Un ojo personal en cine, arte, literatura, revistas, sexo, moda, politica y cultura pop.
Wednesday, April 30, 2008
The Old Broads
Hay un tipo de mujer en Nueva York que no existe en ninguna otra parte.
Mujeres que han sobrevivido el machismo de los cincuentas, el feminismo de los sesentas, la crisis económica de los setentas, la era disco de Steve Rubell, la era de la avaricia de Gordon Gekko, y la era de la guerra y la tontera de George W. Bush.
Y ahí están estas mujeres ahora, todavía de pie, y en algunos casos luciendo piernas que despertarían la envidia de mujeres cuatro décadas mas jóvenes.
En esta ciudad- donde el hedonismo y la vanidad parecen venir incluídas en el agua potable- existe también una fuente infinita de sabiduría y longevidad femenina.
No, no estamos hablando de esas octogenarias que se pasean en St. Laurent y Chanel por Madison Avenue, dedicando sus últimas horas de vida al cirujano plástico o el peluquero en su trágica lucha contra lo inevitable.
Estamos hablando, en cambio, de Liz Smith. Joan Rivers, Cindy Adams, Elaine Stritch o Joan Collins que, para que las cosas queden claras, nunca le han hecho asco a una aguja rellena de bótox, pero que no tienen ninguna ilusión de que eso- una arruga de mas o de menos- hará gran diferencia en el resultado final.
Partamos por Elaine Stritch, una actriz que a pesar de un legendario romance con el Vodka y el Whisky que casi destruyó su carrera, sigue convertida en uno de los monumentos vivientes de Broadway.
Su voz suena a vida bien vivida, y eso solo agrega mas atractivo a sus apariciones, que no son pocas.
Hace un tiempo la vi en su inolvidable “one woman show’, “Elaine Stritch at Liberty” (búsquelo en HBO, I Tunes o YouTube), donde apenas cubierta con una camisa de hombre blanca y un par de medias negras (a los 80 y tantos), recuerda, durante casi dos horas, detalles de una existencia envidiable que incluye ensayos con Nöel Coward y romances con Marlon Brando, Ben Gazzara y Rock Hudson.
No todos llegaron a buen término. De hecho, ninguno de ellos llegó a buen término.
¿Pero qué importa?. Todos ya murieron, pero Elaine continua en el escenario, igual como Liz Smith continua escribiendo sus columnas de chismes en el "New York Post".
No la culpe. Ella estaba ahí, tecleando en su Olivetti, mucho antes de que el Post perteneciera a Rupert Murdoch y dedicara páginas y páginas a Lindsay Lohan.
Ocho décadas de vida han puesto una ligera joroba en la espalda de Liz, es cierto, pero sus ojos azules siguen intactos y su melena rubia tan platinada como siempre.
Lea lo que escribe, y se dará cuenta que esta mujer ha sobrevivido en una jaula de serpientes sin mas herramientas que su inteligencia, su talento y su increíble capacidad para encontrar algo positivo que decir hasta de la mas siniestra starlet.
Liz habla bien de todos, menos de GWB.
Otra razón para quererla.
Una vez la vi caminando por la calle junto a Elaine; dos ancianas a medianoche rumbo a algún restaurant, arrastrando entre ambas mas historia neoyorkina de la que cabria en un libro.
Pero sigamos con este romance invernal.
Para ser honesto, no soy un fanático de Cindy Adams. Su lengua es áspera y poco bondadosa, y aunque su columna se publica a solo dos páginas de la de Liz en el “Post”, su mirada del mundo no podría ser mas distinta.
Para ella no hay un famoso que valga la pena, y el mundo se divide entre abusadores y abusados, dos castas que se turnan en la diversión.
En las fotos aparece como una loca, con el maquillaje exagerado, algún sombrero desquiciado y los ojos inquietos de quienes han visto mas de la cuenta y siguen con sed.
Pero escúchela hablar de su fallecido perrito, “Jazzy”, o de su ex marido, un comediante de segunda que rozó los codos de Sammy Davis Jr. Y Frank Sinatra, y descubrirá a una mujer que, detrás de esa caja fuerte que es su corazón, esconde….bueno, un corazón.
