero es soñar. Un soñador es aquél que puede encontrar su sendero con la luz de la luna, y su castigo es que ve el amanecer antes que el resto.

-¿Qué nos puede decir del periodismo y los periodistas?

-Los malos modales hacen al periodista. Los periodistas modernos siempre se disculpan en privado por lo que han escrito de uno públicamente. La conciencia de un editor es puramente decorativa.

-¿Algún consejo final sobre la vida, Mr. Wilde?

-La vida es demasiado importante para hablar seriamente sobre ella. Y la vida nunca es justa.

-¿Y el amor?

-El amor es siempre una tragedia. Los malentendidos son la base del amor. No puedo vivir sin la atmósfera del amor. Debo amar y ser amado, sin importar el precio que tenga que pagar.

The People Vs. Nan Kempner


Aunque soy un convencido partidario de las ventajas de la Democracia, cuando se trata de medios me parece que no hay mas opción que la “mano dura’.

Evidencia A:
Kike Morandé en Chile, que hace alarde de su misoginia, homofobia y mal gusto sin que nadie- ni siquiera su muy severo y conservador jefe, Ricardo Claro- se atreva a poner freno a los escotes por terror a perder el rating.

Evidencia B:
Los “top five” de la taquilla norteamericana todos los fines de semana, donde la película mas estúpida acaba, inevitablemente, en el primer lugar producto de alguna campaña de marketing descomunal y un estreno en 3,000 salas repletas del segmento “Male 18-24”.

Evidencia C:
“Locos por el Baile”- “Dancing with the Stars’. “Gran Hermano”- “Big Brother”. “Soy famoso, Sáquenme de Aquí”- “I’m a celebrity, Get me Out of Here”…Y cualquier otro “reality” cuya fórmula arrase de Santiago a Timbuktú.

Evidencia D:
Angelina Jolie en todas las portadas de las revistas americanas este mes, ofreciendo un vistazo a su intimidad- y otras partes- a cambio de promoción para su último filme, “A Mighty Heart” que, dicho sea de paso, trata del asesinato del periodista del “Wall Street Journal” Daniel Pearl a manos de terroristas Pakistaníes, un tema cuya seriedad se contradice con la semidesnudez- siempre bienvenida, que quede claro- de Angelina en la portada de “Esquire’.

Evidencia E:
La muerte de Anna Nicole; la prisión de Paris Hilton; el último romance de Jennifer Aniston con su modelo inglés y cualquiera sea el escándalo que en este mismo minuto está ocupando las pantallas de “Fox News” y “Us Weekly”.

Evidencia F:
La ausencia de tributos a Nan Kempner después de su muerte, hace casi dos años.

¿Nan qué?, dirá usted, con justa razón.

A riesgo de parecer un aguafiestas, creo que ha llegado la hora de la dictadura. Enciendan las luces, paren la música, y que las chicas de Claro... perdon, de Kike, vuelvan a ponerse la ropa.

Nan Kempner, vestida en Valentino e Yves Saint Laurent, está lista para aparecer en pantalla. Siempre lo estuvo- si uno se guía por las innumerables fotos sociales en “Vogue” y “W” que la acompañaron durante toda su vida-, pero en los medios masivos, para que hablar de los chilenos, nunca tuvo una silla donde sentarse.

Mas de alguien podrá decir que estoy promoviendo aún mas frivolidad en medios que se ahogan en el soponcio de la ignorancia y la tontera, pero esas son personas que, sin duda, no escucharon nunca las lecciones de vida que esta mujer, que parecía un espárrago envuelto en chiffón, podría haber dado.

Por motivos de tiempo y espacio, solo diremos que salió siempre a la calle con su pasaporte en la cartera, “porque nadie sabe donde puede terminar la noche’.

¡Cómo adoro a mujeres como ésta! Y solo puedo imaginar la frustración de tantos cuando su filósofo, su escritor, su poeta, su bailarina clásica, su pintor, su director de orquesta, su diseñador o arquitecto favorito no encuentran un lugar en las pantallas u otros medios de comunicación. Aterrados de perder un peso o un dólar, sus jerarcas se someten a los designios de un pueblo que no sabe qué se está perdiendo

Nan Kempner
1930- 2005

Sunday, June 10, 2007

Tres Tristes Rubias

Hace unos años, caminando al final del día por Madison Avenue, ví de pronto el cielo iluminarse con varias explosiones de luz, como relámpagos, seguidas por los gritos de una mujer.

“!Un asalto!”, pensé.

Y era un asalto.

