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Monday, January 5, 2009
What's That Smell?
Algo huele mal en el departamento de “fragancias” de Bergdorf Goodman.
No, no es “Envy” de Gucci ni “Chic” de Carolina Herrera. Ni siquiera es “Just Me”, el ‘eau du perfum’ de Paris Hilton, cuyo aroma puede ser descrito como dulzón, empalagoso, irresistible en el mas negativo sentido de la palabra, pero que aun así no es comparable al olor fétido de esa guerra que, día a día, se libra en esta impecable trinchera donde cada nariz es una espada y cada palabra un misil.
Olvídese de la tradicional ironía de los críticos de teatro, cine o gastronomía. Cuando se trata de destrozar con la fuerza de un buldózer, nada resulta mas eficaz que una frase escrita por algún critico de perfumes.
Chandler Burr, el critico de “The New York Times” y seguro candidato al primer premio “Medio en Silencio” de Literatura, describió así el perfume “Danielle”, fabricado por Elizabeth Arden y firmado por la autora de best- sellers Danielle Steel.
(La traducción es libre y, debo confesar, no hace justicia a la magnifica pluma de Burr).
“....Danielle by Danielle Steel es como el montón de basura que Danielle Steel pisó en la vereda de Manhattan cuando se dirigía a la reunión con el equipo creativo de Elizabeth Arden. En los primeros cuatro segundos, huele vagamente como el tipo de flor que uno encuentra en un galón de detergente con aroma floral, y luego, durante cinco segundos, recuerda el cuadro “El Grito” de Edward Munch. Y entonces se evapora, como la prosa de una novela de Danielle Steel se evapora en el mismo momento en que uno la lee.
Es un perfume que, en vez de ser creado por seres humanos, fue hecho por un comité anónimo, sin alma, como el comité creativo interno de Elizabeth Arden. Y después de eso, no queda nada mas que decir al respecto”.
Burr, que usa el teclado de su computador con la eficacia de un cirujano y la violencia de un boxeador, es el mas visible critico en un negocio que, visto desde afuera, parecería tan suave y delicado como un jardín de orquídeas pero que, en estricta realidad, es tan duro y cruel como una pelea de gallos en Guanajuato.
“Daisy”, de Marc Jacobs le parece “sorprendente en su insistencia de ser poco sorprendente”.
“Fleur de Nuit” de Badgley Mischka recibe la siguiente guillotina:
“Dos americanos de Illinois y Wisconsin, ¿ y llaman a su perfume ‘Fleur de Nuit’? La pretensión de ese nombre francés es emblemático de la poca autenticidad universal del proyecto… Una parodia de lujo”.
Y una gota de “Elle”, de Yves Saint Laurent, es suficiente para que Burr levante un revólver en forma de pregunta: “ ¿Qué le pidió la maison a su perfumista? ¿Que creara el aroma de un caramelo barato, envuelto en celofán y amontonado en el pasillo de un supermercado en la Segunda Avenida? La botella púrpura es ideal para Lil’ Kim, su caja dorada es Beverly Hills circa 1973…”.
Usted, ingenuo, podrá pensar que estos comentarios son una excepción. Pero eso significa que no ha visto lo que escriben los “bloggers” en la Internet, esa jauría de hunos furiosos que se han convertido en la pesadilla de esta industria, o que no ha revisado las páginas de “Perfumes: The Guide”, el libro de los muy respetados críticos Luca Turín y Tania Sánchez.
Luca y Tania están casados, y solo queda imaginar la excelente terapia de pareja que debe ser su trabajo. Después de clavar dagas en perfumes todo el día, no debe quedarles una onza de rabia, rencor o energía. No hay un insulto que puedan usar entre ellos, que ya no haya sido usado para describir un nuevo aroma.
¿Un ejemplo?
“Si este fuera un shampoo ofrecido en su primera ducha después de dormir dos meses a la intemperie en Nouakchott, usted preferiría seguir con pulgas en su cabeza”, dicen de “Love”, una fragancia de “Creed”.
El libro, publicado por Viking el 2008, es un delicioso, venenoso, lujurioso plato donde ninguna comparación- de mandarinas en primavera a queso Mahon podrido en el último cajón de la cocina- parece estar fuera de lugar.