Liz Smith y Cindy Adams
Eso nos lleva a nuestras últimas “old broads”. Dos Joans- Rivers y Collins.
Las dos son el mejor ejemplo de los excesos a los que puede llegar un cirujano plástico de Hollywood cuando huele un cheque teñido de ansiedad. Y aunque es casi imposible adivinar una sonrisa en sus caras, estas mujeres se ríen todo el tiempo.
A menudo de sí mismas.
Las llaman “bitches”, las llaman “tarts” y las llaman “whores”, pero el llamado siempre llega tarde, porque ellas ya han usado todos los epítetos posibles para describirse a si mismas.
En Cámara.
Nombre cualquier desgracia o gloria y quedará corto, porque Joan y Joan las han vivido todas. Matrimonios, divorcios, enfermedades, suicidios, bancarrotas…Y ahí están, todavía de pie, en tacos de Louboutin, suites en el Dorchester y departamentos tan palaciegos que han sido comparados con L’Hermitage.
Joan Rivers
¿Por qué siento admiración por estas mujeres?
Porque representan vida, con lo bueno y lo malo.
Porque a una edad en que la mayoría se lanza en alguna cama a esperar la muerte, ellas salen a buscar una nueva razón para abrir la puerta y salir a la calle.
Porque saben mucho mas de lo que nunca sabré.
Porque algunas revistas que conozco bien se niegan a publicar historias de cualquiera que haya alcanzado la menopausia, por muy interesantes que sean.
Y porque, sin ellas, Nueva York no sería lo mismo.
Joan Collins
Monday, April 28, 2008
Dress Like a Man!!...In a Tux.
Hoy por la noche fue la gala de Parsons School of Design, una de las escuelas de diseño de moda mas importantes de Nueva York.
Anderson Cooper le entregó un galardón a Diane Von Furstenberg por su trayectoria, y Alber Elbaz, de Lanvin, hizo lo mismo con Howard Socol, el presidente de la tienda Barneys New York.
La fiesta fue “black tie”, lo que significó, en el caso de los hombres, un aburrido uniforme de tuxedos y “bow ties” negras con impecables camisas blancas.
Pero ahí, en ese oscuro océano, encontramos a estas tres estrellas, incluyendo, por supuesto, al super chic Anderson Cooper. el publicista Hans Dorsinville- que cambio la camisa por una bufanda negra-, y al diseñador de “Hickey” que. gracias a Dios, rompió la monotonía con un tux gris diseñado por el mismo
Fotos @ Manuel Santelices
Saturday, April 26, 2008
Cover Man
Hace unos meses, Tommy Hilfiger lanzó un libro de iconografía americana llamado- aquí no hay sorpresas- “Iconic America”. Dentro de su campaña de promoción me concedió una entrevista en su tienda del SoHo, donde llegué nervioso y entusiasmado, no por Mr. Hilfiger, sino porque su co-autor era George Lois.
Cover Man.
Durante años Lois ha sido uno de mis héroes. Si no lo conoce, aquí van algunos datos.
-Lois fue el monarca indiscutido de la publicidad americana durante la década de los 60’s, 70’s y 80’s, la era dorada de las grandes agencias de Madison Avenue.
-Fue el responsable de las mas innovadoras y revolucionarias campañas de la época, con clientes como Volkswagen, Braniff, Xerox y MTV.
=Pero lo mas importante, para mi al menos, es que puso todo su genio al servicio de la revista “Esquire” durante una década, de 1962 a 1972, creando portadas tan irreverentes, tan profundas y sarcásticas, que todavía resultan memorables.
En comparación, ese repetido caldo de sexo y publicidad que son las portadas de hoy, parece tan aburrido como un bosteza.
Lois nunca tuvo problemas en poner a una mujer en bikini en su portada, como hacen tantos actualmente, pero jamas se detuvo ahí. Un escote no sirve de nada si no tiene algo que decir, pensó, y en su caso sirvio para hablar de feminismo, fama, sexo, guerra, cirugía plástica o cualquier otro asunto que estuviera obsesionando a Estados Unidos en esa excitante década que fue de Camelot a la luna y a Vietnam.