Annette Benning, la estrella de Hollywood casada con Warren Beatty, aullaba “Noooo!” en medio de la calle protegiendo a sus tres pequeños hijos del lente de un paparazzi, que, quizás sordo y mudo, seguía disparando sin dar ninguna importancia a las súplicas de su presa.

La compasión que sentí estaba dividida en partes iguales entre la privilegiada estrella que debe soportar los inconvenientes de su propia fama, y por el fotógrafo que debe perseguirla a cambio de un salario que, con suerte, le permite arrendar un departamento de un dormitorio en Queens.

Esa no fue, por supuesto, la única vez que observé a celebridades y paparazzis en su afiebrada danza mediática, pero sí fue la primera en que quedaba absolutamente claro que, al menos una de las partes, simplemente no tenia ganas de bailar.

No es lo común.

Aunque es cierto que ningún famoso quiere tener fotógrafos acampando entre los arbustos de su jardín, su presencia constante no siempre es considerada un estorbo. Después de todo, una cámara puede ser una buena herramienta para promover una película o un perfume, conseguir un aumento de salario o elevar el perfil público justo cuando el agente está negociando un nuevo contrato publicitario o temporada televisiva.

Este es un acuerdo faustiano que produce desconfianza en las dos partes- famosos y paparazzis-, que se ven, sin embargo, obligados a seguir en su matrimonio disfuncional porque no tienen otra alternativa de supervivencia. Es, en definitiva, un amor a golpes.

Eso nos lleva al peliagudo asunto de la privacidad.

Cuando una mujer, como ha ocurrido con alguna conocida diva, ha sacado durante décadas provecho comercial y profesional de sus momentos mas íntimos, ¿Puede quejarse después de algún fotógrafo la descubra con el hombre equivocado en situaciones comprometedoras, la fotografie a la distancia y luego venda las imagenes a un tabloide?
Cuándo sus matrimonios han sido subastados al mejor postor, y asuntos como su maternidad o sus escandalillos sentimentales han sido ventilados hasta el cansancio en “exclusivas” que, a menudo, coinciden con la llegada de un nuevo programa o una nueva empresa, ¿Puede alegar que ha sido manipulada por la prensa?
¿O el alegato llega solo cuando no recibe un pedazo de la torta?

Ahora, que se cumple el décimo aniversario de la muerte de la Princesa Diana y que las imágenes de Paris Hilton esposada y llorando a mares camino a la cárcel han opacado la cobertura de asuntos como la cumbre del Grupo de los Ocho o la Guerra en Irak, los inesperados peligros de la relación entre celebridades y prensa son mas evidentes que nunca.

Según “The Diana Chronicles”, el nuevo libro sobre la Princesa Diana escrito por Tina Brown, ex editora de “Vanity Fair” y “The New Yorker”, Diana- una lectora compulsiva de tabloides y revistas de chismes- supo usar a su favor a la prensa desde los primeros días de su fatídico matrimonio con el Príncipe Carlos, reuniéndose a menudo con editores para almorzar, sirviendo como anónima fuente para la cobertura de su propia vida, usando las páginas de "The Sun" o "News of The World" como campo de batalla en la lucha contra sus enemigos dentro y fuera de Buckingham.

Paris Hilton, está demás decirlo, nacio mediatica. Esta rubia no existiría en la conciencia colectiva si no fuera porque su foto aparece constantemente en las revistas, la televisión y la Internet. Su falta de talento para cualquier cosa que no sea el shopping, el paseo por la ‘red carpet” o, aparentemente, el sexo, es abismal. Es una Narcisa enamorada de su propia imagen en “Page Six” o “E!”, e incluso su fotografía como reclusa, donde aparece con la sonrisa misteriosa de una Mona Lisa, los labios húmedos, la mirada semivacia y el pelo cuidadosamente lanzado a un costado, parece haber sido pensada para el consumo masivo y no, como era la intención de fotógrafo, para los registros penitenciarios.

Hasta donde recuerdo, ninguna de estas tres rubias- Diana, Paris o la Diva- grito jamás “!Nooo!” en la mitad de la calle para proteger su intimidad o la de su familia. O al menos, no lo hicieron cuando el lente que las perseguía era adulador, les abría una nueva oportunidad comercial o simplemente les ofrecía la irresistible promesa de una nueva portada.

Who’s crying now?

Thursday, June 7, 2007

Gay, 46

La palabra y el número que sirven de titulo a esta nota no deberían ir nunca juntos. Es como decir “Boy Scout, 21”. O “Fubolista, 30”. O “Animadora de Televisión, 35”. En definitiva, la prueba de que la vida útil en el campo mencionado ha llegado a su fin.

