Wednesday, May 6, 2009

That Cougar Woman


En Estados Unidos las llaman las “cougars”, una jauría de tigresas con constante apetito por carne masculina fresca y joven.

La cougar mas célebre del mundo, y probablemente la mas envidiada también, es Demi Moore, que con el aplomo de una fiera cuarentona puso sus ojos sobre Ashton Kutcher, casi quince años menor que ella, y con un certero zarpazo lo llevó primero a su dormitorio y luego al altar. “Tengo la suerte de dormir con él’, alardeó orgullosa hace unos días a través de, ¿qué mas?, “Twitter”.
Demi no es la única. Cameron Díaz disfrutó durante casi tres años de la juvenil compañía de Justin Timberlake, y Cher, la madre de todas las cougars, ha pasado décadas convirtiendo esto de la seducción de hombres menores en un arte.

Julianne Moore y Susan Sarandon son cougars fieles y estables, bien emparejadas y durante años con el director Bart Freudlich y el actor Tim Robbins respectivamente. Halle Berry, a los 42 años, es una década mayor que su atractivo marido, el modelo Gabriel Autrey, pero el cóctel genético de esta pareja es tan evidente e irresistible, que en este caso la edad no parece mas que una irrelevante ecuación formada por números sin importancia.

No puede decirse lo mismo de Madonna, que a los 50 años y recién divorciada, no encontró mejor consuelo que un modelo brasilero cuasi adolescente que acostumbra a trabajar sin camisa y que responde al nombre de Jesús. En cualquier otra, la situación habría sido un escándalo, pero en el caso de Madonna todo tiene tanto sentido, es tan obvio y predecible, que el romance, que duró algo así como 76 horas y cubrió dos continentes, no llegó a mas que una columna de chismes en los periódicos.

Por supuesto, cougars hay en todas partes, no solo en Hollywood.

Ponga atención y ahí la verá, la de sweater color fucsia talla “small”. La Raquel Welch de la reunión de apoderados, que llega siempre atrasada y todavía en tenida de yoga. La que se pasea en shorts y plataformas los miércoles por la tarde en el Mall de la Dehesa. La del bronceado permanente y el pelo aleonado. La de las uñas de los pies bien limadas, pintadas y adornadas con flores o corazoncitos. La que trata a todas las mujeres de “perrita” y a los hombres de “mi amor”. Y la que en el restaurant siempre abandona la mesa porque tiene “que tomar esta llamada”, y desaparece por quince, veinte minutos, y regresa toda acalorada explicando que era “un amigo argentino” del que no sabia nada desde hace tiempo.

Si algo distingue a las cougars es su capacidad para hacer amigos en todas partes. El peluquero es su amigo. El personal trainer también. El profesor de los niños, el instructor de tenis, el DJ de la fiesta de quince de su hijastra y hasta el “bartender” que conoció en el crucero a las Bahamas, todos son sus amigos, y todos, por supuesto, son visiblemente mas jóvenes que ella.

Eso la mantiene “activa”, como dice.

Cuando se encuentra con alguno en la calle o alguna fiesta, la cougar los saluda cálida y con una intimidad que suele poner incómodo al resto de los presentes. Primero viene el abrazo, que dura una milésima mas allá de lo aconsejable e incluye una peligrosa cercanía de cinturas y caderas. Luego vienen los dos besos, la caricia en la mejilla para asegurarse que no dejó “marca de rouge”, y luego una conversación marcada por risitas y susurros al oído y donde la cougar, en ningún momento y por ningún motivo, deja de sobar la espalda de su amigo.

Por vocación, historia e interés, la Cougar es generalmente divorciada. O viuda. Y si es casada, es con un hombre tan ocupado, tan aburrido o tan gay, que para efectos prácticos no cuenta para nada.

La maternidad la “entretiene” y los hijos son “su cable a tierra”, pero, la verdad, tiene poco tiempo para las responsabilidades que involucra una familia. En ese sentido es una mujer que prefiere “calidad” antes que “cantidad”, convencida de que media hora a la llegada del colegio y cinco minutos antes de acostarse es suficiente para crear una relación “rica” con los niños.
Si los hijos son adolescente, es la mamá “cool”, la mamá “chora”, la que baja con ellos a la playa, se saca el pareo a la menor provocación y, bordeando los 50, todavía muestra un singular talento para jugar a las paletas y una embarazosa predilección por los bikinis.
En el verano, puede pasar horas al atarceder hablando con los amigos adolescentes de su hijos, especialmente si son sus compañeros en el equipo de rugby o natación. Les da consejos sobre el futuro, les dice que “vivan la vida” porque “los años pasan muy rápido”, que no hay que tener miedo de “nuevas experiencias’, y que si ella tuviera veinte años menos “nada la detendría”. Y dicho esto les ofrece una ducha para que se limpien la sal y la arena, y una cerveza “heladita” porque ¡hace un calooooor!.

