Monday, October 29, 2007

You are such a Snob!


“Todo el mundo es snob respecto a algo”, dijo unavez Julian Fellowes, un escritor, guionista y actor inglés que hace poco mas de dos años publico una genial novela llamada, precisamente, “Snobs”.

En Londres, sugiere el libro, la tensión entre estos dos grupos es visible y constante. Desde las carreras de Ascot a las noches en “Annabel’s” o las mesas del “Ivy”, no hay un solo lugar en la ciudad que no pueda ser considerado una escalera social con interminables peldaños y con la Reina en el tope. Después de todo, ¿Qué mayor sueño puede tener un snob que una comida en Buckigham Palace?.
Como revela el autor, en Gran Bretaña todo- desde el colegio privado hasta el tamaño de las fotos en las páginas de vida social de “Tatler” o “Harpers & Queen”- revelan ese delicado balance social donde nadie parece satisfecho con el lugar que le corresponde.

Los que están arriba sueñan con la libertad y el anonimato. Los que están mas abajo, con la fama, el dinero y el poder.

En Estados Unidos, donde las cosas supuestamente son más democráticas, existe un mapa similar.
Henry James se hizo célebre relatando en libros como “Portrait of a Lady” y “The American” las desventuras de multimillonarias herederas en busca de un titulo nobiliario, y Edith Wharton literalmente desmenuzó cada capa social de Nueva York del siglo 19 en “The Age of Inocence” y “The House of Mirth”.

Esas son cosas del pasado, podrá pensar mas de alguno, hasta que se encuentra en alguna revista con mujeres como Daisy Olarte Kanavos, Melania Trump o Marie Chantal Miller- actual princesa de Grecia y heredera del imperio de los duty free creados por su padre-, cada una buscando el guardarropa, la causa benéfica y hasta el colorista adecuado que les permita sentirse seguras y felices en el nuevo estrato social en que se encuentran.

La tarea, como sabe cualquier snob, no es fácil. Basta quedar sentada en la mesa incorrecta del “Four Seasons” para quedar con el sello de “wanna be” marcado en la frente por una eternidad.

Desde que el legendario Steve Rubell decidió elegir personalmente- y a dedo- a quienes ingresaban cada noche al mítico Studio 54, la entrada al club, bar o lounge de moda se ha convertido en la prueba de fuego para miles de snobs alrededor del mundo.
El segundo piso de Casa Tùa, en Miami, está reservado solo para socios, lo mismo que Soho House en Manhattan, Londres y, próximamente, Miami Beach. Algo similar sucede en las fiestas del Roossevelt Hotel o los bungalows del Chateau Marmont en West Hollywood, y los clubes más exclusivos de Las Vegas.

En su intento de cruzar estas puertas, el snob está dispuesto a cualquier cosa- desde ruegos a soborno- y su ansiedad frente a la “velvet rope” es simplemente conmovedora. Instalados ahí, hablando constantemente a través de su celular última generación con algún amigo que prometió dejar su nombre en “la lista”, luciendo sus Rolex, sus coloridas camisas de Etro o Versace y alguna rubia platinada escotada hasta la cintura, ven con desesperación como un ejército de adolescentes con el pelo desordenado, zapatillas Converse y gastadas T-shirts entran sin problemas saludando con un familiar “hey, man” al portero, que devuelve el saludo con un abrazo y dos golpes en su pecho. Y aunque la situación es un poco humillante, el snob sigue ahí, de pie, con su voluntad invencible, hasta que cerca de las tres de la madrugada, cuando ya todos están abandonando el lugar, finalmente es aceptado, conducido a una mesa y obligado a pagar $500 por una botella de Grey Goose.

Una snob sabe bien que, como dice el refrán, el hábito hace al monje. Por lo mismo, pasa horas y horas devorado revistas de moda para estar al tanto de cual es la cartera de la temporada, el zapato que no debe faltar en su closet o el restaurant donde debe ser vista. Con la paciencia de un monje budista, practica la pronunciación de nombres como Nicolas Ghesquiere o Ann Demeulemeester, diseñadores europeos que luego menciona, con un aire estudiadamente casual, durante el almuerzo con sus amigas en “Swifty’s” o “La Goulue”.
Si practica yoga, quiere hacerlo junto a Madonna o Cristy Turlington.
Si toma clases de cocina, es en el taller de Jean Georges.
Si asiste a misa, quiere hacerlo en San Ignacio de Loyola en Park Avenue, donde Caroline Kennedy pide perdón por sus pecados.
Si adquiere joyas en Sotheby’s, lo hace en persona porque ¿De qué sirve adquirir una tiara que perteneció a la princesa Margarita de Inglaterra si nadie se entera que gasto 250 mil dólares en ella?

