Wednesday, May 13, 2009

An Evening with Anna


-La moda significa distintas cosas para distintas personas. ¿Qué significa para ti, Anna?- le preguntó Jonathan Tisch a Anna Wintour anoche en una extraordinaria entrevista a teatro lleno realizada en el auditorio del 92Y en el Upper East Side Nueva York.

Anna, sentada en la punta de su sillón, envuelta en un vestido oscuro a la rodilla (¿Prada?) y un cardigan amarillo, con sus pies a la vista en una sandalias tambien amarillas y con su pelo… ¿para qué le digo como era el pelo, si ya lo sabe?, dio un suspiro y contestó que la moda, para ella, era su vida, el aire que respirada; era lo que hacia todos los días…

Y en eso estaba, dando giros poéticos a su respuesta, cuando desde el segundo piso del teatro se escuchó un grito…

-“¡Asesina! ¡Asesina!, ¡Esta mujer descuera animales vivos!”.

Luego se sumaron mas voces, “Fur Shame! Fur Shame!’, hasta que los encargados de seguridad corrieron escaleras arriba y expulsaron rápidamente a los manifestantes.

Anna, como si nada.

Ya está acostumbrada a estos ataques, y después de recibir un mapache muerto en su plato en el comedor del Four Seasons, regalo de otra activista de PeTa hace unos años, esto debe haberle parecido juego de niños.

“Como iba diciendo”, continuó cuando el escándalo terminó, “la moda significa distintas cosas para distintas personas. Y debo agregar que Vogue continuará informando sobre las pieles, mientras estas sean parte de la industria de la moda’.

Anna Wintour rara vez abre la boca, y por eso esta entrevista despertó tanto interés. Las entradas se agotaron en cuestión de horas en Octubre pasado, cuando se anunció su aparición, y anoche el auditorio de este centro cultural dedicado, mas que nada, a la comunidad judía, estaba repleto de muro a muro con fashionistas y fanáticos.

Sin perder nunca su compostura y sin subir jamás la voz- en un tono sospechosamente parecido al que Meryl Streep usó para interpretar a Miranda Prestley en “The Devil Wears Prada”-, Anna hablo de todo.

Dijo que en el colegio siempre haba sido la rebelde, que su uniforme era siempre el mas corto del curso. “Si ustedes hubieran usado ese uniforme, tambien se habrían rebelado”. Y dijo que su rebeldía no era única, que todo Londres era una ciudad rebelde y que había crecido admirando a las grandes modelos de su tiempo, Twiggy y Jean Shripmton.

Tambien habló de su padre, que fue editor del muy respetado Evening Standard. “De él y de mi madre heredé una severa ética de trabajo, y ellos me enseñaron que el éxito en el trabajo es una fantástica manera de sentirse satisfecho consigo mismo”.

“Nunca fui a la universidad’, agregó después, “Y eso es algo de lo que siempre me he sentido terriblemente avergonzada”.

Como dijo Tisch, esta entrevista, que fue programada hace mas de seis meses, llegó en el momento mas oportuno, cuando todos los mundos de Anna- editorial, retail, publicidad, moda- parecen estar redefiniéndose después de la crisis.

Vogue, explicó la editora, está bien consciente de las dificultades que vive el mundo allá afuera, lejos de la torre del 4 de Times Square que ocupa Condé Nast, pero no se va a convertir tampoco en “Recession Weekly”. (Sus palabras, no las mías).

“Por primera vez nos estamos fijando en el precio de las cosas. Nunca antes lo habíamos hecho, y hay muchas editoras de la revista que se han sorprendido al saber que un vestido corto de mostacillas puede costar 25,000 dólares”- aseguró.

¿Qué mas?

“Estamos mas conscientes de los gastos de la revista, pero tambien trabajamos en una empresa que está dispuesta a invertir en calidad. No tenemos problemas en contratar a los mejores escritores, a los mejores fotógrafos, y ese es un valor que distingue a Condé Nast de otras editoriales”.

¿Qué tipo de escritores busca Vogue?, le peguntó Tisch, y yo saque de inmediato mi lápiz y papel.

“Nos interesan escritores que tengan una voz”, dijo ella, “escritores que sean fácilmente identificables y que, aunque no tengan el mejor estilo, tengan algo original que decir”. Luego dijo que Hamish Bowles, André Leon Talley, Grace Coddington y Sally Singer eran buenos ejemplos del equipo que buscaba. “Son embajadores de Vogue”, señaló, “!Porque yo no puedo estar en todas partes!”.

