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Wednesday, October 26, 2011
Good afternoon, Jodorowsky
(Una tarde de invierno de 1992, en París, visité a Jodorowsky en su casa de Vincennes. Aquí, nuestra conversación, publicada en Cosas ese mismo año).
Si no fuera por ese color púrpura furioso que lleva en su bata y sus calcetines perfectamente combinados, por esa gata Iris misteriosa y regalona que se sienta en su falda y de ahí no sale, y por esa mirada que tiene algo de loco y algo de genio y que es por donde se le asoma su alma de surrealista embravecido, Alejandro Jodorowsky podría ser un caballero cualquiera. Pero no lo es. Jodorowsky es un poeta, un escritor, un cineasta, un fanático productor de comics, un actor, un mimo. Jodorowsky es una mente lúcida y distinta que hace cuarenta años marcó a Chile con sus pensamientos revolucionarios, cuando junto a Enrique Lafourcade y Enrique Lihn, tan rebeldes como él, se paseaban por Santiago leyendo a Rimbaud en voz alta y soñando con el mundo refinado y delirante con que suenan los poetas.
Quizás porque en 1953 se fue de Chile y no volvió hasta el año pasado, porque no vivió los mil días de Allende ni los 17 años de Pinochet, porque no vivió ni huelgas ni booms, ni supo de utopías socialistas o libremercadistas, es que esos sueños permanecieron intactos, como guardados en el tiempo. Y por eso también es que los jóvenes de hoy, igual o más que los de ayer, se vuelven a fascinar con sus relatos. “El Loro de Siete Leguas”, una de sus últimas novelas, se convirtió en el libro preferido del ‘under’ nacional. Sus películas, entre las que están “Santa Sangre” y “El Topo”, circulan en videos piratas por las calles de Bellavista o por entre las mesas del Café de la Plaza del Mulato Gil. Y sus Comics, pesadillas y ensoñaciones en tinta china, son devorados por los fieles seguidores de la iglesia surrealista o, mejor aun, la del Pánico, ese movimiento intelectual que el creó para reírse a gritos de la cultura “establecida”.
En 1953 Jodorowsky partió a Francia, a París, a seguir clases de pantomima con Marcel Marceau. Llevaba un plan de cinco años: el primero iba a estudiar con Marceau; el segundo formaba su propia compañía; el tercero hacía cine; el cuarto se empezaban a exhibir sus películas en todas partes y el quinto se hacia conocido mundialmente. Luego volvía a Chile cargado de fama y honores.
“Era un plan muy grande”, reconoce ahora, sentado en un sillón en el tercer piso de la casona que tiene en el barrio de Vincennes, a las afueras de París. Los cinco años se transformaron en cuarenta y las ambiciones de grandeza quedaron enmarcadas en los límites de su propia vida, traicionadas por sus propias exigencias artísticas. Así, hubo veces en que pudiendo publicar sus propios libros, publicó los de otros. Así, hubo veces en que pudiendo conseguir grandes presupuestos para sus películas, renunció a ellos para no perder el timón de sus propias obras.
En Chile, la figura de Jodorowsky se convirtió en un leyenda, un mito romántico. Por eso, el año pasado, cuando volvió al país, no hubo escritor o cineasta que se lo perdiera, no hubo Universidad que no visitara, no hubo periodista que no quisiera conocerlo. Fue un huracán intelectual la visita de Jodorowsky. Y él, feliz, encantado de la vida y de saber que este país, del que siempre se acuerda, nunca lo olvida. Seria imposible olvidar una mente tan original y él lo sabe. Por eso defiende tan ferozmente su individualidad, su derecho a ser distinto. “La diferencia es la felicidad total”, dice. Y si Jodorowsky lo dice…
“Una vez vi en Nueva York dos mil rabinos, todos iguales. Casi me morí de dolor”, cuenta. “El gran problema de la actualidad es la falta de diferencia; lo que provoca la televisión, Mao, Hitler, Stalin, las dictaduras, la Coca Cola…Todo aquello que provoque igualdad es totalitario, dictatorial y nefasto. Nosotros debemos luchar por la diferencia y el respeto a ella entre nosotros. Para la persona vulgar, el gran horror es la diferencia. Pero para la persona evolucionada, la diferencia es la felicidad total”.
-¿Por qué se demoró tanto en ir a Chile?
-Porque nadie me invitó nunca y ahora me invitaron. No es que quisiera que me pagaran el pasaje, pero sí que me dijeran que fuera a hacer algo.
-¿Cuál fue su impresión del país?
