Thursday, October 13, 2011

Marc Balet: Mr. Interview



Si le gustan las revistas, prepárese para un festín.

Hace unos días visité en su loft del SoHO a Marc Balet, que durante más de diez años fue Director de Arte de “Interview”, la revista creada por Andy Warhol.
Ahí, a la sombra de un Mao de Warhol y fotos de Cecil Beaton, Matthew Rolston y David LaChapelle, hablamos de revistas, del Nueva York de los 70’s y 80’s, la cultura de la celebridad y, por supuesto, de Andy.

Enjoy!


Durante más de una década, Marc Balet fue Director de Arte de la revista “Interview”, la publicación creada por Andy Warhol que mezclando arte y cultura popular, fama y sociedad, sexo y moda, se convirtió en la Biblia pop del Nueva York de los 70’s y 80’s, y, quizás, en la revista de su tipo más influyente de los últimos 50 años.
De “W” a “The Face”, de “Visionaire” a “Purple magazine”, son pocas las revistas “hip” y “chic” que no muestren tarde o temprano evidencias de su legado. Ahí están las fotos en blanco y negro, la enorme tipografía, la rampante sensualidad y, por supuesto, la devoción a la juventud y los famosos que marcaron tan claramente el trabajo de “Interview”. Si usted tuvo la oportunidad de tener una copia en sus manos, nunca la olvidó. ¿Cómo podría haber sido de otra manera? Partiendo por las portadas creadas por Richard Bernstein en un estilo que recordaba al de Warhol- coloridos retratos de Raquel Welch, Bianca Jagger, Peter Beard o Diane von Furstenberg-, página tras página la revista era un festín visual e intelectual que hacia sentir a sus lectores parte de un exclusivo club, como si uno también, igual que Warhol, su editor Bob Colacello o su director Fred Hughes, pudiera pasar una tarde entera sentado en el fabuloso living rojo de Diana Vreeland bebiendo whisky y hablando sobre la importancia de los flecos o bordados en un vestido. Las entrevistas- que venían acompañadas por portafolios fotográficos realizados por Mathew Rolston, Bruce Weber, Albert Watson, Patrick Demarchelier y otros conocidos fotógrafos- tenían un tono intimo y coloquial que hasta entonces era completamente desconocido en el mundo editorial. Las preguntas podían ser simples, pero las respuestas eran siempre reveladoras y disparatadas. ¿Qué hiciste anoche?, le preguntaba Warhol a Marisa Berenson, por ejemplo; o ¿dónde guardas tus pieles?, a Grace Jones. Y Marisa y Grace contestaban con una candidez que hoy día seria inimaginable, hablando de cómo la noche anterior habían comido con Betsey Bloomingdale o Truman Capote o Halston y habían terminado de madrugada en el subterráneo de “Studio”- que era como todos llamaban por esos días al “Studio 54”- o, como hizo Grace en su oportunidad, revelando los detalles del día que fue arrestada en un avión por un escándalo perfumado de drogas y alcohol.
“Interview” mostró durante esas décadas un Nueva York decadente y glamoroso, peligroso y divertido, que no tienen nada que ver con la ciudad donde Marc Balet vive hoy. “Manhattan ahora me recuerda a Minneapolis”, dice en parte de nuestra conversación.
El jovencito de pelo largo, barba y ojos azules de esa época ha dado paso a un hombre maduro y musculoso que impresiona por su fornido físico pero, más que nada, por el carácter amable y hasta dulce que esconde detrás de tantos bíceps.
Después de abandonar “Interview” en 1988, un año después de la súbita muerte de Warhol, Balet creó “Fame”, otra revista obsesionada con la cultura de la celebridad, y posteriormente su propia empresa, “Mixed Business”, con clientes como Madonna, Virgin Records y Barneys New York. Cada año, además, diseña un libro para prestigiosa editorial Rizzoli, en esta oportunidad dedicado a Antonio López, el legendario ilustrador de modas.
Un día de este otoño neoyorkino, Balet recibió a COSAS en el tríplex del SoHo donde vive y trabaja. Ahí, rodeado de fotos de Cecil Beaton, Matthew Rolston y David LaChapelle, cientos de libros y polaroids, y un par de cuadros de Warhol, incluyendo un “Mao” que recibió como regalo del artista, conversó sobre su vida, Warhol y los gloriosos días de “Interview”.