Trabajando a la antigua- recortando, pegando, fotografiando y dibujando- puso en la portada de “Esquire” una mano secando las lágrimas de Kennedy después de su muerte; a Andy Warhol hundiéndose en un tarro de sopa Campbell’'s, y a Mohammed Ali como San Sebastián, cubierto de flechas, en los violentos días de protesta por los Derechos Civiles.
Sus portadas nunca fueron obvias y a menudo exigieron una segunda mirada.
La primera por el shock de la imagen.
La segunda por el shock del mensaje.
Esta semana se inaugura una muestra de sus 92 portadas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y viendo su trabajo- su obra, me atrevería a decir- uno no puede dejar de preguntarse qué pasó en el mundo de las revistas. ¿Cuándo dejaron de pensar? ¿Cuándo decidieron que una portada no era mas que otra herramienta para promocionar un CD, una película o un perfume?.
La mejor, y única, portada que probablemente quedará grabada en mi memoria durante largo tiempo, fue la que “New York Magazine” publicó durante el escándalo sexual del gobernador de Nueva York, Elliot Spitzer.
Creada por Barbara Kruger, mostraba a Spitzer vestido de negro contra un fondo blanco, sonriendo, con una flecha roja dirigida a sus genitales con la palabra “Brain”.
Pero esa portada fue la excepción, no la regla.
En Estados Unidos, donde la imagen es todo, todavía no hay una que sirva como emblema de la era Bush y de aquí a treinta años, cuando cualquiera busque portadas que expliquen lo que sucedió en estos tristes años, solo se encontrará con dos millones de Britney Spears.
Si, hay muchas razones para extrañar a George Lois. Y si todavía tiene dudas, aquí va nuestro homenaje.
THE BEST OF THE REST
Monday, April 21, 2008
Koons Superstar
Chile Chic
La foto que inicia este post muestra a Maria Cornejo- la diseñadora chilena educada en Londres, que actualmente vive y trabaja en Nueva York- pocas horas antes de presentar su colección de otoño 2008 en Febrero pasado durante la “Fashion Week” en Manhattan. La foto fue captada por Christopher Anderson para “New York Magazine”, que la publicó en un artículo de dos páginas sobre la diseñadora en su estupenda edición especial “New York Look”, dedicada a la moda de la próxima temporada.
Chile in the press.
Mientras en Chile solo se habla de la discusión entre el gobierno y “The New York Times” por los conflictos de la industria salmonera, un puñado de importantes revistas dedica, este mes, páginas y páginas a mostrar un país atractivo, excitante, talentoso y- surprise, surprise!- definitivamente chic.
En la edición de Mayo de “W”, el periodista James Reginato escribió un largo artículo sobre Isla de Pascua- “The Farthest Shore”- hablando del espectacular y recientemente inaugurado hotel Explora Rapa Nui, de la increíble sensación de enfrentarse a los misteriosos Moais, y de la belleza de los habitantes de la isla. “En Isla de Pascua”, concluye Reginato, “la antigua cultura puede seducir…en piedra o en piel”.
“Conde Nast Traveller” también incluye a Chile en su “Hot List” anual, mencionando, una vez mas, el Explora pascuense, y también el Tierra Atacama Hotel & Spa en San Pedro de Atacama, un sitio donde “las 32 habitaciones ofrecen duchas ‘al fresco’ y pisos fabricados con conchas”.
(Con tantos buenos hoteles repartidos por todo el país, ¿Por qué todavía no hay uno que valga la pena en Santiago?)
La revista también habla maravillas de tres restaurantes chilenos: “Dali” en Coyhaique, y “Mercat” y “Fábula” en Santiago.
Hasta donde sé, esta es la primera vez que algún restaurant chileno aparece en la lista.
Este huracán de buena publicidad se une al enorme reportaje que Eric Wilson publico hace un tiempo en la primera pagina de la sección “Style” de “The New York Times” sobre el “Museo de la Moda” creado por Jorge Yarur- una joya aparentemente mas apreciada fuera que dentro de Chile-, y a numerosas historias sobre arquitectura y diseño publicadas de “GQ” a “Wallpaper” en los últimos años.
¿Chile Chic?