Siempre pensé que iba a ser un de esos hombres que envejecen con dignidad. ¿Qué importaban un par de arrugas y un estómago creciente, cuando, en cambio, habría ganado tanta sabiduría y experiencia? En mis sueños me veía como Diana Vreeland, excéntrico y vibrante; mi cara agrietada como la de una tortuga madura, pero feliz; un ejemplo para las generaciones posteriores. Como ella, saldría cada noche y me sentaría, quizás en un caftán, a dar lecciones de vida a adorables artistas, escritores y cineastas que anotarían mentalmente cada una de mis excentricidades y “bon mots’.
El sueño duró hasta que una mañana, sin aviso previo, el pakistaní que todos los días me entrega mi café en el “Deli” me dijo “sir’ y no “wassup?”, el familiar saludo con que me recibía generalmente.

No fue el único.

De pronto, el universo entero se puso de acuerdo para anunciar mi decrepitud, y el barman en el bar, el cajero en el banco y el taxista en el taxi comenzaron a tratarme de “sir”.

“Yes, sir’, “Of course, sir”, “Can I get a cab for you, sir?”. Incluso ancianas en silla de ruedas comenzaron a insultarme de esa manera.

“Es una forma de respeto”, me dijo David cuando me quejé una noche mientras arreglábamos la cama para irnos a dormir. “No quiero respeto”, le contesté, “Quiero lo contrario del respeto. Quiero deseo, quiero atropello, quiero vergüenza…David, ¡Quiero juventud!”.

Todavía estoy pensando en un “bon mot”, y no se me ocurre ninguno.

Una vez escuché a Joan Rivers decir que después de los cincuenta uno se vuelve invisible. A no ser que un un hombre gay pase seis días a la semana en el gimnasio y no coma nada mas que almendras y lechuga, esa sentencia le llega a los cuarenta.

Hace unos días, atrapado por seis horas en un aeropuerto, encontré un alma gemela en las páginas de “I Feel Bad About My Neck (And Other Thoughts About Being a Woman), el último libro de Nora Ephron.
Nora, que fue la guionista de dos de mis películas favoritas, “When Harry Met Sally” y “Sleepless in Seattle”, tiene sesenta y tantos años (entrar en detalles a estas alturas es de mal gusto), y entre sus maridos tuvo a Carl Bernstein, el periodista de “Watergate” que, si uno cree todo lo que dice Nora en su novela “Heartburn”, gastó toda su gasolina ética en su vida profesional sin dejar una gota para la personal.

Nora se siente mal sobre su cuello. Yo no soporto mi estómago.
Nora se está quedando ciega. Yo no puedo manejar de noche sin lentes.
Nora ha aprendido que una mujer nunca debe casarse con un hombre del que no quiera estar divorciada y que los muebles jamás deben estar cubiertos por nada que no sea mas o menos beige.
Yo he aprendido que los ex pueden ser amigos y que hasta el mas ocioso de los gatos puede destrozar un sofá.

Gay, 46 y Woman, 60 something….separados al nacer.

Wednesday, June 6, 2007

Miss Journalist (Confesiones de Amor)

Si mi caprichoso corazón hubiera querido otra cosa y no palpitara tan decididamente por David, lo mas probable es que, tarde o temprano, habría terminado enamorado de una periodista.

Y posiblemente de una periodista chilena.

Aunque en mi curso de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile el atractivo de mis colegas no era obvio a primera vista, todo cambió cuando Elizabeth Subercaseaux llegó a reemplazar a Verónica López, que había partido a Washington a mitad de semestre, como profesora de un seminario llamado “Revistas y Empresa”.

Elizabeth- que un par de años después me llevó a “Cosas” y que hasta hoy es una de mis mas queridas hadas madrinas- no tenia nada que ver con las mujeres que había conocido hasta entonces. El primer día de clases apareció con una pollera café hasta la rodilla, botas de montar, un sweater negro de cuello alto, un collar dorado y el mejor corte de pelo que ví en la década de los ochenta. (Liso, con chasquilla y hasta los hombros).
Esta mujer, a la que fácilmente podía imaginar en las oficinas de “Vogue”, sacó una grabadora de su cartera, apretó “play”, y todo el curso quedó hipnotizado con el sonido de los disparos que la semana anterior nuestra flamante profesora había grabado mientras cubría un nuevo golpe de Estado en Bolivia. (En esos tiempos había uno cada quince días).
La imagen de esta Jane Bond desafiando peligros en una exótica ciudad latinoamericana despertó de inmediato mi curiosidad. había encontrado una nueva heroína, y, a diferencia de las anteriores, esta no pasaba sus noches en algún nightclub de Nueva York o Paris, sino en el mundo real, con dictadores y guerrilleros. Y aun así, mantenía un perfecto corte de pelo.