-¿Cómo llegaste a “Interview”?
-Llegué por Fran Lebowitz, a la que conocí a través de un amigo común en Roma en 1975. Yo había ganado el Prix de Roma de arquitectura, Fran vino a ver mi trabajo, le gustó y nos hicimos amigos. Por ese entonces, ella trabajaba en la Factory con Andy (Warhol) y tenia una columna en “Interview” que se llamaba ”I Cover the Waterfront”. Cuando regresé a Nueva York a fines del ‘75, nos reunimos en el Russian Tea Room, lo que me parecio muy glamoroso, y me contrató para que transcribiera sus columnas. Ese fue mi primer trabajo.
-¿Qué pasó con la arquitectura?
-Mi arquitectura era de sueños, no real. Mi educación no me preparó para nada en el mundo real. Fui al Rhode Island School of Design, que es una de las mejores escuelas de diseño del mundo, y ganar el Prix de Roma fue fantástico, pero estaba muy desconectado del resto del mundo.
-¿Viste ese trabajo con Fran Lebowitz como un peldaño llegar a “Interview”?
-No, era simplemente algo que hacer mientras encontraba algo definitivo.
-¿Qué tipo de revista era “Interview” el 75?
-Andy la había creado como una revista de cine, con estrellas en la portada y artículos muy aduladores a los iconos de Hollywood. Andy adoraba la prensa y los medios, y para él fue una forma de extender su poder en ese sentido. Cuando llegué a la Factory, Andy ya estaba interesado en que “Interview” fuera menos “high art” y mas comercial. No tengo idea por qué pensó que yo podía ayudarlo, pero las cosas se dieron así. La directora de arte de la revista, una chica de mi edad, unos 24 años, murió sorpresivamente por un aunerisma, y Fran me llamó y me dijo, “¿por qué no eres tu el director de arte? No tenia idea qué significaba ser un director de arte de revistas, pero fui a la Factory, me reuní con ellos, les pedí el trabajo y me lo dieron.
-¿Te sorprendió?
-Tu sabes como son los jóvenes, suponen que todo ocurrirá tal como lo tienen planeado. Me pagaban 400 dólares al mes.
-¿Ese fue tu primer encuentro con Warhol?
-No. Andy y sus “superstars” habían visitado mi universidad para presentar un show que se llamó “Andy Warhol Raids de Icebox”. Alguien me dijo: “Anda a saludar a Warhol, ¿Acaso no quieres conocerlo?”. Pero sentí que no era mi momento, que algún día lo conocería. Y así sucedió unos años después, cuando nos encontramos en Nueva York.
-¿Cuáles fueron los primeros cambios que hiciste en la revista?
-Hice todo muy grande: las fotos, la tipografía… porque me parecio que la gente estaba mas interesada en ver una revista como esta que en leerla. Una vez al mes recibía a los fotógrafos interesados en aparecer en la revista. Mi política era que nadie podía dejar su portafolio, tenia que conocerlos personalmente…
-¿Por qué?
-En parte porque era flojo y no quería dar vueltas las páginas del portafolio yo mismo, prefería que lo hicieran ellos. Pero eso me permitió conocer a muchos de ellos. Así fue como conocí a David LaChapelle, por ejemplo. Fui el primero que le dio trabajo.
-¿Sus fotos eran similares a lo que hace hoy?
-No, muy distintas. Eran mas bien clásicas, bellísimas…Me pareció un hombre muy talentoso. ¡había tanta gente talentosa que llegaba a esas reuniones! Todos tomaban un número a la entrada; a veces llegaban hasta 40 fotógrafos.
-¿Y ese interés era porque se trataba de “Interview?
-Si, y porque Andy estaba involucrado. Todos querían ver a Andy. Además, la revista tenia genuino respeto por el trabajo de sus fotógrafos, no cortábamos ni manipulábamos sus imágenes, y muy pocas veces las cubríamos con texto. Nuestro formato era mas grande también…Una vez recibimos una carta de una lectora del sur indignada porque la revista no cabía debajo del secador de pelo en su salón de belleza. Pusimos esa carta en la pared de la oficina, era una de nuestras favoritas.