-Desde luego uno cree que no se va a impresionar, pero ya cuando pone los pies en el suelo como que se emociona y llora. Es algo que no tiene nada que ver con lo que ve, con la ciudad, sino que es poner los pies ahí. Es una vibración inconsciente, porque uno vivió ahí desde que nació. Es como recuperar el cordón umbilical.
-¿Usted pensó que no iba a sentir nada después de tanto tiempo?
-Claro, vinieron dos o tres personas a entrevistarme y no sabia ni qué responder. Estaba muy cansado. Y después ver Chile, que cambia y sigue siendo igual.
-¿En que sentido?
-Es difícil definirlo, es una manera de ser que sigue siendo lejana. Chile es un país lejano. Es una manera de vivir lo lejano, en el aislamiento y en una adolescencia perpetua. Chile es un país adolescente, lo que es una maravilla. Hay muchas cosas que no cambian, como las relaciones entre la gente. Para mi no cambió nada. Todos mis amigos estaban ahí. Algunos muertos, otros abuelos. Mis novias eran abuelas.
Yo no pasé las desgracias, las luchas y todo lo que hubo en Chile. No pase por Allende ni pasé por Pinochet. No podía tener reacciones viscerales no en pro ni en contra de lo que había pasado. Lo único que podía tener era un gran entusiasmo por 1991. Era una mirada un poco ingenua y virgen. No me tocó reaccionar como reaccionaria un chileno normal que ha estado en Chile y que ha padecido o ha triunfado”.
-¿Cree que esas experiencias marcaron a los chilenos?
-Los marcaron y mucho. Vi cambios sociales fuertes en la gente que conocía, de donde están ahora y donde estaban. Claro que los marcaron.
-¿Y usted cómo vivió lo que sucedió en Chile, la UP, Pinochet…?
-Yo tenia amigos en los dos lados. En la época en que salí de Chile, nos mezclábamos. Nosotros, los artistas, nos mezclamos en todas las clases sociales. Si había una fiesta, venia la Marta Montt, nieta de dos Presidentes, Enrique Lihn Carrasco, que era mezcla de alemán y chileno, un boxeador, y Julio Escamez, que era obrero; había judíos, árabes, de todo. Las amistades fueron completas. Y cuando yo salí, había unos de un lado y otros del otro. Yo no podía tomar partido. Y si lo tomaba, tenia que ser en forma íntima.
-¿Alguien se lo echó en cara?
-No, nunca.
-¿Por eso no fue a Chile?
-Claro, para no tomar partido. No me consideré digno de tomar partido. Esa es la verdad. Fue muy difícil, muy doloroso, como vivir sin raíces.
-¿A quienes vio ahora en Chile? ¿Qué hizo?
-Vi a todo el mundo. Para eso fui, para tener un contacto con quien quisiera. De pronto, terminando una charla con alumnos de la universidad Católica, justo tres días después del asesinato de este político…
-Jaime Guzmán.
-Claro, un amigo, que había sido expulsado de Chile, un hombre de ultra izquierda, me dijo que no fuera a la Universidad porque me iban a matar, que iba a la boca del lobo y no se que mas….Yo le pregunté a un chofer que yo tenia, y él me dijo ‘usted no puede dejar de ir’. Y yo le obedecí al chofer y estuve feliz. Fue maravilloso. Nos reímos como dos horas, todos. Así también fue con los dibujantes de comics. Estuve con mis antiguos amigos, con Nicanor Parra, con Lafourcade…
-¿Usted se siente parte de esa generación?
-Yo no me siento parte de nada, incluso ahora. En Chile nosotros éramos una generación de poetas mas jóvenes que Nicanor Parra; estábamos Enrique Lihn, Mario Espinosa, Yaconi…La que se llamó por Lafourcade la generación del Cincuenta. Nuestros grandes monumentos espirituales eran cinco: Nicanor, Neruda, Pablo de Rokha, Gabriela Mistral y Huidobro. Y entre esos pasaba Diaz Casanueva, Prado y otros poetas que considerábamos menos apasionantes aunque buenos también. Sí siento que pertenecí a esa gente. Mis emociones van a eso. Mi mas grande amigo fue Enrique Lihn. Ahora vi a su hija.
-¿Le dan ganas de volver definitivamente?
-Dan ganas. Para ser honesto, dan ganas de vivir seis meses allá y seis meses acá. Acá en París la vida es dura. No hay un país mas desolado que Francia. En francés la palabra “sufranse” es sufrimiento, pero “sus” es bajo y “France” es Francia. La Francia es un país que está lleno de sufrimiento, de miedo al futuro, de mal humor. Cada persona vive aislada; tener amigos franceses es extremadamente difícil. Yo los tengo, trabajo con ellos, pero uno se demora entre diez y veinte años en conseguirlos. En Chile uno llega y los tiene. En Chile veo siempre viejos mezclados con jóvenes, no hay diferencias generacionales, porque todo el mundo es adolescente. Nicanor Parra es un maravilloso adolescente. El lado humano es maravilloso, pero hay un lado cultural que le falta.
