Tuesday, March 31, 2009

The Spanish Heart


Con una mezcla de respeto y sarcasmo, de veneración y rencor, la prensa española publica diariamente las aventuras de la aristocracia del país. Y lo hace con el entusiasmo de un perro de caza frente a una presa jugosa, revelando hasta el último secreto y el mas íntimo vicio, hasta que al final de la nota no queda una sombra de duda sobre las debilidades del noble en cuestión.

Este es un juego popular y peligroso donde no se salva nadie, ni siquiera la familia real, como quedó demostrado hace unas semanas cuando los periódicos españoles anunciaron primero y con cautela, que la princesa Letizia de Asturias tenia un rostro nuevo, renovado, mas suave, y, luego, perdiendo toda compostura, que la mujer del príncipe Felipe se había sometido a una rinoplastia y quién sabe a qué otras cirugías.

La casa real española se vio obligada emitir una declaración confesando que sí, que la futura Reina lucia una nueva nariz, pero que su cambio de aspecto no se debía a la vanidad sino a “problemas respiratorios provocados por una desviación del tabique nasal”.
Como sea, la princesa, radiante y bellísima con su nuevo “look”, debe dar poca importancia a los comentarios. A estas alturas ya está acostumbrada al constante cascabel periodístico que la rodea, a esos columnistas que comienzan sus historias con un respetuoso “Su Alteza Real” para después crucificarla en las páginas de los tabloides, y a esos shows televisivos donde mas de una rubia neumática y escotada dedica una hora a hablar de cómo el viento le subió la falda en algún evento oficial o de lo “preocupante” que es su extrema delgadez.

La princesa fue una victima fácil desde el principio. Periodista, bonita, joven, plebeya y divorciada, tenia demasiados ángulos atractivos para ocupar una portada. Y desde su comentado matrimonio, realizado en mayo del 2004 con todo esplendor en la Catedral de Sevilla frente a una multitud de famosos que incluyó desde la emperatriz Farah Diba a Agatha Ruiz de la Prada, portadas ha habido miles.

Por estos días, sin embargo, Letizia ha encontrado cierto descanso. Toda la atención de la prensa permanece concentrada en Jaime de Marichalar, Duque de Lugo, ex marido de la Infanta Elena, que hace unas semanas apareció en la portada de la revista “Época” acusado de consumir cocaína. El consumo es “ocasional’, dice el articulo, pero suficiente como para que la propia Infanta lo use como recurso para conseguir la nulidad religiosa definitiva de su matrimonio.

La publicación de la noticia obligó al hermano menor del Duque, Alvaro Marichalar, a enfrentar las cámaras diciendo que, como ciudadano, se sentía “muy afectado” y que esta persecución periodística demostraba que España era “un país sin ley”. El Palacio de la Zarzuela reaccionó con una indignación similar, asegurando a través de su vocero que “rotundamente, no se ha iniciado ningún trámite de ningún tipo, ni civil ni eclesiástico”.
¿Dónde estaba el Duque de Lugo, padre del príncipe Froilán y la princesa Victoria Federica, en medio de todo este escándalo? En Paris, por supuesto, sentado junto a Stephanie Seymour, Barbara Bush y Antoine Arnault en la primera fila del desfile de Dior y “sin perderse detalle de los modelos propuestos para la próxima temporada Primavera-Verano”, según informó la revista “Hola”. Esta publicación, que considera a la nobleza española su pan de cada día, fue la encargada de anunciar que el Duque- conocido por su afición a los foulards, las fedoras, los pantalones vistosos, los grandes abanicos y el terciopelo- había sido, aun en estas complicadas circunstancias, “fiel a su cita con la moda francesa”.
Paris y su elegante mundo “fashion” son a menudo un buen refugio para los aristócratas españoles en problemas.

Carmen Martínez Bordiú, nieta del generalísimo Francisco Franco, vivió ahí durante años y regresó a España solo para convertirse, una vez mas, en blanco de todos los dardos periodísticos. Su última aparición pública- en una muestra de que en la península ibérica nadie está a salvo de las garras de la farándula- fue junto a los acordes del paso doble y el cha-cha-chá en “Bailando con las Estrellas’.