You bet!
Monday, April 14, 2008
El Día Después
Hace unos años conseguí trabajo como encargado de comunicaciones de la IPPF, Internacional Planned Parenthood Federation, en Nueva York.
Si usted, como yo en su momento, nunca ha escuchado hablar de esta organización, permítame aclararle que se trata de una oficina que se encarga de conseguir recursos para servicios de planificación familiar en Latinoamérica y el Caribe.
Y por servicios de planificación familiar, me refiero a la píldora del día antes (educación sexual o condón), la píldora de hoy (también conocida como ‘la píldora’) y la píldora del día después.
Este no fue un puesto que busqué. Me llegó, y lo tomé porque no había nada mas a la vista.
Mi trabajo era relativamente simple: escribir las historias de mujeres en Nicaragua, Colombia, Chile o cualquier otro país de la región que, enfrascadas entre el marido machista, el cura dogmático y la sociedad misógina, se veían de pronto con siete niños y esperando el octavo, sin que su cuerpo o su billetera dieran a basto.
Mi misión era hacer que estas historias sonaran tan trágicas en las cartas de petición, tan urgentes y dramáticas, que alguna señora en Palm Beach o Park Avenue sintiera la inmediata necesidad de meter su mano en la billetera y hacer una donación.
Sinceramente, no era tan difícil.
Como hombre gay, la planificación familiar nunca estuvo entre mis prioridades. Pero desde desde ese bendito día que conseguí el trabajo, mi corazón está con aquellas que viven en la jaula de la maternidad.
En mi pequeña oficina en Broadway y la calle 20, me enteré de cómo adolescentes habían sido violadas por su tío, su primo, su hermano o su padre, y cómo sus gritos habían sido silenciados para mantener en pie esa columna de la sociedad que es “la familia’.
Sus niños eran integrados como un pollo al corral, sin que nadie preguntara de donde venían o donde terminarían.
Supe de mujeres en Brasil, que sabían que sus maridos tenían una vida sexual que iba mucho mas allá de sus propios dormitorios y que, sin embargo, tenían terror de exigir un condón porque eso no es algo que una esposa “decente” se atreve a pedir.
Durante meses, leí cartas y cartas.
En San Salvador, una mujer no sabia si seguir las instrucciones de su medico o su cura, que resultaban contradictorias.
En Santiago, una adolescente se preguntaba si era verdad que si hervía sus jeans y luego bebía su tinta, perdería al hijo que deseaba abortar.
En Jamaica, el método abortivo mas popular era un trozo de alambre.
No hay historias mas tristes que las de una madre sin intenciones de ser madre.
Tengo varias amigas que han abortado y lo han hecho sin problemas, otra evidencia de que, con dinero y conexiones, no hay quien se atreva a decir “no” en nuestros países.
Eso no significa, sin embargo, que estén orgullosas o, menos aun, felices de su decisión. Fue lo lógico, lo responsable, lo adulto en su momento, y quién sabe si por razones físicas, culturales o morales, el asunto les sigue dando vueltas- en la mayoría de los casos sin culpas- hasta el día de hoy.
Pero no es ahí donde iba.
Donde iba, con cautela, es a la píldora del día después.
No estoy seguro donde comienza la vida. Y tengo la impresión de que quienes hayan decidido que la píldorita aquella no estará disponible en Chile de ahora en adelante, tampoco están seguros.
Sospecho que se trata de un grupo bien educado, bien pagado y bien conectado que, quizás, ha escuchado los gritos de protesta de la Iglesia Católica.
El tipo de persona que tiene el número de un médico de la Clínica Las Condes en el “speed dial” de su celular, en caso de apuro.
Sospecho también, esperanzado, que se trata mayoritariamente de hombres. Hombres que nunca en su vida han tenido que lidiar con un marido irresponsable, un novio abusivo o una familia que considera que su gran- y única- misión es integrar nuevos miembros al clan.
Y sospecho que son el tipo de personas que a los 16, 17, o 18 años jamás se dejaron arrastrar por la irresistible corriente de un romance adolescente. O, peor aun, a los 39, nunca fueron seducidos por algún bandido en un bar a medianoche con inesperadas consecuencias.