Mi llegada a “Cosas” en 1983 confirmó mis sospechas de que el periodismo era territorio de amazonas. Aunque el editor general era hombre, la revista estaba controlada casi exclusivamente por mujeres.
Margarita Serrano era la periodista de economía, un área fría donde ella, astutamente, entraba armada con una sonrisa irresistible y la calidez de sus ojos claros. Malú Sierra era la madre tierra, mucho antes de que la madre tierra se pusiera de moda. Raquel Correa tenia una mirada que en algunas ocasiones podía resultar aterradora, pero que no alcanzaba a ocultar un corazón sorprendentemente vulnerable. Angélica Arndt era la “Alexis Carrington” del grupo, apareciendo siempre atrasada en las reuniones de pauta –“!El jardinero se enfermó!”-, envuelta en capas y fedoras, y luciendo joyas que hacían que la reunión se detuviera por una buena media hora para admirarlas. Y Patricia Moscoso y Soledad Miranda, que hoy es mi editora, me parecían la encarnación del movimiento feminista que habían heredado de la década anterior.

Sobre todas ellas, por supuesto, estaba Mónica Comandari, la directora.
What a crush!!
Cuando la conocí estaba, como la mayoría de los alumnos en práctica por esos días, en el piso recortando periódicos cuando de pronto ví unas piernas bien torneadas a mi lado que me preguntaban, ¿Y tú quién eres?
Les di mi nombre.
“Yo soy Mónica Comandari”, dijo entonces Mónica, “Y dicen que tengo las mejores piernas de Chile”.
El romance, al menos por mi lado, fue inmediato y dura hasta hoy.

Con los años, mi convicción de que las periodistas son una casta especial quedó ampliamente confirmada.
Andrea Lagos escondía su mente de genio detrás de unos vestiditos tan frágiles y ligeros que hasta un gay convencido, como yo, estaba obligado a prestar atención.
Paula Coddou sigue siendo mi rubia (natural) favorita, la heredera de un lugar que hasta su aparición estaba ocupado por Carole Lombard. Si no hubiera estado casada- y si yo hubiera nacido con otra ecuación de X’s e Y’s,- quizás habría terminado una noche en su puerta, borracho como una aceituna en un vaso de Martini, rogándole amor, igual como lo hice en alguna ocasión con un malvado rubio.
De Jimena Villegas me enamoré el día que cambió sus tradicionales pantalones y sweaters por un coqueto vestido y perlas, solo para acompañarme a una aburrida fiesta familiar,. ¡Como la amé!.
Karen Poniachik, que llegó a la revista a hacer la práctica con esa determinación que solo los primeros del curso tienen, pudo haberme conquistado fácilmente con su asombrosa inteligencia. Pero no fue su capacidad para nombrar, de corrido y de memoria, los países africanos y sus capitales lo que me sedujo, sino las carcajadas que lanzaba cada vez que imaginábamos los zapatos, las joyas, vestidos y sombreros que usaría para llegar a alguna cita a la Moneda. Who Knew!

Mi última conquistadora fue Andrea Palet, a la que conocí- como se conoce la gente por estos días- a través del email cuando aceptó publicar mi novela. La he visto solo dos veces en persona, pero el flechazo es genuino. La mente es una herramienta de seducción eficaz, pero cuando viene acompañada de corazón es irresistible.

With love, sincerely

Manuel

God is not great, Mr. Hitchens, but you are

Durante años he mantenido un “crush” silencioso y a la distancia con Christopher Hitchens, el periodista inglés radicado en Washington que, a pesar de vivir envuelto en una nube de tabaco y alcohol, posee una de las mentes mas claras y brillantes que conozca. Su libro sobre la Madre Teresa de Calcuta, “The Missionary Position”, es, partiendo por su titulo, una daga punzante, irreverente y divertida al corazón de esa mujer con aspiraciones de Santa que, según Chris, usó la pobreza de sus fieles y su bien publicitada caridad como peldaños para alcanzar su propia fama y poder. (La posición misionaria, para quienes no estén enterados, es una conocida posición sexual). Mientras mantuvo silencio frente a los piedrazos que cientos de mujeres enfrentan en India cada día por pecados como la infidelidad o el sexo sin matrimonio- la mayoría dados por sus propios familiares-, la Madre Teresa no tuvo problemas en aparecer frente a las cámaras para defender a su amiga, la Princesa Diana de Gales, en circunstancias similares...Pero eso es otra historia.