-¿Tenias un buen presupuesto para trabajar con estos fotógrafos?
-Cero presupuesto. Quizás a alguien le pagamos 100 dólares alguna vez, pero no estoy seguro. No teníamos ningún dinero para producción y tampoco para retocado. Cuando necesitábamos retocar una foto, Fred Hughes lo hacia con un lápiz y una goma.
-¿Cómo conseguían fotógrafos tan importantes si no tenían dinero?
-Por un lado, la revista era una preciosa vitrina para su trabajo. Por el otro, después de cinco meses en “Interview” renuncié porque acepté el puesto de director de arte de una revista que se llamaba “Vogue Patterns”, que era una publicación de patrones de moda. Andy me dijo que no tenia para qué renunciar, que trabajara con “Vogue Patterns” pero siguiera como free lance con “Interview”, Así lo hice durante un año y medio, hasta que me descubrieron. Lo bueno fue que durante ese tiempo, después de terminar alguna sesión de fotos con “Vogue Patterns”, dejaba al fotógrafo en el estudio y fotografiábamos para “Interview”. Así fue como comencé a trabajar con Patrick Demarchelier y Arthur Elgort, por ejemplo. “Vogue Patterns” tenia dinero para contratarlos, y yo les decía después: “no se vayan, que vamos a fotografiar a Sophia Loren” ¡Y por supuesto que se quedaban!
-¿Por qué las celebridades buscaban aparecer en la revista?
-Por Andy, por supuesto. Todas las estrellas querían aparecer en la “Interview” porque las mostrábamos mas glamorosas que nadie. En los 70’s, no había un sitio mas “hip” para una estrella que nuestra revista.
-El glamour de “Interview” era moderno, pero también muy “Old Hollywood”, ¿No?
- Andy tenia gran pasión por el viejo Hollywood y mis referencias venían de las fotografías que había visto de los años 60. Pero a los dos también nos encantaba el trabajo que los chicos nuevos- que ahora son todos famosos- estaban haciendo.
-¿Las portadas tenían impacto en las ventas?
-Para ser honesto, nadie prestaba atención a las ventas. Una vez, un avisador se molestó muchísimo, dijo que la revista tenia demasiados hombres desnudos o semidesnudos. Le expliqué a Andy lo que pasaba y él me dijo que si no les gustaba la revista no debían avisar en ella. Así de simple. No le importaba, lo que no deja de ser sorprendente porque era el hombre mas tacaño de la tierra.
-La revista representó todo lo que sucedía en arte, moda y fama en Nueva York. ¿Era también un reflejo de la vida que llevaban ustedes en esos días?
-Nosotros la llamábamos revista “Invitation”, porque las invitaciones se acumulaban en la recepción. Salíamos todas las noches a comidas, fiestas, premieres…Durante años nunca comí en mi casa. Todas las noches había un restaurante distinto: Un Deux Trois, One Fifth Avenue, otro sitio donde Julian Schnabel era el cocinero y Ellen Barkin servia las mesas…
-¿Salías con Andy?
-No. Salía con fotógrafos y modelos. Nunca me interesó seguir a Andy a todas partes. Tenia mi propia vida.
-Andy es a veces es descrito como muy social y otras como muy reservado y distraído… ¿Como lo veías tu?