En mis 40 y tantos años de vida, he despertado muchas veces con el síndrome del día después. Arrepentido, avergonzado, todavía con la cabeza dando vueltas, pero con la seguridad de que no hay nada que un vaso de agua, una aspirina, un ‘steak and eggs’ y un “virgin mary’ no pudieran curar.
No sé que pensaran los ilustres legisladores, pero la mala conducta, las decisiones equivocadas y la mala suerte me parecen errores comprensibles.
Y la posibilidad de levantarse y seguir adelante, un derecho humano.
Thursday, April 10, 2008
El Evangelio Segun Madonna
Abro las fotos que mi sobrina de 16 años mantiene en Facebook, las comparo con las de Madonna en el último numero de “Vanity Fair”, y sí, tengo que reconocer que Madonna se ve mas joven.
Debe ser todo el ejercicio y los ocho vasos de agua que consume al día.
Mientras corro a buscar un vaso de agua a la cocina, pienso en la entrevista y las fotos que publica la revista; en la portada con Madonna sosteniendo al mundo envuelta en un corset de Dolce & Gabbana y botas de Givenchy Haute Couture, y su actitud desafiante mientras dice que “si tu felicidad deriva de lo que la sociedad piensa de ti, vas a estar siempre desilusionado’.
Ese trocito de filosofía es la frase mas divertida e ingeniosa en las dos horas de entrevista y el articulo de 6.000 palabras que escribió Rich Cohen…Aquí va un botón de muestra:
“Ella dice que el Kabbalah es una filosofía, una manera de entender las cosas, lecciones.
-¿Cómo qué?- le pregunto.
Ella dice: ‘Una es que todos somos responsables de nuestras acciones, nuestra conducta y nuestras palabras, y debemos tomar responsabilidad por todo lo que decimos y hacemos. Cuando uno llega a esa conclusión, ya no puede pensar en la vida como una serie de eventos accidentales. Yo soy el arquitecto de mi destino. Estoy a cargo…’”.
ZZZZZ…
“Lo otro”, continúa Madonna en la entrevista, “ es que hay un orden en el universo , aunque parezca un caos. Separamos el mundo en dos categorías…”.
Por deferencia a la paciencia de los lectores de “Medio en Silencio”, dejaremos las categorías para otra ocasión, cuando ya no quede nada mas en el planeta de qué hablar.
Soy el arquitecto de mi blog. Estoy a cargo.
Parece increíble que un articulo tan prometedor resulte ser tan pretenciosamente aburrido. Pero debería haberlo adivinado cuando leí el primer párrafo:
“El mundo es una serie de habitaciones arregladas como círculos concéntricos, piezas dentro de piezas, unidas por patios y cámaras, y en la habitación al centro de todas las habitaciones se sienta Madonna, vestida de blanco, soñando con Africa.
Para llegar a ella, uno debe esperar un signo. Cuando llega, si eres puro de corazón, comienzas a moverte hacia Madonna”.
Doy vuelta la página para ver si estoy leyendo el articulo correcto.
Yep, It’s the one on Madonna. Sigo adelante.
Cuando el periodista le pregunta sobre su debut como directora de cine en “Filth and Wisdom” (Mugre y Sabiduría, un titulo que fácilmente podría haber ocupado la portada de “Vanity Fair”), Madonna asegura que su gran inspiración- su única inspiración- fueron directores de cine europeos y muertos, como Pasolini, de Sica y Godard.
Si le mencionan el nombre de Britney Spears, levanta la mano antes de que la pregunta termine, y hace una larga analogía entre la crueldad que existe en las tribus africanas y la relación de Britney con los paparazzis.
(¿?)
“Cuando una piensa acerca de la brujería (en Africa), la forma en como la gente aplica dolor y crueldad en otros , y luego llega aquí, y, tu sabes, con personas tomando fotos de otras personas cuando están en sus casas, cuando son llevadas a hospitales o están sufriendo, y luego las venden, robándoles la energía, es una terrible crueldad.. Entonces, ¿Quién es peor? ¿Entiendes lo que te quiero decir?”
Hmmm…No, no entiendo.