El último libro de Chris- ¿Puedo llamarte Chris?- es “God is not Great” (Dios no es Grande), y lleva un certero y adecuado epígrafe que dice: “La religión lo envenena todo’.
Como cualquiera que haya enfrentado fanatismos religiosos de Belfast a Karachi sabe, este es un veneno que no tiene antídotos fáciles.
¿Cómo puede uno, después de todo, razonar con un mártir dispuesto a envolverse en dinamita y detonarse en medio del metro a cambio de un paraíso repleto de vírgenes? ¿Cómo discutir las ventajas de los anticonceptivos con un miembro del Opus Dei convencido que el sexo no tiene otro objetivo que la concepción? ¿Cómo convencer de los derechos gay a un pastor que siente que Dios le ha dicho, de primera mano y en secreto, que la homosexualidad es inhumana y aberrante?

Hasta ahora, mi párrafo favorito en “God is not Great” (aun no he terminado el libro) esta en la página 23. Es ahí donde Chris hace un análisis comparado de todas las vírgenes, un personaje misógino que parece repetirse en cada religión.

La católica Virgen Maria quedó embarazada del Espíritu Santo que, para efectos prácticos y artísticos, es frecuentemente encarnado por una paloma blanca.

El semidiós griego Perseo nació cuando el Dios Júpiter bañó a la virgen Danaë con una ducha de oro.

Budha nació de la costilla de su madre.

Caclitus, la hechicera azteca, atrapó una bola de plumas del cielo, la escondió en su escote, y concibió al Dios Huitzilopochtli.

La virgen Nana comió la fruta de un árbol regado con la sangre de Agdestris, la puso en su escote (un útero popular cuando se trata de religión), y dio a luz al dios Attis.

La hija virgen de un rey Mongol despertó una noche envuelta en una brillante luz, lo que la llevó a concebir a Genghis Khan.

Khrisna nació de la virgen Devaka, Horus de la virgen Asís, Mercurio de la virgen Maia, y Rómulo de la virgen Rhea Sylvia.

Who believes in this stuff?

Como fanático de leyendas y cuentos de hadas, no dejo de apreciar la imaginación de estas historias. Pero el asunto es menos divertido cuando en algún lugar del mundo algún Papa, Rabino, Pastor, Mullah, Jihadista, Ayatollah o Gurú decide que, siguiendo los designios de Dios, cualquiera que no cumpla sus leyes está condenado a las penas del infierno. Y no hay mayor infierno que la furia de un santón.

Como dice Chris, “Dios no creó al hombre. El hombre creó a Dios”.

Tuesday, June 5, 2007

Bayly on the Rocks

Aqui una entrevista con Jaime Bayly, a quien admiro y adoro, y que nunca fue publicada.