Convencida de que las apariencias no engañan, esta es una mujer que no sale al supermercado si no es envuelta en Carolina Herrera o Narciso Rodríguez, y que no soñaría en escribir una nota- aunque sea para la mucama de su hotel indicándole que cambie las flores de la habitación- si no fuera en perfecta caligrafía en tarjetas de Mrs. John L. Strong.

La educación es de vital importancia para una snob, que considera el ingreso de sus niños a Calhoun, Chapin o Spence, algunos de los colegios privados más exclusivos de Manhattan, un paso inevitable en su ascenso social. Cada reunión de padres es tratada como un cocktail en un country club, la oportunidad perfecta para crear “relaciones” duraderas que luego se trasladarán a Yale, Harvard o Stanford y, años mas tarde, a Washington, Hollywood o Wall Street.

De todos los snobs, quizas el mas insufrible es el snob intelectual. Con una arrogancia que solo crece a la sombra de la ignorancia, estos trepadores intelectuales se las arreglan para mencionar a Proust, Aristoteles, Schopenhauer y Robert Wilson aunque el tema de conversación sea la final de American Idol.

La vida de un snob es agotadora, porque no importa lo lejos que llegue, siempre soñará con estar un paso mas allá.

Tuesday, October 16, 2007

Chez Marc, en Paris


Acabo de recibir la edición de Noviembre de
W”, su increíble “Art Issue”.
¿Lo mas interesante? Un vistazo al departamento de Marc Jacobs en Paris, cubierto con obras de Ed Ruscha, Richard Prince, John Currin, Damien Hirst y Sean Landers.
La ultima colección de Louis Vuitton estuvo inspirada en la obra de Prince- que por estos días tiene una retrospectiva en el Guggenheim de Nueva York (Don’t miss it!)- y terminó con una serie de enfermeras/ modelos tipo “pulp fiction”.




Marc y su novio en el SoHo, Octubre 16

La Muerte de los Otros



Nada pone mas perspectiva sobre la propia vida que el obituario de los otros.

Mis favoritos están en las páginas del “Telegraph” de Londres, que aparte de los personajes esperados- el magnánimo millonario, el político que torció las ruedas de la historia, la estrella de cine que comenzó su carrera con un Oscar y la terminó sumergida en el sopor del Opio- publica verdaderas mini-novelas sobre la existencias de lunáticos y excéntricos.

Aquí están aquellos que pasaron décadas persiguiendo mariposas en el amazonas, se hicieron famosos por su habilidad para beber dos veces su propio peso en cerveza, o podían recitar los sonetos de Shakespeare de atrás para adelante.

Si usted practicó el canibalismo en su luna de miel, pasó años planchando las sábanas reales en Buckigham Palace o dedicó su vida al contacto con extraterrestres montando una antena de titanio en su techo, lo mas probable es que, al momento de muerte, su historia terminará en el “Telegraph”.

Revisando la edición de hoy, me encuentro nuevamente con la triste noticia de que hemos perdido a un puñado de personajes ejemplares.
Bob Denard fue un mercenario francés que orquestó una serie de frustrados golpes de estado.
David Buffet defendió las colonias inglesas enfrentando flechas envenenadas, una bruja y un caníbal.
Fritz Fryer fue guitarrista con “The Four Pennies”, un grupo que tuvo solo un éxito, “Juliet”, en 1964.
Cynthia Pitman fue gran dama y cazadora; tenia ochenta años y todavía aparecía a caballo, obsesionada con la caza de la zorra.

Pienso en mi vida y me pregunto que diría el “Telegraph” mientras mis restos se hunden en la tierra.

Mi favorito esta semana es el profesor Michael Frede, un profesor de filosofía de Oxford que, según el “Telegraph”, “amplió el conocimiento sobre los Estoicos, los Helenistas- post Aristotélicos y los primeros Platonistas Cristianos”.

Mi interés, seguro, se debe a que no tengo idea de qué estamos hablando.

En la foto que acompaña su obituario, el profesor Frede se ve como uno de esos ilustres académicos que hacen burbujear el libido sin mas herramientas que una mirada intensa y una mente brillante sin límites. El párrafo que se refiere a sus dos matrimonios, sus dos divorcios y la tristeza provocó su desaparición en su actual novia- otra profesora de filosofía Helenista que lleva el enigmático nombre de Katerina Ierodiakonou- hace que la imaginación corra de inmediato hacia algún affaire en la Biblioteca.

El profesor Frede murió a los 67 años, la plenitud de la vida si uno es, como fue él, “profesor de Historia de la filosofía en Oxford University y uno de los mas importantes y aventureros académicos de filosofía Antigua en los tiempos modernos”.

Según el obituario, aunque Frede era obviamente parte del “establishment” universitario en Inglaterra y Estados Unidos, nunca perdió su espíritu revolucionario. Algo que, a mis ojos al menos, hace aun mas lamentable su partida.