Y probablemente el reportero de “Vanity Fair” tampoco, porque mientras la escuchaba hablar tomaba notas como:
“Madonna mira por la ventana. Ahí está. Los Angeles, las colinas repletas de casas, marcada por calles y brillando en la luz, subiendo y bajando, terminando en el mar. Parece como uno de esos paisajes cristalinos de las pinturas Flamencas”- continúa, y no estoy bromeando- “donde Jesrusalem se ve, digamos, como la Tierra Sagrada, no porque el pintor sea estúpido, o no hubiera viajado, o no supiera, sino porque, cuando uno cree, todas las ciudades son Jerusalem”,
Este trozo de poesía aparece en la página 284, justo al lado de los “créditos” de vestuario y belleza de la revista, donde dice que el peinado de Madonna fue responsabilidad del celebrity stylist Garren y que su rostro fue humectado con Designing Spray Tonic.
Who IS this Woman?
Tuesday, April 8, 2008
Charlton Heston is Dead!
Olvidemos, por un momento, que Charlton Heston en sus últimas décadas se convirtió en el mas recalcitrante conservador que uno pudiera enfrentar. El republicano anti-todo que piensa que el pasado fue siempre mejor; ese que cree que no hay ningún debate que no merezca un disparo y que, de feministas a gays, el mundo entero se ha convertido en una olla decadente de izquierdistas, homosexuales y terroristas, todos unidos para destruir el gran sueño americano.
Quizás fue el Alzheimer.
Pero olvidémonos de eso.
En cambio, recordemos al precursor de Matthew McConaghey como el actor con el torso mas admirado de Hollywood. Pensemos en Moisés levantando sus tablas y luciendo, de paso, los bíceps que marcaron a una generación. O el mexicano que interpretó- bigote y bronceado falso mediante- en “A Touch of Evil”, mucho antes de que el mismo considerara a los mexicanos un problema nacional.
Pauline Kael, en “The New Yorker”, dijo una vez que Charlton era el símbolo de todo lo americano y que su rostro tenia los ángulos de un águila.
Hoy, Manola Darghis- lejos mi crítica de cine favorita en The New York Times- lo llamó “la última estrella del cine americano”.
No estoy de acuerdo. Pero, por Dios, Charlton fue una estrella.
Como todas las grandes estrellas, a menudo se interpretó a si mismo, y no importa si fue enfrentando a bandidos en el viejo oeste o enamorándose de chimpancés en “Planet of the Apes”, siempre mantuvo la misma belleza y dignidad.
Y viendo sus fotos, queda claro que eso, belleza y dignidad, nunca escasearon en su caso.
Mis mejores recuerdos de él fueron de niño, cuando me quedaba en cama por culpa de algún resfriado y veía sus viejas películas por la tarde en “Tardes de Cine”.
Pero esa es otra historia..
Por ahora solo diremos Bye Charlton. See you in heaven.
Sunday, April 6, 2008
Magazine Madness!!
Si usted está interesado en el mundo de las revistas, como yo, no deje de revisar la última edición de “The New York Observer” (observer.com) titulado “The Magazine Issue”.
La portada- como verán en la imagen que acompaña este post- es algo cruel y muestra a Anna Wintour, editora en jefe de Vogue, jugando un enrabiado partido de basketball con S.I. Newhouse, presidente de Conde Nast.
Curiosamente- o quizás precisamente porque la caricatura es tan poco halagadora- la Wintour no habla con el “Observer” sobre el tema, dejando, en cambio, a su features director, Sally Singer, encargada de aclarar el futuro de la publicación en la era de Internet.
“La fortaleza de nuestra publicación es que no es desechable ni clickeable”, dice la Singer, “Es una experiencia fundamentalmente distinta a leer publicaciones online”.
El “Observer” publica opiniones de Graydon Carter (Vanity Fair), Dave Granger (Esquire), Gerald Marzorati (The New York Times Magazine), David Remnick (The New Yorker) y Chris Anderson (Wired), entre otros, y la conclusión general es que las revistas continuarán siendo revistas- “magazines have to become more magaziney’, dice Granger- y que sus sitios web son solo una herramienta para atraer atención, ofrecer material exclusivo e instantáneo y, aun mas interesante, aumentar las suscripciones de la publicación real.
