Sunday, January 6, 2008

It's a New Day



Durante al menos siete años, de 1983 a 1990, me gané la vida haciendo entrevistas políticas para la revista COSAS.

De Francisco Bulnes a Patricio Aylwin, de Francisco Javier Cuadra a Andrés Allamand, de Ambrosio Rodríguez a Gabriel Valdés, resistí consigna tras consigna, cliché tras cliché, ego tras ego, convencido de que algún día, si Dios existía y era justo, abandonaría ese limbo de frases repetidas y partiría a Nueva York a cubrir asuntos menos frívolos que la política, como la fashion week o alguna entrega de premios en Hollywood.

Durante esos siete años no todo fueron bostezos.
Un memorable día hable con Gladys Marín de hombres y feminismo, y Sergio Onofre Jarpa me dio un paseo por Buenos Aires- incluyendo una visita a la Casa Rosada con Alfonsín- que todavía guardo como uno de los momentos mas fascinantes de mi vida.

Pero esas fueron las excepciones.

Ese intrincado laberinto de bla- bla- bla, esa lluvia de promesas que jamás serán cumplidas y ese muro de falsa honestidad construida a punta de lo que digan las encuestas, se repitió, una vez mas, en New Hampshire anoche, cuando los candidatos presidenciales norteamericanos se reunieron para un nuevo debate televisivo.

Hillary Clinton, que vivió durante ocho años en la Casa Blanca y pertenece a una dinastía política solo comparable a los Bush, prometió ser la candidata del “cambio’. Lo mismo hizo John McCain, que lleva mas de veinte años sentado en un sillón del Congreso. Y Mitt Romney, cuyo padre era gobernador y que lleva décadas nadando en las aguas del poder, también dijo, cómo no, que nadie estaba mas preparado que él para hacer las reformas que todos esperan en Washington.

Rudy Giuliani levantó una vez mas la nube de terror del 9/11, su tanque de batalla.

Mi voto, si lo tuviera, seria para Barak Obama.

Pregúntele a los mastodontes del Capitolio, y le dirán que el joven senador no tiene experiencia en las lides políticas; que no ha aprendido que una cosa son los sueños y otra la realidad; que no ha descubierto que para subir hasta el Salón Oval un político debe, inevitablemente, cambiar sus zapatos en cada peldaño, acomodando, negociando y, en ocasiones, traicionando sus propias ideas a cambio de otro trozo de la torta del poder.

Obama, le dirán, es un advenedizo, un renegado, un idealista que no ha vivido lo suficiente. Cuando el tiempo pase- le advertirán-, cuando una docena de campañas en el cuerpo le enseñen que la política no es un arte, sino una ciencia matemática de dinero, encuestas y negociaciones y cualquier brillo de transparencia haya desaparecido de su discurso, solo entonces estará listo para competir,

Quizás estoy pecando de ingenuo, pero soy de los que cree que este candidato joven, afro-americano y sin experiencia puede cambiar el mundo.

Creo en lo que dice, y después de ocho años escuchando discursos de un Presidente incapaz de hilar una frase con cierto sentido, las palabras razonables, inspiradoras y hasta poéticas de Obama hacen que, con o sin razón, se encienda una chispa de optimismo en estos dias tan oscuros.

"La esperanza no es optimismo ciego”, dijo el candidato en New Hampshire hace unos dias, “La esperanza no es sentarse en un costado o evitar la batalla. La esperanza es algo que llevamos dentro de nosotros y que insiste, a pesar de todas las evidencias que indican lo contrario, que hay algo grandioso en cada uno”.

2 comments:

Anonymous said...

Estimado Manuel, necesito contactarte para una información. ¿A qué mail puedo escribirte?

Saludos,

Montserrat Martorell

Manuel Santelices said...

montserrat, me puedes contactar a
manuelsantelices@hotmail.com