“RSVP” de Kenneth Cole es “tan diabólicamente intenso que podría ser usado para que la gente confiese crímenes que no ha cometido”
“Romance” de Ralph Lauren está hecho, según ellos, “para el tipo de mujer joven que se corta el pelo exactamente como sus amigas y compra en los mismos catálogos, de modo que ni siquiera sus novios pueden distinguirlas a diez pasos de distancia”.
Y “Pôeme” de Lançome los invita a nombrar tres fragancias que serian totalmente incompatibles a la hora de comer. “Fácil”, dicen, “Amarige”, “Spellbound” y “Pôeme” ¿Qué tienen en común? Aúllan como la sirena de una fábrica. Son tan abierta y horrorosamente químicos, que el mensaje que su nariz lanza a su cerebro es ‘!corra por su vida!...Pocos frascos de fragancia huelen mal aun antes de usarlos. Pôeme es uno”.
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7 comments:
jajajajaja, Amarige, debería ser utilizado como arma de guerra !!!
Feliz Año Manuel, haber si sacas libro con tus post del 2008.
Desde el norte de Chile
RR
Chandler Burr es mi idolo !
PORFAVOR pon la version en en ingles !! INCREIBLE, merece el primer premio.
Link al articulo completo en ingles
http://themoment.blogs.nytimes.com/2008/10/16/scent-notes-danielle-by-danielle-steel/
"Put as much money into the juice as you would put into a scent for a hair gel" increible su sarcasmo !
Por si acaso, aqui va....
Danielle Steel stepped from the late-model cherry-red Bentley, the spike heel of her Louboutins skipping over a pile of trash in the gutter and planting itself firmly on the Manhattan sidewalk.
Steel had sold 450 million books. She wore a stunning Oscar de la Renta top that cost lots and lots of money and a big, amazing, tasteless fur coat that cost even more money. Her perfectly tanned face, immaculately made up with Chanel makeup that reflected her Swarovski earrings that cost lots of money, was turned upward to the offices of her perfume licensee, Elizabeth Arden, the company that would be making Danielle by Danielle Steel, the Danielle Steel Perfume.
In the Arden meeting room, Danielle Steel shared her vision with Elizabeth Arden Internal Creative Team. Elizabeth Arden Internal Creative Team listened to Danielle Steel describe the perfume she envisioned. It would be a stunning, amazing perfume! It would be exquisite but avant-garde. It would be timeless but also trendy, classic but also contemporary. (Elizabeth Arden Internal Creative Team nodded its collective head vigorously. Yes, yes! it said.) Young women would wear it, but middle-age women would wear it, too, and everyone would want it and everyone would love it because in the time it had taken to conduct the creative meeting with the Elizabeth Arden Internal Creative Team, Danielle Steel had sold 500 million books.
Elizabeth Arden Internal Creative Team got to work. It put a huge amount of energy into creating the bottle and the cap and the packaging and the ad campaign. Elizabeth Arden Internal Creative Team was very excited about everything. Then it remembered: Oh, yeah. The juice. Almost forgot. It told the perfumer Loc Dong that he would make the juice. Put as much money into the juice as you would put into a scent for a hair gel, went the directive. Loc Dong winced, but that was the way low-quality mass-market celebrity scents were created, so he gathered up the paltry number of cheap, low-quality raw materials at his disposal and, crying bitter tears, began to assemble the perfume.
By the time Loc Dong finished, Danielle Steel had sold 560,000,000,000,000,000,000 books — more books than there are subatomic particles in the universe. Danielle by Danielle Steel was like the pile of trash that Danielle Steel stepped over on her way to the creative meeting. For the first four seconds it smelled sort of vaguely like a kind of flower that you get in a gallon of floral-scented laundry detergent, and then for five seconds it reminded you of Edvard Munch’s “The Scream.” Then it evaporated, like the prose in a novel by Danielle Steel evaporated from your memory the moment you read it. It was a perfume that, instead of being made by human beings, was made by a faceless, soulless committee like Elizabeth Arden Internal Creative Team. And at that point there was nothing more to say about it.
GRACIAS MANUEL !
Soy amante de los perfumes. Estoy completamente de acuerdo con lo anteriormente expuesto. Pero qué hay de los buenos perfumes o no existen para ti o para los críticos? No se... yo amo Angel Man de Thierry Mugler. Es el aroma que cubre el mal olor del cigarrillo y te deja la sensación de que eres un dulce y exquisito algodón de azúcar. Me dan ganas de comerme a mí mismo y eso me encanta.
Angel man no podria encontrar mejor publicidad que tu comentario, Planeta woods!
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