JAIME BAYLY


Después de diez libros, centenares de crónicas, columnas y artículos, e incontables apariciones en televisión y entrevistas, Jaime Bayly continúa siendo un misterio. El escritor peruano usa su ironía como una espada y su pluma como un escudo en esa guerra de escándalos que ha sido su carrera, y cuando sus lectores- que no son pocos- piensan que ya lo han descubierto todo sobre él y que secretos no le quedan, pues bien, Bayly abre una nueva puerta que hasta entonces nadie había visto ni imaginado y hace pasar a todos a un nuevo campo de batalla. “No se lo Digas a Nadie”, su primera novela, no mantuvo la promesa de su titulo, se convirtió en la comidilla del mundo literario latinoamericano y una sinopsis de los temas y obsesiones que desde entonces se han convertido en sus constantes. La opresión de la burguesía limeña donde creció, el dolor que le produjeron las garras del Opus Dei, los flirteos con las drogas, los romances inconvenientes y la bisexualidad, lo han acompañado novela tras novela, creando, como ocurre solo con los grandes escritores- o los muy insistentes- un universo propio fácilmente reconocible. Su fama de “enfant terrible” ha aumentado con los anos. Después de su matrimonio con su ex-mujer, Sandra, que vive en Perú y con la que tiene dos hijas, Bayly se instaló en Miami y actualmente mantiene una relación con el periodista y escritor argentino Luis Corbacho. “Mi Amado Mr. B”, se llamó el “Roman a Clèf” que Corbacho escribió hace poco mas de un año, revelando el romance entre un joven periodista y un célebre y egocéntrico escritor que, considerando el titulo de la novela y la identidad de su autor, todos reconocieron como Bayly. “Cuando la leí, me reí mucho y amé más a Luis, a pesar de que hizo un retrato bastante crudo y demoledor de mí”, dice Bayly, “Pero sentí que no podía haberme retratado de otra manera y que era de una justicia poética que por fin alguien hiciera conmigo lo que yo había hecho con tantos y tantos amantes y amigos y enemigos, es decir recrear sus vidas sin compasión en la literatura”.
-¿Te parece que cine y literatura son buenos compañeros?
-Sí, claro, son amantes, amantes apasionados, aunque a veces, la mayor parte de las veces, son amantes infieles, amantes traicioneros, algo que, por lo demás, está en la naturaleza misma de los amantes.
-Si algún día hicieran la película de tu vida, ¿Cuál seria el titulo? ¿Quién seria el director perfecto? ¿Quién te interpretaría?
-“Las mujeres que hay en mí”, dirigida por Sophia Coppola y actuada por el chico que hace de Harry Potter (algunos de mis amigos más dipsómanos me dicen Harry Potter).
-¿Qué te mueve a escribir?
-La rabia, el desasosiego, la infelicidad que siento cuando no escribo.
-El periodista Jorge Ramos dijo una vez que había que ser muy valiente para escribir libros como los tuyos. ¿Estás de acuerdo?
-Jorge dice esas cosas excesivas porque es un amigo generoso al que aprecio y admiro mucho. Yo no soy valiente, soy muy cobarde. El coraje no ha sido nunca una de mis virtudes. Yo sólo he sido lunático, imprudente, kamikaze. No me interesa la aventura de estar vivo sin la excitación deliciosa de correr riesgos creativos y personales.
-¿Qué has perdido y qué has ganado revelándote tanto en tus libros?
-He perdido por completo la buena reputación y el sentido mínimo del decoro, si es que los tenía, cosa harto discutible. He perdido ciertos amigos, ciertos amantes, el afecto de ciertos parientes. He ganado una carrera literaria. He ganado algunos premios menores. He ganado la tranquila satisfacción de haber hecho con mi vida lo que en verdad quería. He ganado algunos amigos mejores que los que perdí y algún amante infinitamente mejor que todos los amantes que perdí.
-Tus novelas a veces parecen intentos de despercudirte de los demonios de tu niñez y tu adolescencia. ¿Las sientes así?
-Sí, absolutamente. Cada novela es una catarsis, un viaje peligroso al corazón de uno mismo, una montaña rusa de emociones encontradas. Cuando termino, siento que he perdido un pedazo de vida en ese viaje vertiginoso y brutal y, al mismo tiempo, que he renacido, que he salido purificado y fortalecido de ese descenso a los infiernos.
-De todas ellas, ¿Cuál es la que mejor refleja tu propia existencia?
-“Yo amo a mi mami”, porque recrea el mundo contradictorio y feliz de mi infancia, de mis afectos, de mis dos familias, la biológica y la de los sentimientos.
-Tu creciste en medio de una familia burguesa, católica, latinoamericana. ¿Que te queda de esa herencia?
-Nada o casi nada. No veo a mis padres ni hablo con ellos hace años. Es una pena, pero son del Opus Dei y tienen por eso una mirada homofóbica que nos ha impedido querernos bien, respetar nuestras diferencias sin lastimarnos. Yo soy agnóstico y creo que la religión católica, como todas las religiones, es profundamente intolerante, machista, homofóbica y antiliberal. Yo creo en la libertad personal y me niego a vivir mi vida intimidado por una determinada religión.
-Cuando miras el ambiente en que creciste, ¿Qué te parece lo peor?
Lo peor fue sin duda sentir que papá no me quería, que se avergonzaba de tenerme como hijo mayor.
-¿Y lo mejor?
-Lo mejor fue sin duda vivir en la casa tan linda que tenían mis padres. A menudo vuelvo a ella en mis sueños y soy extrañamente feliz. Cuántas veces he soñado que compraba esa casa y volvía a vivir en ella y me reencontraba con el jardinero, con la cocinera, con ese mundo maravilloso que se fue y no volverá.
-¿Cuándo comenzaste a mostrar tus primeros signos de rebeldía?
-A los trece años, cuando me escapaba de la casa de mis padres y del colegio. Me escapé tres veces de casa de mis padres y muchas del colegio. No fueron fugas menores. Una de ellas fue minuciosamente planeada y ejecutada: robé una joya de mamá, la vendí o malvendí y pasé un mes inolvidable en hoteles de Lima, hasta que me encontró un detective contratado por papá. Me parece que todo eso ocurrió porque no podía tolerar más ciertos agravios, ciertas humillaciones.
-¿Cuál fue tu relación con la Iglesia Católica cuando estabas creciendo?
-De niño era muy religioso, mi madre me llevaba a clubes del Opus Dei, a misa todos los domingos, me decía que tal vez yo iba a ser cura, que debía oír la voz de Dios en mi corazón. Ahora soy agnóstico, salvo cuando estoy en un avión en una zona de alta turbulencia.