Aunque quienes la conocen usan a menudo otros términos, la cougar se describe a sí misma como “feminista”. Ella no sigue reglas, las crea- explica a quien quiera escucharla-, y después del fracaso que fueron sus dos primeros matrimonios, decidió que jamás volvería a someterse a las órdenes de un hombre.
Esta es una mujer que no le da explicaciones a nadie, y si quiere partir sola a Brasil, como hace a menudo, o salir a bailar con un ‘amigo’, como hace más a menudo aun, es cosa de ella y ya está.

La cougar le tiene terror a la vejez, porque una cosa es ser “feminista” platinada y con escote, y otra muy distinta es serlo cuando una ya ha tenido su primer implante de cadera.
Por lo mismo combate el paso de los años con una disciplina casi militar. Jogging, pilates, spin, tenis, yoga y kickboxing son parte de su ritual diario, y los fines de semana pasa al menos tres horas en el sauna “meditando”. El agua y el té verde son sus líquidos favoritos de nueve a seis; aunque después de eso prefiere tragos menos saludables y mas exóticos- Margaritas de mango, Dairikis de Strawberry, Khaluas- o vino blanco, seco y bien helado.
Como es moderna e independiente, no tiene ningún problema en reconocer que ha recurrido a la ayuda del bisturí. “Me he hecho de tooooodo”, confiesa frente a sus amigas, “y si tuviera el dinero necesario, me haría mucho mas”.
Su escote inevitablemente arranca silbidos y hasta aullidos en los sitios de construcción, y aunque su boca es ampliamente criticada entre sus vecinos del “condo”, ella toma estas críticas como signo evidente de envidia, de “mala leche”, de la incapacidad que algunos tienen de no meter su nariz en asuntos que no son los suyos.

Aunque todas estas características son comunes en la cougars, lo que realmente las distingue del resto de la población femenina es, por supuesto, su elección de pareja.
Mientras el romance no la convierta en una pedófila, todo está bien, piensa ella mientras pasa a buscar a su “novio” a la salida de la Universidad.
La famosa frase de Ivana Trump, “prefiero ser niñera que enfermera”, es su Biblia en estos asuntos, y cuando alguien se atreve a comentarle la diferencia de edad entre ella y el novio, la cougar lanza un estudiado discurso que dice, palabras mas palabras menos, que los hombres de su edad son una lata, unos viejos gordos y pelados, mañosos, avaros, vanidosos y, peor todavía, interesados en mujeres de veinte, y que ella en cambio prefiere un hombre joven porque, en su cabeza, todavía se siente de 22.

Su cacería no es tan difícil como algunos podrían imaginar, en parte porque la cougar es, a su modo, todavía sexy, y en parte porque es también increíblemente fácil de conquistar. Y para esa olla a presión de testosterona que es un hombre de veinte años, estas dos cualidades son, a menudo, suficientes.

6 comments:

Carlos Loyola Lobo said...

etnografía social pura y dura.
Excelente!

docilvanemiller said...

mmm la galería latina suma. Susana Gimenez, Moria Cassan, y ¿en Chile...? que raro aqui ¿no se usa? Deben haber, deben haber pero no con carnet porque antes que a los tabloides en Chile, simplemente ¿te suben a la piara y se ponen a buscas fuego?

Dana Radic said...

Manuel, cómo de costumbre relatas de manera elocuente y entretenida una absoluta realidad.

Anonymous said...

Yo estoy con una cougar y les aseguro que jamas antes he sabido lo que era una hembra antes de ella.

Se acabo aguantar las tonterias de las niñatas. No se si volvere a salir con alguna de veintitantos o treintaypocos...

El concepto sexo esta a otro nivel y el respeto por mi persona y mis cosas tambien.

Alucinante!

Anonymous said...

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saludos

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Muy entretenido el blog tienes una manera de escribir muy particular,me gusto mucho la informacion