-¿Por qué cree que sucede eso, si Chile es un país de gente que escribe, gente que pinta…?
-Porque la televisión vino a arruinar todo en el mundo. Yo soy best seller en Chile ¿Y qué es ser best seller?, vender dos mil ejemplares. Estoy en la segunda edición de “El Loro de Siete Leguas”, pero recién estoy en cuatro mil ejemplares. Ser best seller no es nada. Hay dos mil lectores. En Chile no se lee y los libros son carísimos. No sé por qué se habla mucho de la poesía y nadie la lee; yo voy al aeropuerto y lo único que veo a es Neruda. Se diría que Chile tiene un solo poeta. Para conseguir un libro de Pablo de Rokha tuve que ir a las librerías de viejos en San Diego.
-Dicen que usted es el ultimo surrealista…
-Yo soy el creador del grupo Pánico, post surrealista. Ahora, el movimiento surrealista para mi fue una maravilla pero limitado por André Breton, una persona digna de todos los respetos, pero también digno de todos los gargajos, porque un movimiento que pudo haber sido mucho mas vasto e importante, lo redujo a una corte donde él imperaba. Es un stalinista más, disfrazado. No me considero surrealista si pienso en Breton. Si no lo considero, sí me siento surrealista.
-¿Y qué significa ser surrealista?
-Siempre significó poner los sueños en la realidad, entrar en el inconsciente y manifestarlo sin critica. Se confunde a veces el surrealismo con Freud, pero el surrealismo chocó profundamente con Freud, porque el surrealismo niega toda la interpretación científica de lo que sucede en el inconsciente.
Yo creo que hay un lado oscuro de nuestro ser y otro luminoso, y que la razón está del medio y que decide entre los dos lados. El lado oscuro para mi corresponde al pasado, y el luminoso al futuro.
-¿Terminó el surrealismo?
-Si, el surrealismo terminó en el momento que a Breton se le hizo una gran exposición en una casa en la que yo estuve, en Boubourg. Esa es la muerte del surrealismo. El surrealismo no admitía premios, ni publicaciones de lujo; no salía en revistas, no tenia libros de bolsillo.
-¿El gran premio fue la lápida?
-Fue la lápida. Pero la actitud surrealista no depende de un grupo. Uno es surrealista desde el momento que sueña. En el sueño, uno está por lo menos ocho horas fuera de la vida racional, y digo por lo menos, porque a veces en la vida racional también tenemos actitudes irracionales, sin saber por qué. En realidad, estamos casi siempre en una actitud irracional, con pocos momentos de lucidez. Somos surrealistas siempre.
-¿Hay herederos del movimiento surrealista?
-Debe haber gente que se llama surrealista, pero a mí no me interesan. Nadie que se llame surrealista hoy puede ser interesante. Por eso creamos el Pánico y nos burlamos del surrealismo. Creamos un grupo que no existió nunca. Estamos, no sé, en cuarenta divisionales y hay convenciones de Pánico, pero lo que quisimos fue burlarnos de la historia cultural y hacer un movimiento que no ha existido nunca y que, sin embargo, va a pasar a la historia. Y pasó a la historia una cosa de la que nunca hubo nada. Lo único que hicimos fue ponerle “Pánico” a todo lo que hacíamos. Hacíamos teatro, y le poníamos teatro- pánico. Una película, película- pánico. Era un movimiento sin contenido; nunca hubo un manifiesto. Y ahora en los libros de arte y todas esas cosas aparece “el Pánico”. Y eso fue para demostrar que la cultura es falsa, y lo demostramos.
-¿No encuentra usted que hay una actitud de desencanto en su generación respecto a las ideologías políticas también?
- ¿Es que quién no está desencantado ahora, con lo que pasó en Rusia, donde la última utopía se fue al suelo? Yo estoy feliz porque es la primera vez en mi vida y en la historia del ser humano en que no hay ningún intelectual que sepa que está pasando. Están en pánico. No se pueden afiliar a nada. El pensador actual ya no sabe donde está. Lo único que puede hacer es comentar los periódicos, que están mucho mas en la realidad que los filósofos.
-¿Estamos viviendo sin filosofía?
-Ya no tenemos moral, no tenemos filosofía, no tenemos utopía.
-¿Por cuánto tiempo podemos vivir así?