-Tu has dicho que no eres un romántico ¿Lo fuiste alguna vez?
-No, no he sido nunca una persona romántica. Nunca me han gustado las canciones inflamadas de amor o las personas aturdidas o idiotizadas por el amor o la idea convencional del amor en la que hemos sido educados, es decir que uno no puede alcanzar una cierta felicidad a solas, que la felicidad está siempre en otra persona más o menos elusiva, en la vida en pareja, en dormir con esa persona y mirarla embobado media vida. Yo no creo en eso. Soy bastante egoísta, me gusta estar solo, me parece cursi y penosa esa tradición tan nuestra que consiste en cantar a gritos que sin ti la vida no es nada, que cuando te fuiste mi vida se arruinó, que yo soy un inservible o un parásito o un bobo llorón si tú no estás, que si no vuelves me mataré. Yo creo que la vida es mucho más divertida cuando tu amante te deja o no está, porque así tú puedes hacer lo que de verdad te viene en gana. Pero la gente le tiene miedo a la libertad.
-¿El amor, o como quieras llamarlo, que sentiste por tu mujer, es igual al que sientes por Luis?
-No, es muy distinto. A Sandra la amé mucho, pero fue un amor tremendo, suicida, desgarrador, al borde siempre del abismo. Creo que ella sufrió mucho conmigo y me enseñó una forma de amor que yo no conocía y, sabiendo quién era yo y cuáles eran mis debilidades, se atrevió a darme dos hijas maravillosas, y por eso la amaré siempre. A Luis lo he amado y lo amo de una manera más traviesa y tranquila, menos dramática, más libre, pero sobre todo más serena.
- ¿Cual crees que es el más falso de los mitos sobre ti?
-Hay dos ideas sobre mí que son falsas pero que sin embargo me halagan y divierten mucho. La primera es que soy un adicto al sexo. Todo lo contrario: mi vida sexual es tan intensa como la de una planta o una amoeba. Y la segunda es que soy frívolo y glamoroso. Me encantaría serlo, pero la verdad es que casi no hago vida social, no me interesan las fiestas, evito sistemáticamente a la gente feliz, uso todos los días la misma ropa vieja y ahuecada de hace años, me aburre comprar ropa o cosas de lujo y me encanta usar ropa vieja y pasada de moda.
-A diferencia de tantos escritores, tu pareces disfrutar las cámaras de televisión ¿Te parecen un buen medio para promocionar tu literatura?
-Me encanta la tele. Me gusta verla pero más me gusta meterme en ella. Warhol decía eso: alguna gente piensa que la tele se ha inventado para mirarla, otros pensamos que se ha inventado para meternos en ella. Los escritores son muy mentirosos en esto, porque hablan mal de la tele, pero se pasan la vida viendo tele a escondidas y cuando los invitan a la tele, saltan de alegría y van corriendo a hacerse los serios intelectuales. Yo he aprendido más de la vida (y ciertamente me he reído más) viendo los Simpson que leyendo a Carpentier.
-En novelas aparentemente tan cercanas a tu realidad, ¿Cómo evitas cruzar la línea entre la honestidad y el exhibicionismo?
-He cruzado esa línea en casi todas las líneas que he escrito, pero no me arrepiento, porque todo escritor es un exhibicionista más o menos impúdico que baila con las palabras y hace strip tease frente a sus lectores.
-El éxito que has tenido, ¿Te hace más fácil o más difícil empezar una nueva novela?
-No sé si he tenido éxito. Para mí el verdadero éxito consiste en dormir diez horas diarias y esto es algo que no hago a menudo. El éxito es un malentendido, y la frase no es mía. Siempre es difícil comenzar una nueva novela, pero mentiría si dijera que ahora es más difícil que antes: creo que fue mucho más duro escribir “No se lo digas a nadie”, mi primera novela, porque sentía que estaba caminando sobre una cuerda floja, entre rascacielos, sin redes que me sostuvieran si me caía, y sabía que iba a caerme, que estaba cayéndome.
-Y hablando de éxito, ¿Cómo manejas la vanidad?
-Lo mejor es hablar mal de uno mismo. Cuando alguien habla mal de mí, yo inmediatamente coincido con esa persona y le doy toda la razón y celebro su buen gusto. Eso ahorra muchos disgustos y muchas discusiones inútiles. No hay nada más conveniente que tener una mala reputación, y la frase tampoco es mía. Es un estrés pasarse media vida defendiéndose o tratando de demostrar que uno es bueno o virtuoso. La vanidad es por eso un lastre del cual es bueno deshacerse. Nadie es tan importante, al final te mueres y nadie o casi nadie se acuerda de ti.
-La gente se ha acostumbrado a saborear tus “bon mots” y el aire de escándalo que te rodea a ti y tu trabajo. ¿Se te hace una responsabilidad complacerlos?
-Sí, es tremendo, es una responsabilidad agobiante, el peso abrumador de ser siempre irreverente, de decir alguna insolencia suave, de provocar un nuevo escándalo. Y lo que de verdad me escandaliza es que tantas personas se escandalicen con las boberías que escribo y digo por ahí. En Latinoamérica no hace falta mucho talento para escandalizar a las beatas y los santurrones, sólo hace falta un poco de sentido del humor.
-¿Estas de acuerdo con Truman Capote en que “Toda literatura es chisme”? ¿Son todos los escritores unos chismosos?
-Sí, claro, Truman lo supo mejor que nadie, y yo por eso de joven llevaba una foto suya en mi billetera y un día mamá la encontró y pensó que ese señor con sombrero, tan apuesto, de mirada de tan inquietante y herida, era mi amante. Todos los escritores somos chismosos, vanidosos, mentirosos, egomaníanos, niños malcriados, malas personas, gente en la que no se debe confiar. Pero sabiendo todo eso, tiene un encanto irresistible ser amigo de un escritor escandaloso y contarle entre susurros tus pecadillos más inconfesables y rogarle que nunca escriba de ellos sabiendo en el fondo de tu alma torturada que nada te haría más feliz que leerlos en alguna novela suya.
-Cuando te encuentras con alguien que no ha leído tus libros y te pregunta de que se tratan, ¿Qué contestas?
-Es una pregunta atroz, imposible de responder. Pero, si me apuran, miento y digo que tratan sobre el amor.
-¿Estás trabajando en alguna nueva novela? ¿Cuál?
-Estoy empezando a conspirar una novela. Para mí una novela es un complot, una emboscada, un plan de ataque, robo masivo y fuga. La novela perfecta es aquella en la que no te toman prisionero ni pierdes la vida y te llevas el botín y luego lo celebras con tu amante en Río (aunque Buenos Aires tampoco está mal).