- Andy era omnipresente, estaba en todas partes y en todo momento. Para mi, la Factory era un lugar muy cómodo, me sentía muy protegido y en familia ahí. En ese sentido, Andy era- y no se si es la palabra apropiada- paternalista. Algunos lo llamaban “pop”, como un juego entre el “pop art” pero también como un diminutivo de “papá”. Recuerdo haberme sentado junto a la ventana en la Factory, mirando la nieve caer sobre Union Square. En esa época nadie iba a ese sector de la ciudad; era un parque lleno de jeringas, un área muy decadente y desierta del Nueva York de los 70’s. Y recuerdo haber pensado: prefiero mil veces estar aquí que en cualquier otro lugar, incluso mi casa. Eso tenia que ver con lo protegidos que Andy nos hacia sentir a todos.
-¿Cuándo te diste cuenta de la influencia que “Interview” tuvo en las generaciones que siguieron?
-Fue mucho después. Hay gente que se me acerca y me dice que crecieron en Ohio, Dakota del Norte o un lugar como ese, vieron la revista en un kiosco, y sintieron que finalmente alguien les hablaba y los identificaba. La revista era muy joven y tenia una sensibilidad muy gay. En esos días no había ninguna otra revista con esa sensibilidad, a no ser que fuera una revista estrictamente para hombres como “After Dark”. Lo de “Interview” era gay, pero urbano, sofisticado, y eso enviaba signos de humo a mucha gente que no vivía en Nueva York pero soñaba con la ciudad.
-¿Quién determinó esa sensibilidad? ¿Warhol?
-Era mi sensibilidad, la de Andy, la de Bob, la de Fred…Todos éramos gay, y mirábamos el mundo con otros ojos. Era nuestro mundo. A veces teníamos problemas para vender la revista, pero cuando los avisadores se daban cuenta de la calidad de las imágenes y los artículos, aceptaban todo.
-¿El trato con las celebridades era muy distinto a lo que es hoy?
-Yo era el que le decía a Diana Ross o Mick Jagger lo que queríamos hacer con ellos, no al revés, y la verdad es que no les importaba. Eran otros tiempos. Tuvimos a Diana Ross por un día, la hicimos posar en cuatro escenografías diferentes, le cambiamos cuatro veces el pelo, el maquillaje y la ropa, y no hubo ningún problema. Era una época mas creativa que ahora, cuando todo es tan obviamente comercial.
-¿Cómo definirías el Nueva York de esa época?
-¡Oh, Dios! No se que decir al respecto. Era un sitio muy diferente, pero nosotros también éramos diferentes y muy jóvenes. Nueva York era mucho mas oscuro, rudo y real que ahora, que me parece mas similar a un sitio como Minneapolis…Nosotros vivimos con las ratas, el crimen, la basura y la fetidez del verano, pero nadie se quejaba. Nos parecía parte del arte de la ciudad.
-Aun así, la ciudad se veía mas glamorosa que en la actualidad…
-Claro, porque en medio de este caos había joyas de glamour, como “Studio 54”. Había menos restaurantes, clubs y discos, y por lo mismo eran mucho mas especiales. Ningún medio los cubría como ahora, cuando “New York Magazine” te dice donde ir cada cinco segundos y “Time Out” te da todos los datos de la semana. Nosotros no teníamos esos datos. Si sabias, llegabas. Estábamos obligados a olfatear la ciudad, a descubrir sus secretos. Hoy día Nueva York no tiene secretos.
-¿Cuándo fue la ultima vez que viste a Andy?
-Cuando murió yo estaba en Hawai filmando una película de surf llamada “North Shore”. Lo vi poco antes de partir.
-¿Cómo te enteraste de su muerte?
-Estaba en mi hotel conversando en el teléfono con alguien, cuando su imagen apareció en el televisor. Subí el volumen y escuche al locutor decir “Warhol, muerto a los 57 años”. Fue impactante. Me di cuenta de inmediato que todo iba a cambiar, que mi vida también iba a transformarse. Regresé a Nueva York justo a tiempo para el funeral.
-¿Y qué paso entonces?
-No recuerdo exactamente, todo es una mezcla de recuerdos y sensaciones. Me quedé en la revista un año mas y luego partí para fundar otra publicación, ”Fame”.




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