Saturday, April 2, 2011

Dear Father


Lo que ha sucedido con la Iglesia Católica chilena en el último tiempo solo puede ser descrito como un “annus horribilis”.

Primero vinieron las revelaciones sobre el padre Fernando Karadima, el influyente sacerdote de una de las iglesias más chic de Santiago- la Iglesia del Bosque- que, según confirmó el propio Vaticano en una demoledora sentencia, abusó a una cantidad no determinada aun de jóvenes y adolescentes a los que elegía a dedo, con la pericia y el talento de un scout de la agencia de modelos Elite.

Por tiempo y espacio, y porque Medio en Silencio es un sitio dirigido a toda la familia, no entraremos en detalles sobre los pasatiempos del padre Karadima. Basta decir que si hicieran una película sobre él, seria para mayores de dieciocho años y probablemente se mostraría en ciertos cines de dudosa reputación del centro de la ciudad.

El estado de confusión de la Iglesia y sus feligreses es comprensible. Afortunadamente el Cardenal Jorge Medina, ese fiel guardián de la fe, el dogma y las buenas costumbres, decidió dar una entrevista para aclarar todas las dudas y aligerar los espíritus.

Sus palabras, sin embargo, han sido malinterpretadas y ridiculizadas por la prensa tendenciosa y por liberales sin alma ni corazón que, quizás a sabiendas, se quedan entrampados en la forma de sus dichos y no en su fondo.

Por eso Medio en Silencio, con la autoridad que la dan sus 12 años de estudios en un colegio católico, sus miles de lunes rezando el Ave Maria junto a sus compañeros en el patio, y sus innumerables presencias en misa, ha decidido deshacer la nebulosa, dar luz sobre las declaraciones de Monseñor y entregar las claves para entender sus dichos correctamente.

Vamos por parte.

Karadima, dice el Cardenal, no es un pedofilo, pervertido y abusador como piensa todo el mundo. Es, en cambio, un sacerdote piadoso y algo pícaro, que ahora sufre la peor condena: prohibición de celebrar sacramentos en público, de mantener contacto con su ex parroquia, y obligación de permanecer en un lugar quitado de bulla

¿Eso es peor que terminar años en la cárcel?, preguntará algún liberal desinformado. ¿Peor que dormir en una celda con quizás que presidiario?

Claro que sí. Mucho Peor. Mucho, mucho, mucho peor. Y aunque a ojos laicos este castigo puede parecer ligero, en la justicia eclesiástica anda por ahí con la cadena perpetua.

El asunto es que, como dice Monseñor, ambas justicias son muy distintas.

“En la justicia civil los delitos están tipificados de manera distinta a la justicia eclesiástica”, asegura el Cardenal. “Por ejemplo, en la civil los actos de homosexualidad no son penados. Y en la eclesiástica, sí”.

Por lo mismo, si usted es gay, prefiera la justicia civil.
Si es pedofilo, no hay duda que le conviene mas la eclesiástica.

Lo más lamentable de todo es que, como explica Monseñor, las acusaciones contra el padre Karadima son injustas, porque él no es el verdadero culpable de sus abusos. No señor. Sus abusos se debieron a responsabilidades de terceros.

El primer culpable es el Diablo.

“Veo una acción de Satanás”, explica el Cardenal, que al igual que algunas importantes familias chilenas anda viendo en el último tiempo la cola del diablo en todas partes.

Parece increíble que todavía haya gente que duda de la existencia de Belcebú. ¡Su presencia es tan clara en este caso!

Que nadie lo haya visto jamás en persona, no significa nada. El Diablo existe.
Si quiere referencias, le recomendamos ver las interpretaciones de Al Pacino en “El Abogado del Diablo “ (Satanás una oficina en el Upper East Side), Eizabeth Hurley en “Bedazzled” (Satanás en hot pants) y, por supuesto, la inolvidable rendición de Linda Blair en “El Exorcista” (Satanás da vuelta su cabeza en 360 grados y luego sufre un severo caso de vómitos).

Los segundos responsables son los adolescentes y los gays.

Así es. El Cardenal Medina nos aclara en su entrevista que lo que hubo con el padre Karadima no un problema de pedofilia ni abusos, sino de homosexualidad.

El padre Karadima, créalo o no, fue seducido por niños de 17 “que ya saben lo que hacen”; homosexuales, sin duda, que no resistieron el increíble atractivo de este sacerdote que a pesar de ser treinta, cuarenta o cincuenta años mayor que ellos, seguía siendo un tentador bom bom en sotana.

Los abusos de menores en la Iglesia Católica no son tal.
Son abusos HACIA los sacerdotes COMETIDOS por menores, y se deben a la infiltración gay.

Lo mismo pasa con los abusos y violaciones de mujeres y niñas en calles y colegios, un terrible drama que deriva, obviamente, de la infiltración heterosexual en la sociedad.

Si usted se está preguntando como evitar problemas si todos, homosexuales y heterosexuales, parecen propicios a la pedofilia, es porque, como dice Monseñor Medina, “tiene la fe pegada con moco”.

El problema es el sexo. El sexo en general. Y la solución es obvia y ha sido implementada en el sacerdocio por cientos de años: el celibato.

No es la salida más fácil, claro. ¿Qué hacer con toda esa energía? ¿Con ese constante deseo?

El cardenal Medina ha encontrado una solución pedaleando diez kilómetros diarios en su bicicleta fija mientras reza el rosario. Pero hay otras. Hay sacerdotes se azotan la espalda. Otros que saltan a la cuerda. O dan vueltas de carnero. O saltan en una colchoneta. Lo que sea que le impida al diablo meter su cola donde no se la han pedido.