Toxic Waste



WARNING: NO TRESPASSING

Esta historia ha sido eliminada por su alto contenido toxico y de contaminacion.

Por favor visite el resto de
www.medioensilencio.blogspot.com

Monday, June 4, 2007

Medio en Silencio recomendamos en Paris

La nueva boutique de Dries Van Noten en el 7 Quai de Malaquais
El Hotel L' Amour, en Pigalle, de los mismos propietarios del ultra hip club "Le Baron".
El restaurant del Palais du Tokyo.

Sunday, June 3, 2007

Golden Girls

Llueve torrencialmente sobre Miami

Dorothy: Pueden creer esta lluvia?

Blanche (romantica y nostalgica): La lluvia me recuerda mi primer beso de amor.


Dorothy: Tu primer beso de amor fue bajo la lluvia?


Blanche: No, fue en la ducha.

a medio is born

Bienvenidos a Medio en Silencio, que ha nacido con forceps a las 5:04 de la tarde del domingo 3 de Junio en Nueva York, producto de una conversacion con amigos y dos Mimosas en el brunch .
(Mimosa: tres cuartos de champagne, uno de jugo de naranja)
Aqui cabe todo lo que no cabe en los tres medios para los que colaboro, o que, aunque cabe, no tiene espacio porque no es comercial, ofende a los avisadores, es demasiado gay, demasiado serio, demasiado frivolo, demasiado elitista o, a ultima hora, ha sido reemplazado por otra entrevista con otra estrellita de 'reality'.