Nati Abascal, la ex actriz y modelo que lleva sobre su chic cabeza el titulo de Duquesa de Feria, es otra enamorada de la capital francesa.
Cada vez que hay un escándalo, Nati se refugia en París, lo que significa que pasa ahí buena parte del tiempo porque, a pesar de su titulo y su legendaria elegancia, su reputación personal parece estar a menudo al borde del abismo. En los 70’s causó comentarios apareciendo desnuda en las páginas de Play Boy. En los 80’s, divorciándose del Duque después de ser descubierta a bordo de un yate besándose con el presidente del Real Madrid. Y desde los 90’s, toda España ha sido testigo de su afición a la fiesta y los “drinks”, que la hacen aparecer frecuentemente a la salida de restaurantes y bares confusa y tambaleándose sobre sus gigantescos tacos. En un reciente episodio, las cámaras de la televisión hispana la captaron dirigiéndose bien entrada la madrugada rumbo a su automóvil después de otra noche de copas. Nati, encantada con la atención periodística, se acercó a los reporteros y les dijo: “te quiero a tí, te quiero a tí y a tí; y a ése también le quiero...".

La frase se convirtió en la mas repetida del país durante semanas.
Los hijos de la Duquesa. Luis y Rafael Medina, heredaron la belleza y elegancia de su madre y los títulos de su padre, el desaparecido Rafael Medina y Fernández de Córdoba, Duque de Feria, que murió de una sobredosis de barbitúricos el 2001, a los 58 años, después de una vida repleta de tragedias y desenfrenos. Sus últimos años de vida los pasó en la cárcel, acusado de abuso de menores y hundido en una profunda depresión.

Un diario de Sevilla, después de anunciar que la Duquesa no asistiría al entierro de su ex marido porque su muerte la había encontrado de vacaciones en Kuala Lumpur, resumió el triste momento con este párrafo: “Al pobre Rafael ya se lo ha llevado Dios, qué suerte, habrá dicho alguno. La bandera de los Medinaceli en Pilatos ondea a media asta, pero sólo las putas de Sevilla lloran su muerte”.

Cualquiera que vea las fotos de Luis y Rafael en las “revistas del corazón” españolas, tan jóvenes, guapos y chic, jamás imaginaria la cantidad de escándalos que corren por sus venas. Quizás la única huella de este legado de controversias sea la aversión de estos nobles a la prensa.
“Mi vida no es nada interesante”, dice Rafael, el mayor, actual Duque de Feria y uno de los solteros mas apetecidos de Europa. “Tengo mi trabajo, no me dedico a contar mi vida, y por eso convivo bien con la prensa. Las persecuciones van por rachas. Es algo que me ha tocado vivir. Se concentran en mi unos días y luego me dejan en paz”.

En un país donde, como está visto, no hay un título que no acarreé también una cruz. Rafael Medina lleva el suyo con la dignidad de un noble. “Nunca ha sido un peso” aseguró hace un tiempo al diario ABC de Madrid, “Lo llevo con todo el orgullo y, el día de mañana, espero que mis hijos lo hereden en el lugar alto, donde siempre ha estado y donde debe estar”.

Saturday, March 21, 2009

What Would Valentino Do?


Perdón por la ausencia, pero la crisis tocó la puerta del lado, la del otro lado, la del frente, y finalmente vino a tocar la mía cerrando una revista con la que llevaba largo tiempo colaborando y que, con su cierre, se llevó un trozo de mi corazón y un buen pedazo de mis ingresos.

Oh, well.

En eso estaba, tomando sopa recién servida de autocompasión, cuando recibí una invitación para asistir a un “press secreening” del documental “Valentino: El Ultimo Emperador” que se estrenó en Nueva York esta semana.

Saque papel y lápiz, porque aquí hay algunas lecciones que vale la pena aprender sobre como enfrentar la recesión..