Graydon Carter piensa que algun dia, en el futuro cercano, podremos suscribirnos a cuatro o cinco revistas y leerlas en el metro, en la playa o en la casa a traves de algun aparato electronico
Llevo largo tiempo trabajando en revistas, y quizás porque las adoro, creo que no habrá grandes cambios en el futuro. Como dice Anderson en el articulo, “Pienso que en diez años las revistas se verán muy parecidas a como se ven ahora”.
Es cierto que por estos días basta un click para encontrar la información que uno busca, pero nada se compara a la excitación de encontrar un nuevo ejemplar de la revista favorita en el kiosco o el correo, guardarla, releerla y quedarse dormido con ella entre las manos.
Saturday, April 5, 2008
Fly me to the Moon
Hablemos de Viajes.
Mi primer viaje importante fue a los 18, cuando uno de mis mejores amigos de colegio, mi hermana y yo decidimos que era hora de comenzar a explorar el mundo.
Teníamos dos posibilidades: Río y Buenos Aires o Bolivia y Perú.
Como la elección era obvia, no tuve ningún problema en someter la decisión a una votación democrática.
Desde entonces siento una profunda desconfianza por la Democracia.
Un par de semanas después, nuestros padres nos llevaron con lágrimas en los ojos al aeropuerto para abordar un vuelo de Lloyd Aéreo Boliviano rumbo a La Paz.
Mi hermana y mi amigo llevaban enormes mochilas. Yo insistí en llevar una maleta, porque viajar de mochilero me pareció poco sofisticado, nada de adulto y definitivamente poco atractivo a la hora de las fotografías.
Un flash! y ahí quedamos para la posteridad junto al mesón de Lloyd. Mi hermana y mi amigo en jeans, polera y mochila, y yo con una chaqueta kakhi, perfectamente apropiada para países exóticos, con mi maleta a mis pies.
Aunque partí el viaje amurrado, mi humor mejoró cuando llegamos a la capital boliviana. Mostré mi pasaporte y el encargado de inmigración habló con un marcado acento extranjero, lo que me hizo sentir de inmediato como miembro de una comunidad de viajeros internacionales, un hombre de mundo de paso en un país tercermundista.
Nuestro hotel era simple, por ponerlo en términos generosos. Pusimos las mochilas y mi maleta sobre las camas, y mientras mis compañeros de viaje estudiaban quizás que ruinas que “no podemos dejar de ver”, yo colgué mis seis pantalones, mi docena de camisas y mis tres chaquetas en la barra de la ducha para que de desarrugaran y estuvieran listas para la noche.
En mis fantasías, la noche terminaba en una gigantesca discoteque después de “drinks” en el La Paz Ritz Carlton.
Pero la ciudad tiene bien merecido su nombre. Es el lugar mas aburrido del planeta. Y el mas pobre. Después de ver la décimo quinta iglesia, fotografiar a 700 cholas con sus bebés colgando de la espalda, y admirar una cantidad indeterminada de figuras precolombinas, decidí, en el quinto día de nuestro viaje, meterme a la cama y no salir mas hasta que abandonáramos la ciudad.
El dolor de cabeza, la depresión y la rabia de estar metido en ese hoyo altiplanico cuando podría, en esos mismos instantes, haber estado bebiendo mate-martinis con un equipo de Polo completo en el club mas top de Buenos Aires, me estaban matando.
El último día mi amigo y mi hermana me convencieron de visitar las ruinas de kakakakatahuán, o como quiera que se hayan llamado, que aparentemente eran el sitio ideal para sentir la "vibra" de la lucha latinoamericana.
Whatever.
Tomamos un bus, y nuevamente estoy usando la palabra “bus” con enorme generosidad hacia la industria turística boliviana.
Mientras el resto de los pasajeros comían un pedazo de choclo y un trozo de carne de origen dudoso usando un papel de diario como plato, yo, abriéndome paso entre las gallinas que formaban parte de la multitud, asomaba la cabeza por la ventana para tomar un poco de aire y evitar los vómitos.
