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Friday, July 18, 2008
Sex & The (Arab) City
Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte, que alegaban que era difícil encontrar romance en Nueva York, deberían pasar una temporada en Riyadh.
En la capital de Arabia Saudita el asunto es, literalmente, de vida o muerte.
Una cosa es no encontrar el Balenciaga adecuado para una cita con Mr. Big. Otra muy distinta es seducir a Mr. Sheik cuando una está envuelta de pies a cabeza en una Burka o Sabaya, imposibilitada de siquiera tomar un taxi sola, y vigilada constantemente por el padre, el hermano o el primo que consideran cualquier atisbo de interés masculino- bienvenido o no- una afrenta al honor familiar que debe ser castigado- y la castigada es a menudo la mujer- con encierro, golpes o piedrazos.
Forget Cosmos.
Por lo mismo, no es raro que “Girls of Riyadh”, la novela de Rajaa Alsanea, haya provocado un considerable escándalo en el emirato, siendo prohibida por largo tiempo y, por supuesto, pasada de mano en mano en un mercado clandestino similar al que vivió el “Unicornio Azul” de Silvio Rodríguez durante los días de la dictadura del General Pinochet.
El libro, que comencé a leer este fin de semana, sigue las aventuras de Gamrah, Michelle, Sadeem y Lamees, cuatro jóvenes mujeres musulmanas que deben enfrentar los tradicionales dilemas femeninos- ¿Lo llamo o no lo llamo?- en medio de la asfixiante sociedad donde les toco vivir.
El libro no es malo, pero tampoco es bueno. Después de unas páginas, uno se da cuenta que entre Carrie y Lamees, aparte de la Sabaya, no hay grandes diferencias:
“No me permitiré amarlo hasta que sienta su amor por mi. No me ataré a él hasta que me proponga matrimonio”.
Chick lit muslim style.
Si lo que busca es una verdadera radiografía del amor en estos tiempos del cólera islámico, le sugiero, en cambio, que revise la serie “Generation Faithful” publicada en “The New York Times” hace unas semanas. (Disponible en su sitio web).
Tenga pañuelo en mano, porque es para llorar.
Nunca he estado en Riyadh, mas por un asunto de supervivencia que de poco interés turístico. Los gays se ubican tres escalones mas abajo que los asesinos en serie en la jerarquía social saudita.
De todos modos, creo que no me estoy perdiendo gran cosa. En el NYT, la ciudad es descrita como “plana, limpia, donde sus cinco millones de habitantes viven en el brillo de la riqueza petrolera, con dos rascacielos de cristal y calles atestadas de gigantescos vehículos suburbanos”.
En Riyadh no hay cines, no hay bares y un hombre soltero no puede siquiera entrar a los malls donde las mujeres hacen su “shopping”. Los restaurantes y cafés están divididos por sexo. Lo mismo las Universidades y los gimnasios.
En Riyadh hay incluso agencias de viajes que solo atienden mujeres.
Pero, como dijo con tanta elocuencia una vez el Papa Juan Pablo II, “el amor es mas fuerte”.
Y el sexo también.
El flirteo en las calles de la ciudad, según cuenta el NYT, es atrevido y rampante. Una mujer no pude activar el “bluetooth” de su celular sin verse invadida de inmediato con mensajes de cualquier hombre a su alrededor, aunque el hombre en cuestión esté estacionado en el auto contiguo en la luz roja.
Usando una tecnología llamada “electronic belt”, los sauditas se pasan unos a otros números telefónicos y direcciones de e-mail sin siquiera cruzar una palabra, desesperados por cruzar la invisible, pero gigantesca, barrera que los divide.
Este es, claro, romance a ciegas.
Con suerte, un hombre ve el rostro de su futura mujer el día que le propone matrimonio frente a sus padres. La gran mayoría, sin embargo, debe esperar hasta la luna de miel.
Pero los solteros sauditas han desarrollado una buena técnica para evitar sorpresas desagradables. “Si uno quiere saber si una mujer es bonita, tiene que mirar a su hermano”, dice un romántico al NYT.
¿Es idea mía, o el asunto suena un poco gay?
Y hablando de gay….Situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas, y las solteras del emirato han llegado a la conclusión de que la mejor manera de prepararse para “la gran noche” es practicando entre ellas.
El travestismo, según dice el NYT, es común entre las Carries árabes, que consideran esto de besarse unas a otras y salir a la calle disfrazadas de hombres, bigote incluido, un “juego” tan divertido que merece ser jugado aun a riesgo de ser arrestadas por la “policía religiosa’.
Así las cosas, un sábado en la noche en Riyadh parece tener mas acción que el West Village en los días del gay parade,
El misoginismo intrínseco del Islam es una espada que, como todos los prejuicios, corta cabezas sin discrecion. Hombres y mujeres terminan igual de atrapados en sus feroces garras.
“Una de las tradiciones árabes mas importantes es el honor”, dice un joven saudita al diario americano, “Si mi hermana sale a la calle y alguien la asalta, ella no será capaz de protegerse a sí misma. La naturaleza del hombre es que los hombres son mas racionales. Las mujeres no son racionales. Con una , dos o tres palabras, un hombre puede obtener lo que quiera de una mujer. Si llamo a una casa y contesta una mujer, debo pedir disculpas. Es un asunto importante. Es una violación a la casa”.
Que Alah nos ampare.
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