-Es lo que no sabemos. ¡Que maravilla! Vamos a vivir así hasta que se destruya el planeta. Nadie pensaba que lo que iba a estar en juego era la supervivencia del ser humano. Antes se hablaba de los obreros, de los pobres, de los explotados. Ahora el explotado es el planeta y están los explotadores del planeta. Hacia eso vamos.
-Pero los problemas no se han acabado…
-Ningún problema se acaba. Pero es bueno, porque así como la pareja humana es una crisis constante, la vida humana es una crisis constante. Es una gran fiesta tremebunda.
-¿Le gusta vivir esta etapa de la historia?
-Es la mejor que nos ha tocado nunca. No quisiera otra. Yo quisiera vivir mínimo ciento veinte años.
-¿Con quién vive usted en esta casa?
-Va cambiando. Actualmente vivo con mi gata, con la que duermo, y tres de mis hijos. Uno ya se casó, no sé si se casan o viven, y mi hija ya está encinta también. O sea, se me fueron dos. Se van nada mas que cuando se reproducen.
-¿Cuántos hijos tiene?
-Cinco. Cuatro hombres y una mujer. La mamá de tres es mexicana; del otro la mamá es francesa, y de la otra la mamá es alemana. En la casa, eso sí, siempre hablamos español.
-¿Cuantas veces se casó?
-¿Casarme o vivir con…?
-Da lo mismo…
-Como buen chileno ya no llevo la cuenta. Madres hay tres. Pero viví con una mujer diez años y no tuve hijos, serian cuatro. Quizás cuatro o cinco, o cinco o seis, no sé.
-¿Ahora está con alguien?
-Ahora estoy separado. Tengo una amiga…claro que no todos los días. Uno a mi edad, tengo sesenta y dos años, ya no puede coger todos los días; pero con una vez cada quince días me conformo. Y después conversación y esas cosas. Ya no puedo tres veces diarias o cosas así, ya no puedo.
-¿Usted es un romántico o un seductor?
-Yo siempre decía, como me sentía muy mal pero tenia buen físico, que era como un sapo viviendo dentro de un príncipe. Ahora me siento como un príncipe viviendo dentro de un sapo. A los sesenta y dos años no te puedes acercar a una mujer y seducirla así no mas, porque ya no tienes como. Además, el funcionamiento sexual no es delirante. Ya ves a las mujeres como seres y te interesa su espíritu. Claro que también te interesa su cuerpo, como de costumbre. Pero ya desconfías, porque se pueden acercar a ti para que les soluciones la vida económica. A esta edad, uno es el papá de la mujer, es un Edipo, ya no es normal. Ya nada es gratis. Uno tiene que responder. Uno ve a una mujer y calcula cuanto le va a costar, y ahí decide si quiere meterse o no. Yo tengo amigas de treinta, e inmediatamente quieren que les haga un niño. Porque una mujer de treinta que se mete con un caballero de sesenta, es porque no ha realizado realmente su vida. Tienen un complejo de Edipo que no han solucionado, sienten que la vida se les va y buscan un papá que les solucione todo. Pero después viene el príncipe azul y te la lleva. En la lucha por la mujer, uno puede vencer todo menos la juventud. No se puede con las hormonas; aparece un joven, les da la locura, y uno no puede hacer nada. Te vencen; cualquier muchacho te vence. Entonces uno ya esta mas humilde.
-¿Le ha costado aceptarlo?
-Las primeras veces me ha dolido. Pero después no, uno se contenta con lo que le den.
-¿No siente celos?
-No. Uno da las gracias por lo que dura. Una mujer tendría que estar loca para meterse y sacrificar su juventud por un caballero de mas de sesenta. Y uno lo sabe. Ya no puede ser seductor.
-¿Y el amor a usted se le da en historias cortas o hay un gran amor?
-Uno, a medida que progresa, encuentra su alma. El alma se encuentra en los sueños cuando tienes unos profundos amores con una mujer desconocida, que es el alma. Cuando has solucionado tus problemas con esa mujer, luego la puedes encontrar fuera, y sin embargo ya no puedes porque pasó el tiempo, ya es demasiado tarde.
-¿Tanto demora uno en enamorarse del alma?
-Mi padre a los sesenta años se enamoró por primera vez, de una mujer de cuarenta. Ahora tiene noventa y un matrimonio que el dice feliz. Además que a los setenta lo pillaron engañando. El amor… ¿Qué es el amor? El amor tiene diferentes capas. Hay diferentes clases de amor, y el amor final, es el amor divino, que pasa por el amor consciente, ese amor en el que uno esta feliz solo por la existencia del otro.
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