Saturday, March 21, 2009

What Would Valentino Do?


Perdón por la ausencia, pero la crisis tocó la puerta del lado, la del otro lado, la del frente, y finalmente vino a tocar la mía cerrando una revista con la que llevaba largo tiempo colaborando y que, con su cierre, se llevó un trozo de mi corazón y un buen pedazo de mis ingresos.

Oh, well.

En eso estaba, tomando sopa recién servida de autocompasión, cuando recibí una invitación para asistir a un “press secreening” del documental “Valentino: El Ultimo Emperador” que se estrenó en Nueva York esta semana.

Saque papel y lápiz, porque aquí hay algunas lecciones que vale la pena aprender sobre como enfrentar la recesión..

La primera es que no hay que preocuparse del dinero.

En la película, Valentino reconoce que lo único que sabe hacer son vestidos para sus “ladies” y que es terrible “para todo lo demás”.
Lo “demás” incluye desde mantener un imperio que fue vendido el 2002 por 1.1 mil millones de dólares, a limpiar los dientes de sus cinco perritos mascotas.

Para eso hay otra gente mas capacitada, como su pareja durante mas de cuatro décadas y “socio” por medio siglo, Giancarlo Giametti que, citando a Confucio en la película, dice que “cuando dos hombres cabalgan el mismo caballo, uno de ellos debe ir montado atrás”.

Yo no podría haberlo dicho mejor.

Otra lección importante es que, en tiempos de crisis, uno debe concentrarse en lo fundamental- como que las flores estén frescas en el living o que haya suficientes botellas de champagne en el refrigerador- y olvidar lo superfluo. Después de todo, ¿Qué ganan personas creativas como Valentino, usted o yo, perdiendo el tiempo hablando de cuentas por pagar o, Dios nos ampare, el costo de mantener un Château en Francia, un Palazzo y una Villa en roma, un chalet de ski en Gstaad, un penthouse en Manhattan, un jet y un yate?

Disfrute lo tiene, y no llore por lo que no tiene.
Esa es mi nueva filosofía, via Valentino.

Tercera lección: adquiera un bronceado.
Si quiere saber como se ve Valentino en una pantalla de cine, mire al sol de frente durante el atardecer en sus próximas vacaciones en el Caribe. Todo es luz; todo es naranja. Y aunque mas de alguien podría poner en duda las ventajas estéticas de semejante look- sin siquiera mencionar las de salud-, Valentino se pasea dorado como un Oscar y, a primera vista al menos, completamente feliz y saludable a los 76 años.

La película, que fue dirigida por el periodista de “Vanity Fair” Matt Tyrnauer y filmada en un periodo de dos años, del 2006 al 2008, es también evidencia de que, como dicen los terapeutas, es mejor deshacerse de la rabia y otros sentimientos negativos rápidamente y no guardarlos dentro de uno mismo.

Busque su “Diva interna” y arme un escándalo cada vez que pueda y a la menor provocación, como hace Valentino. Y si no hay provocación, ármelo igual. Nada como una buena rabieta para mantenerse en buena forma.
El diseñador lanza las suyas cada cinco minutos en el documental, alegando porque Giametti quiere mas vuelos en un vestido, porque sus perros no pueden usar todos los asientos en el jet- dejando a la azafata de pie en el despegue-, porque la pasarela no está a su gusto, o porque nadie entiende que una mujer que muestra sus tobillos caminando en un vestido largo es, simplemente, ¡la visión mas horrorosa que cualquiera puede enfrentar!.

La ultima lección, y para mi gusto la mas importante, es que hay que tener corazón.
En dos años de filmación, Valentino llora solo en dos ocasiones.

La primera es cuando menciona el nombre de Giametti, su compañero de vida, durante la ceremonia de entrega de la medalla de la Legión de Honor del gobierno francés.

Casi mudo- por primera vez-, dice que agradece “al señor Giametti, que ha estado junto a mí todos estos años’.

La segunda es cuando recibe a sus costureras a la entrada de una retrospectiva organizada con ocasión de su retiro en la galería Ara Pacis en Roma. “Estoy con usted desde 1966”, le recuerda una de ellas, “y él la abraza con los ojos llenos de lágrimas, sin que siquiera el impecable traje que usa como coraza o su perfecto peinado sean capaces de ocultar la fragilidad de sus sentimientos

Oh, well.

Vaya al banco, saque los últimos centavos de su cuenta de ahorros, y gástelos- no, mejor dicho “inviértalos”- en calcetines de cashmere, orquídeas, una bellísima pintura o un ticket a Roma. Será un poco mas pobre, pero también un poco mas feliz.

Happy recession!

3 comments:

Anonymous said...

Animo Manuel ya vendrán del Vogue a pedirte que trabajes con ellos o de algún pasquín local dónde te paguen muy bien ... mientras tanto habrá que cobrar el cheque del desempleo y gastárselo comprando alguna cosita por ahí
Saludos desde el caluroso norte de Chile
RR

Bracey Wilson said...

Manuel
Tambien vi el documental y estoy totalmente de acuerdo contigo
Las dos escenas que relatas al final son conmovedoras
Y es cierto debemos ser felices la vida es tan corta !
Por ello que mas da cepillarle los dientes a los perros
Un abrazo
Cuando nos vemos?
B

teikozen said...

Bueno no he visto ese documental pero ¿Bruno puede cubrir la cuota?
I love you