La primera es que no hay que preocuparse del dinero.

En la película, Valentino reconoce que lo único que sabe hacer son vestidos para sus “ladies” y que es terrible “para todo lo demás”.
Lo “demás” incluye desde mantener un imperio que fue vendido el 2002 por 1.1 mil millones de dólares, a limpiar los dientes de sus cinco perritos mascotas.

Para eso hay otra gente mas capacitada, como su pareja durante mas de cuatro décadas y “socio” por medio siglo, Giancarlo Giametti que, citando a Confucio en la película, dice que “cuando dos hombres cabalgan el mismo caballo, uno de ellos debe ir montado atrás”.

Yo no podría haberlo dicho mejor.

Otra lección importante es que, en tiempos de crisis, uno debe concentrarse en lo fundamental- como que las flores estén frescas en el living o que haya suficientes botellas de champagne en el refrigerador- y olvidar lo superfluo. Después de todo, ¿Qué ganan personas creativas como Valentino, usted o yo, perdiendo el tiempo hablando de cuentas por pagar o, Dios nos ampare, el costo de mantener un Château en Francia, un Palazzo y una Villa en roma, un chalet de ski en Gstaad, un penthouse en Manhattan, un jet y un yate?

Disfrute lo tiene, y no llore por lo que no tiene.
Esa es mi nueva filosofía, via Valentino.

Tercera lección: adquiera un bronceado.
Si quiere saber como se ve Valentino en una pantalla de cine, mire al sol de frente durante el atardecer en sus próximas vacaciones en el Caribe. Todo es luz; todo es naranja. Y aunque mas de alguien podría poner en duda las ventajas estéticas de semejante look- sin siquiera mencionar las de salud-, Valentino se pasea dorado como un Oscar y, a primera vista al menos, completamente feliz y saludable a los 76 años.

La película, que fue dirigida por el periodista de “Vanity Fair” Matt Tyrnauer y filmada en un periodo de dos años, del 2006 al 2008, es también evidencia de que, como dicen los terapeutas, es mejor deshacerse de la rabia y otros sentimientos negativos rápidamente y no guardarlos dentro de uno mismo.

Busque su “Diva interna” y arme un escándalo cada vez que pueda y a la menor provocación, como hace Valentino. Y si no hay provocación, ármelo igual. Nada como una buena rabieta para mantenerse en buena forma.
El diseñador lanza las suyas cada cinco minutos en el documental, alegando porque Giametti quiere mas vuelos en un vestido, porque sus perros no pueden usar todos los asientos en el jet- dejando a la azafata de pie en el despegue-, porque la pasarela no está a su gusto, o porque nadie entiende que una mujer que muestra sus tobillos caminando en un vestido largo es, simplemente, ¡la visión mas horrorosa que cualquiera puede enfrentar!.

La ultima lección, y para mi gusto la mas importante, es que hay que tener corazón.
En dos años de filmación, Valentino llora solo en dos ocasiones.

La primera es cuando menciona el nombre de Giametti, su compañero de vida, durante la ceremonia de entrega de la medalla de la Legión de Honor del gobierno francés.

Casi mudo- por primera vez-, dice que agradece “al señor Giametti, que ha estado junto a mí todos estos años’.

La segunda es cuando recibe a sus costureras a la entrada de una retrospectiva organizada con ocasión de su retiro en la galería Ara Pacis en Roma. “Estoy con usted desde 1966”, le recuerda una de ellas, “y él la abraza con los ojos llenos de lágrimas, sin que siquiera el impecable traje que usa como coraza o su perfecto peinado sean capaces de ocultar la fragilidad de sus sentimientos

Oh, well.

Vaya al banco, saque los últimos centavos de su cuenta de ahorros, y gástelos- no, mejor dicho “inviértalos”- en calcetines de cashmere, orquídeas, una bellísima pintura o un ticket a Roma. Será un poco mas pobre, pero también un poco mas feliz.

Happy recession!