Tuesday, July 8, 2008

Latin Stars (In Full Make-Up!)


Hace unos días entrevisté a Thalia, la superestrella mexicana que lanzó su nuevo CD, “Lunada”, con un “press junket” en el hotel “W” en Union Square, una conferencia de prensa en ese mismo lugar y una fiesta en “Nikki Beach” en Manhattan.

Fui el último en entrevistarla, al final del día, después de que la pobre mujer se sometió durante horas a las preguntas de “Escándalo TV”, “El Gordo y La Flaca”, “Sálvese Quien Pueda” o como quiera que se llamen esos programas faranduleros de la televisión latina en Estados Unidos, cuyas reporteras parecen, a menudo, un aviso de cautela sobre los excesos de la cirugía plástica.

Quizás por eso, porque detrás mío ya no quedaba nadie, es que Thalia se relajó.

Tanto se relajó, que mientras conversábamos un asistente le sobaba los codos con crema humectante para evitar la sequedad de la piel.

Así son las “Latin Stars”. Las conozco bien.

A finales de la década de los ochenta, la revista Cosas me montó en un avión y me envió a buscarlas por todo el continente.

En Buenos Aires entrevisté a Moria Casán y Mirtha Legrand. En Mar del Plata, a Susana Giménez. En Río, a Maite Proença, Y en México, a Verónica Castro, que me recibió en su mansión de Lomas de Zapotecas rodeada de guardias armados con metralleta en mano.

Las divas latinas son al continente lo mismo que las “drag queens” son a Nueva York: un puñado de neumáticas Barbies incapaces de hablar si no es en hipérboles, que dan magia, alegría y glamour al resto de nosotros, pobres y opacos mortales.

Nada de lo que les sucede parece real. Y no importa si se trata de un nuevo romance, un cambio de auto, un corte de pelo o una visita al dentista, todo termina en la prensa.

Ellas alegan, pero el alegato suena a farsa

Su tarea, si me lo preguntan, me parece de primera necesidad en países “en vías de desarrollo” como los nuestros, donde tanta falta hacen la fantasía y el escapismo.

La primera diva que entrevisté en mi vida fue Raquel Argandoña, que por esos días era la gran- y única- figura femenina de la televisión chilena. En un país que todavía daba patadas con la pobreza, ella se paseaba en Mercedes descapotable y full hair & make-up, haciendo alarde de su infinita ambición y buen humor.

En una ocasión fui a entrevistarla a su restaurant, “Valentino”, y apareció en la puerta en vestido largo de lentejuelas, boa de plumas, y una melena escarmenada que llegaba a las alturas de un poste telefónico.

Eso, a las once de la mañana.

Pero ya se sabe, una Latin Star está siempre lista para el show.

Lo mismo puede decirse de Cecilia Bolocco, a la que he entrevistado en mas oportunidades de las que me gustaría recordar.
Todo partió cuando Cosas adquirió los “derechos exclusivos’ de su primer matrimonio, realizado con inusitado esplendor en la Recoleta Domínica, una de las iglesias mas hermosas y tradicionales del país.

La entrevisté siete veces antes de llegar al altar.

Siete.

La primera fue excitante, porque era “el” personaje del momento. La segunda un poco menos. Para la quinta conversación, cuando ya no quedaba mas de qué hablar que no fuera el color de las servilletas o el tamaño de la torta de novios para la recepción (en el Palacio Cousino, no less), mi cabeza ya sufría trastornos similares a los que produce una lobotomía.

Ella, en cambio, feliz.

En los años que siguieron cubrí su divorcio- del que me enteré cuando me encontré con su ex marido, Michael Young, en un McDonalds-, su noviazgo con Menem durante su paseo por Washington en la inauguración del primer mandato de Bush, y el “Locro wedding” en la provincia argentina de La Rioja.

Mientras el encanto de la Argandoña me parece evidente- su verborrea rebelde es adictiva-, el de la Bolocco continúa siendo un misterio. Pero algo debe tener esta mujer, que ha seducido a tantos y con tan buenos resultados.

Quizás sea su habilidad para convertir el pozo de clichés que son sus entrevistas en una farsa que pasa por “exclusiva’.
Si usted es sadomasoquista y poner agujas bajo las uñas de sus pies no le parece dolor suficiente, siéntese una tarde a leer las declaraciones de esta diva y sabrá de qué estamos hablando.

Pero no importa cuantas veces diga que “finalmente he aprendido a aceptarme” o “La maternidad es un sueño”- y aquí estoy parafraseando-, la maquinaria periodística la sigue de cerca.

La mujer vende.

Vende sus matrimonios, vende sus tragedias, sus alegrías, sus infidelidades, su maternidad y, por estos días, vende su línea de ropa. Y no es solo porque es rubia y bonita- de esas hay millones-, sino porque en su afán de recibir constantemente “el cariño del público”, como llaman las estrellas al rating, la Bolocco no tiene limites.

Pero volvamos a Susana Giménez.

Me recibió en un teatro de Mar del Plata, donde era la rubia de “Los Caballeros las Prefieres Rubias”, una obra que, traducida al argentino, terminó con un nombre como “Cherry” o algo así.

El teatro estaba en un centro comercial, y su representante me advirtió que estuviera a las diez en punto en una de las galerías, frente a una tienda de deporte.

A las 10:05, una pequeña compuerta se abrió por el techo, una melena rubia me lanzó una escalera y escuché la famosa voz de Susana.

“Subí, subí, que no hay mucho tiempo”.

Quince minutos con la Giménez son mas que una vida con la Bolocco.

No recuerdo detalles de la conversación, pero si recuerdo que, mientras cambiaba de vestuario y pelucas, le pregunté por qué se había enamorado del polero Huberto Roviralta.

“!El lomo!”, estalló, “ ¿Has visto que lomo que tiene?”.

La Bolocco jamás dijo una cosa parecida de Carlos Menem.

Las “Latin Stars” prefieren ser cabezas de ratón que colas de león. Por lo mismo, el “crossover” las tiene sin cuidado.

Un “condo” en Miami y quedan felices.

En cambio, quedan satisfechas siendo elevadas a Diosas de la República, aunque la República en cuestión se esté cayendo a pedazos.

2 comments:

Max de Winter said...

Es que me reí cantidad! A gritos!
No puedes ser tan gracioso, me duele la guata!

Anonymous said...

Lei el post en la oficina y me reía, sin disimular mucho. Genial, me queda grabado lo de la crema en los codos y el lomo.
Saludos
RR