Mas tarde, durante las preguntas del público, alguien le preguntó como podía conseguir un trabajo en Vogue.

Volví a sacar mi papel y lápiz.

“Escriba un email o una carta a nuestro departamento de recursos humanos, si nos gusta lo que vemos, organizamos una entrevista, y si nos sigue gustando ¡tiene trabajo!”.

Hmmm, “Dear Anna, my name is Manuel Santelices….”.

También dijo que no confiaba en estudios de marketing o en head hunters a la hora de contratar, sino en sus “instintos’. “Escojo a la gente con la que querría pasar tiempo, y los que no están de acuerdo conmigo. No me interesa estar rodeada de ‘yes men’”.

Volviendo a la crisis, Tisch le preguntó si sentía “nuevas presiones” del “business side” de Condé Nast.

Anna no entendió- o simuló no entender- la pregunta, y Tisch la repitió una vez mas.

“El ‘business side’ jamás interfiere con el lado editorial de la revista”, aseguró, “Nunca hemos sentido la obligación de publicar avisadores solo porque son avisadores, o de llegar a ciertos compromisos como ha sucedido con otras publicaciones”.

Este fue un agudo y certero golpe a Harper’s Bazaar, que hace un tiempo entregó su alma, su cuerpo y todo lo que quedó, a Esteé Lauder durante el lanzamiento de su perfume “Sensuous”. Fue una movida comercialmente exitosa, pero tambien ampliamente criticada.

Tisch, halagador, comentó que en veinte años Anna había logrado convertir a Vogue en una marca reconocible internacionalmente. Ella, modesta, respondió el halago diciendo que la marca existia mucho antes de que ella llegara. “Queremos ser como Coca-Cola o Nike, una marca que no es muy “hot” ni muy “cool”, sino que está siempre ahí, presente en la conciencia colectiva. Tampoco podemos estar muy ‘ahead of the curve’, porque perderíamos a nuestros lectores”.

-Y tu, ¿Eres tambien una marca?
-¡Of course not!- contestó ella, bebiendo un largo sorbo de agua de la botella que tenia a la mano, - En Vogue no hay una estrella, todos somos estrellas..

¿Qué mas?

Dijo que entrevistaba a cada asistente que llegaba a la revista, “porque estamos invirtiendo en ellas igual que en los editores’. Dijo que Michelle Obama, y no Vogue, había sido decidido que iría en la portada de la revista apenas tres meses después de la elección de Barack . Y dijo que Washington, durante largo tiempo, “había sentido miedo de nosotros” y que Michelle, por el contrario “adora y entiende la moda’.

Finalmente, Tisch, sin mencionar los rumores que aseguran que Anna tiene contados sus días en Vogue, le preguntó, diplomático, qué otra cosa le gustaría hacer en el futuro.

“Siento que tengo el mejor trabajo del mundo”, contestó ella, “Amo lo hago, amo a la gente que trabaja conmigo y amo a la industria de la moda. Y, francamente, creo que no seria buena haciendo nada mas”.

“Lo dudo”, comentó Tisch. Y yo estoy de acuerdo con él.

4 comments:

Daniel said...

Que increíble haber estado ahí Manuel ! además que ella me parece uno de los personajes más interesantes de la esfera pública actual. Porfavor manda tu CV a VOGUE estoy seguro que tienes las credenciales necesarias para integrarte a su equipo. Sería genial tener un embajador chileno en sus oficinas.Un abrazo ! D.

Manuel Santelices said...

Gracias Daniel por tus comentarios!!Un abrazo.

Daniel said...

GRACIAS a ti Manuel por el regalo que es tu blog. En verdad un privilegio. Junto con el de Scott Schumann, "The Cut" de NYmag, y "The Moment blog" del NYTimes, son mi literatura favorita. Solamente "Scent notes" de Chandler Burr (que descubrí gracias a ti)le hace el peso a tu afilada y prodigiosa pluma. Un abrazo ! D.

teikozen said...

Me gusta la dama, especialmente en esta encarnación en la que aún no debe pagar el karma de las almas de los visones, chinchillas y los zorros que la abrigan. ¿usará también conejos? se supone que como son plaga ¿es menos karmático el asesinato?
En fin su afilada precisión me resulta super magnética...su look simplemente me impone style.