Mi corazón se llena de tristeza pensando en los desayunos que perdí junto a este seductor de cerebros. ¿Cómo no tuve la suerte de sentarme junto a él una manana en su departamento a las afueras de Londres, con un plato de huevos, salchichas y tomates, a leer el diario y esperar sus comentarios?

“El sofismo”, dijo en una oportunidad, “es tratar de dar vueltas a un argumento que se sabe que es falso y que, examinado en profundidad, sigue siendo falso. Los sofistas en mi clase no tienen ninguna posibilidad de éxito”.

¿Por qué este hombre no estuvo nunca en la televisión analizando los discursos de George W. Bush?

Debería cancelar mi suscripción al cable.

Después de pasar por Princeton, Harvard y Berkeley y publicar su primer libro “Prädikation und Existenzaussage”, el profesor llegó a Oxford en 1976 donde se hizo rápidamente conocido por su talento para desafiar intelectualmente a sus pupilos- y al resto de los profesores- con una agilidad y frialdad que habría provocado el orgullo del propio Sócrates pero que le trajo pocos amigos.

Todo eso, sin embargo, quedaba olvidado en el Pub local, donde su agudo sentido del humor subía al mismo tiempo que la espuma en la cerveza.

Si uno muere como uno vive, lo mas probable es que yo muera frente al televisor, viendo viejos re-runs de “The Golden Girls”, con un Marlboro Light colgando de mi boca, mis gatos acurrucados junto a mi, mil revistas repartidas junto a mi cama y con Karen Carpenter entonando “We’ve Only Just Begun” en el I-Pod.

El profesor Frede murió el 11 de Agosto pasado durante el coloquio de filosofía Helenística en Delphi.

Esa mañana se sumergió las aguas cercanas a la cueva de Itea, en el Golfo de Corintios, y nunca mas volvió a la superficie.

Thursday, October 4, 2007

ART lovers



Tobias Meyer es el director del departamento de Arte Contemporáneo de Sotheby’s, nació en Viena, se educó en Londres, vive junto a su pareja, el “consultor de arte” Mark Fletcher, y sus dos labradores- Virgil y Beatrice- en un fabuloso departamento en el piso 66 de las Time Warner Towers en Nueva York.

Tobias es, al menos a mis ojos, es el mejor ejemplo de un tipo de Dandy que pocas veces pone sus perfectamente lustrados John Lobbs fuera de una galería, un museo, la mansión de un coleccionista o un avión privado.

Simon de Pury, presidente de la casa de remate Phillips & de Pury, y cualquiera que haya aparecido alguna vez en una acuarela de Elizabeth Peyton son otros pavos reales que vale la pena mencionar en este corral.

El look es descuidadamente chic, desde el pelo- suficientemente corto para no ser confundidos con los artistas que representan, y suficientemente largo para que nadie piense, horror de horrores, que trabajan en Wall Street-. Sus trajes son inevitablemente ingleses, “bespoke” de Savile Row, y se ajustan perfectamente a cuerpos largos y delgados que son mantenidos sin dietas ni ejercicio.

Pura lotería genética.

Que el traje en cuestión haya costado lo mismo que un vuelo trasatlántico en primera clase es un problema que se soluciona fácilmente. El pantalón va siempre sin cinturón- el cinturón es visto en ciertos círculos como signo evidente de burguesía- y, aun así, cae perfecto en los visibles huesos de sus estrechas caderas.

Cuando uno de estos hombres menciona a Kandinsky, la “K” sale profunda, a la altura del corazón, y el “insky” delata la “ese” arrastrada de un buen colegio europeo.

Y tendría que ser Proust para explicar como se escucha el nombre de Picasso en sus delicados labios.

Siento una profunda y genuina envidia por estos ART Lovers

Ahí están, enfrentados día a día a las obras de arte mas importantes, hermosas y trascendentes de nuestro tiempo, visitando artistas de Buenos Aires a Shanghai, compartiendo cenas con potenciales coleccionistas y volando trece horas en un jet privado solo para decidir si una calavera de diamantes de Damian Hirst merece la portada de un catálogo y un precio estimado de 50 millones de dólares.

Y todo eso, sin siquiera desanudar su corbata Hermès.

Pero la verdadera raíz de mi envidia, si lo pienso bien, es su talento para crear un mundo propio, con sus propias reglas y códigos.

Como el mas anarquista de los poetas, Tobias, Simon y los demás han encontrado un agujero en ese grueso muro gris que es el día a día, la rutina, la lata, la insoportable agenda cotidiana, y han plantado ahí una flor exótica, extraña y única que para el resto es un simple recordatorio de que la vida sin belleza no merece ser vivida.

Si eso no es arte, no se qué es.

Wednesday, October 3, 2007

Carrie gets Married (In Zac Posen)


No tengo nada que decir...Habra que esperar la pelicula.