Después de una hora y media de viaje, llegamos a las ruinas; cuatro muros de adobe con un par de dibujitos al centro.
“Los paso a buscar a las seis”, dijo el chofer del bus.
Eran las 11 de la mañana.
Quizás esa experiencia me privó de la curiosidad y el espíritu aventurero de otros viajeros que conozco, esos que cuentan los días en desesperada anticipación antes de pasear en bicicleta por los campos de arroz de Vietnam, que gastan una fortuna durmiendo en tiendas al borde del Kilimanjaro o que sueñan con pisar algún día la Antártica.
Una vez me invitaron a la Antártica, e hice todo lo posible por evitar el viaje. Volar seis horas en un avión militar que se mueve con mas turbulencia que el “derrière” de Beyoncè en “Bootylicious” solo para llegar a un témpano con cuatro pingüinos, no es mi idea de diversión.
En las últimas dos décadas he sido afortunado. A veces por trabajo, a veces por placer, he visitado lugares que nunca pensé conocer. Pero si tengo que ser honesto- de eso se trata, ¿No?- estaría perfectamente satisfecho con reducir mi mundo a un puñado de ciudades. Ciudades con grandes museos y hoteles boutique. Ciudades con tiendas que venden camisas a un precio similar a mi arriendo mensual, que tienen barrios bohemios llenos de artistas y modelos, cafés y bistros, enormes librerías con libros de arte y diseño, kioscos gigantescos, y ciudades donde uno no necesita salir con un revólver calibre 32 para sentirse seguro.
Ciudades donde uno puede tomar el agua de la llave sin terminar dos semanas sentado en el baño.
A veces la gente me pregunta si viajo mucho. Y yo, dándome aires de generación Wallpaper, digo que si. Pero viajo siempre a las mismas ciudades, que son las que amo y que, para que quede claro, incluyen Santiago.
Cuando era chico, yo y un amigo que terminó siendo geógrafo jugábamos con su globo terráqueo. El decía, “esta es la ciudad donde vas a conseguir tu primer trabajo (o vas a enamorarte, o vas vivir cuando tengas 60, o vas a tener tu primer accidente de tránsito). El daba vueltas al globo, y yo, con los ojos cerrados, lo paraba marcando con mi dedo índice la ciudad de mi destino.
Cada vez que apoyaba mi dedo en el planeta, el ruego era siempre el mismo : “!Nueva York, por favor, Nueva York!”.
Y ahora, escribiendo desde mi adorado departamento en Brooklyn, siento que todos mis ruegos fueron escuchados.
Tuesday, April 1, 2008
Mr. Horsley has a Hat
Un corto párrafo con las últimas novedades de Sebastián Horsley (ver un par de post mas abajo), mi nuevo superhéroe.
Sebastián- que como contamos antes escribió un libro de confesiones tan escandalosas, que le impidieron la entrada a Estados Unidos- habló con “The New York Times” este fin de semana.
Ahí contó que a la llegada al aeropuerto de Newark , en New Jersey, fue interrogado durante largo tiempo y finalmente puesto en un avión de vuelta a Europa.
El autor llegó al mesón de inmigraciones junto a su novia, vestido con un impecable traje de tres piezas de Richard Anderson- uno de los genios de Savile Row-, una corbata fucsia y dorada, un abrigo de terciopelo negro, guantes oscuros de cuero con borde de piel y un enorme sombrero de copa, parte de la colección que Comme Des Garçons creo hace un tiempo inspirándose en los Dandies británicos, incluyendo al propio Sebastián.
Ahora, que la seguridad en los aeropuertos es tan insoportable, Horsley ya no viaja con las uñas pintadas como antes.
Para evitar sospechas, supone uno.
“Me preguntaron que llevaba debajo del sombrero”, contó, “les dije que mi cabeza”.
En el artículo, publicado en la sección de “estilo”, obviamente, dio un trozo mas de su invaluable filosofía.
“No divido las cosas en buenas y malas, simplemente como ingeniosas o aburridas”, dijo parafraseando a Oscar Wilde, “Ser un Dandy significa ser real en un modo artificial. Todo en mi vida esta hecho a la medida; mis zapatos, mi ropa y mi personalidad…”.
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